Música electrónica, alcohol y ketamina: el universo de las raves de realidad virtual

  • La revista Wired ha hablado con usuarios que han hecho de las fiestas digitales su principal forma de ocio
  • Combatir la soledad es el principal beneficio, pero el consumo de sustancias puede poner en riesgo la experiencia
Chico con gafas de realidad virtual en una fiesta

Pasan muchísimas cosas raras, y puede ser difícil adaptarse, pero si lo logras, es mágico. Si no eres capaz de moderarte y controlarte, es interminable. No verás el final de la fiesta”.

Cannabis, cocaína, ketamina y alcohol para aguantar durante horas de fiesta noche tras noche. Pueden ser los ingredientes habituales de una rave común, pero también lo son de las digitales, en las que todas esas sustancias se conjugan, además, con gafas de realidad virtual, ambientes psicodélicos y personas que buscan experimentar y escapar sin salir de sus casas.

Es lo que busca desde hace meses O’Rourke, un profesional de las tecnologías de la información de 38 años de Dublín, cuando se conecta a la plataforma de realidad virtual VRChat. No ha desvelado su nombre de cara a conservar su privacidad al compartir con la revista Wired sus experiencias en las cada vez más populares raves virtuales. 

Las fiestas transcurren durante horas y atraen todo tipo de perfiles

Tampoco lo han hecho Luna, una joven holandesa, o Heelix, un berlínés de 61 años, que han preferido identificarse con pseudónimos o con los nombres de los avatares que utilizan en el entorno digital. Acuden de manera regular a alguna de las fiestas que transcurren durante horas en VRChat y que se organizan desde Estados Unidos, Europa o Asia congregando a miles de usuarios en un mismo espacio online. 

La experiencia del escapismo

Mientras que las discotecas tradicionales encuentran dificultades para seguir atrayendo al público, debido, entre otras cosas, al incremento de costes, la regulación o el cambio en los hábitos de consumo; las plataformas de realidad virtual, como la citada, han disparado su crecimiento. Sin ir más lejos, Wired apunta que más de 130.000 personas se conectaron a VRChat para celebrar Año Nuevo de este año.

Su propuesta resulta atractiva para todo tipo de perfiles. Desde entusiastas de la música electrónica y maratonianas sesiones de baile; a jóvenes que quieren romper con el aislamiento y la soledad, hasta seniors o personas trans que quieren disfrutar de ambientes más inclusivos, diversos y seguros de los que encuentran en entornos presenciales. 

"Todos mis amigos son mayores y ya no van a clubes", dice Heelix a Wired, al explicar cómo la realidad virtual ha dado consuelo a su sensación de soledad. "Aquí en VR conozco a mucha gente. Es mucho más fácil", comenta sobre su experiencia en la plataforma, en la que participa como DJ virtual. 

A Luna, las raves virtuales le han ayudado a superar una depresión. "No tenía trabajo. No tenía amigos de verdad. Estaba atrapada en casa", relata a la revista. Pero acercarse a estas fiestas digitales lo cambió todo. "Fue como una forma de experimentar cosas nuevas, nuevos mundos. Me encantó al instante". 
Ahora Luna asegura tener su propio grupo de amigos para conectarse a estos encuentros. Beben y toman MDMA antes de sumarse a las fiestas desde sus respectivas casas. 

Raves virtuales: entre la conveniencia y el riesgo

La conveniencia es también uno de los factores que ha hecho que este tipo de ocio esté ganando adeptos. Las fiestas de realidad virtual permiten evitar largas colas para entrar a discotecas, entradas con precios cada vez mayores, y aglomeraciones. Las fiestas digitales no cobran entrada, y en el caso de VRChat tienen un límite de 80 personas debido a la capacidad de su software. 

El coste de la experiencia, en este sentido, depende en su mayoría del equipamiento del usuario, que puede abarcar desde los 350 dólares que cuestan unas Meta Quest, hasta superar los 5.000 dólares si se apuesta por un hardware de alta calidad y dispositivos de seguimiento corporal. 

