Bimbo confirmó la compra de Panrico en el verano de 2015, pero diez meses después aún no se ha producido la transacción. De hecho, según asegura la mexicana, la adquisición del fabricante de Donuts está aún pendiente de la decisión del Tribunal Supremo sobre los 745 despidos que figuran en el ERE que se ejecutó para hacer viable la compañía a finales de 2013.
Para que Bimbo pudiera hacerse con Panrico por 190 millones de euros, acordó con Oaktree que debería obtener el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, la cual autorizó la operación en octubre de 2015. Sin embargo había otra condición y estaba relacionada con el recurso presentado por Comisiones Obreras y la CGT contra la sentencia de la Audiencia Nacional que estimó parcialmente los argumentos de la marca.
El futuro de Panrico, en manos de la ley
El futuro de Panrico está pendiente de ese recurso de casación. Y es que según ha asegurado la compañía, existe una incertidumbre sobre la decisión del Supremo que, si es negativa, pondría en riesgo la viabilidad del grupo.
Si se declarasen nulos los despidos y se exigiese la readmisión, Panrico tendría que aumentar su plantilla un 55% con unos costes laborales que acarrearían considerables pérdidas.
A Bimbo no le pintan bien las cosas si se tiene en cuenta que la Audiencia Nacional ya ha declarado injustificados 155 despidos adicionales, los acordados para 2015 y 2016. Y, aunque el comprador mexicano espera que sus asesores legales encuentren una resolución favorable, no prevé una sentencia firme hasta, al menos, el verano con la pérdida de oportunidad que eso supone...
Y es que el retraso podría suponer una revisión del precio de la operación con los números actualizados de Panrico sobre la mesa, que en 2015 perdió 2,43 millones de euros frente a los 5,51 millones que perdió en 2014.