Por otro lado, desde el punto de vista de las plataformas, su popularización y proliferación se ha construido, precisamente, al sortear los factores que limitan la vida nocturna presencial en muchos lugares. Así, han encontrado catalizadores en la infinidad de espacio disponible en realidad virtual, la accesibilidad, las posibilidades creativas a la hora de desarrollar mundos o la escasa regulación.

"Consumí una gran dosis de hongos sin querer y fue un desastre"

Sin embargo, quienes frecuentan este tipo de experiencias también coinciden en que pueden ser excesivas, incluso peligrosas. "Consumí una gran dosis de hongos sin querer y fue un desastre", comenta O’Rourke a Wired. Asegura que en una sesión de marzo de 2024 llegó a no poder distinguir entre sus alucinaciones y el mundo de la realidad virtual. Dice que, desde entonces, prefiere la ketamina, porque "tiene mayor sinergia con la realidad virtual" y aumenta los niveles de inmersión. 

Otros aseguran que han visto a usuarios pasarse con el consumo de alcohol y drogas y ver desaparecer sus avatares de repente, e incluso comparten historias de conocidos que han requerido intervención sanitaria tras largas sesiones de sustancias y realidad virtual. Dicen, también, que debido a las gafas es difícil darse cuenta del nivel de embriaguez. 

Según Maria Balaet, investigadora asociada del departamento de estudios de neuroimagen del Imperial College de Londres, el consumo prolongado de drogas combinado con realidad virtual puede amplificar la sobrecarga sensorial, la fatiga cognitiva y el riesgo de disociación.Tener un mal viaje en realidad virtual es probablemente peor que un mal viaje fuera de ella, porque una vez que uno sale del entorno, el cuerpo y la mente también necesitan reajustarse al mundo, y eso es agotador”.

La seguridad y la moderación, los desafíos

Además del consumo de sustancias, que cada uno realiza de manera individual en sus domicilios a la hora de conectarse a la rave digital, se están generando subculturas de sexo en realidad virtual, con escenarios diseñados para imitar el efecto de las drogas psicodélicas y sesiones eróticas. 

PSHQ es uno de esos mundos virtuales. Wired lo describe como uno de los club sex-positive, donde pueden encontrarse bailarinas y sesiones de baile exótico. Su creador, que se identifica con el nombre DeityAnubis, en cambio lo define como “un espacio para adultos sexualmente positivos con un enfoque en la música”. Asegura que la música, el baile, el ambiente, el sentido de comunidad y el espacio seguro para miembros LGBTQ+ son aspectos a los que dan importancia. 

Los usuarios de realidad virtual han encontrado formas de simular sexo, desvistiendo a sus avatares y realizando ciertos gestos. Esto ha provocado, incluso, nuevas categorías de contenido audiovisual pornográfico en páginas web para adultos, o que ciertos usuarios lleguen a monetizar sus avatares, como si se tratara de un OnlyFans de realidad virtual. 

Todo ello ha dado lugar a que las plataformas endurezcan sus políticas. El pasado mes de enero VRChat introdujo la verificación de edad para garantizar que los menos no acceden a espacios adultos. Esto se produjo después de que BBC publicara una información explicando que los usuarios menores podían entrar en clubes de striptease de realidad virtual y ser persuadidos para realizar actos sexuales virtuales.

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La seguridad y la moderación de contenido y usuarios con comportamientos inapropiados es todavía un desafío en este tipo de plataformas, y especialmente en sesiones que implican consumo de sustancias. Desde VRChat argumentan que han mejorado las herramientas que brindan a los usuarios para protegerse, como el bloqueo o la denuncia. La plataforma, según ha explicado a Wired, tiene capacidad para rastrear y bloquear a los usuarios problemáticos. 

Con todo, este tipo de experiencias virtuales pueden suponer también la puerta de entrada a experiencias presenciales. Algunos de los DJs que realizan sesiones en la plataforma han realizado también sesiones en locales reales. El gestor del popular escenario Shelter aseguran que en algunas de ellas los asistentes se han acercado para decirle que era su primera rave real. "No pensé que alguna vez tendría la confianza para venir a un espectáculo", le han dicho. 

Más info.: 60-Hour Dance Sessions, Simulated Sex, and Ketamine: Inside the World of Hardcore VR Ravers

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