Quién le iba a decir a Chull Lee, un hombre que allá por 1938 exportaba pescado seco, que años más tarde su empresa pasaría a ser una de las compañías tecnológicas más grandes del mundo. Pues sí, así ha sido, pero el creador de Samsung no es el único que empezó trabajando en un sector muy diferente al que pertenece actualmente.

Según publica hoy el diario Expansión, uno de los casos más curiosos lo encontramos en Peugeot. La casa de automóvil exploró sectores muy diferentes antes de llegar a ser el gigante que es ahora. Miriñaques de vestidos, molinillos de café, hojas de afeitar, esquiladoras de caballos y, al final, la industria del acero. Este sector fue el punto de partida de la marca actual. Lo que muchos no saben es que Peugeot sigue fabricando saleros y pimenteros. Los tienen los restaurantes más exclusivos del mundo.

Otra marca de automóviles: Opel. Su origen está ligado a la fabricación de máquinas de coser. Adam Opel, su fundador, empezó en 1862 en el sector de la costura para, poco después, pasarse al de las bicicletas. 

Los que sí que fabrican bicicletas son Orbea. Pero no lo hacen desde siempre. Las armas son la raíz de su negocio actual. Eibar, un pueblo de Guipúzcoa, vio nacer la fábrica de revólveres que 130 años más tarde se convertiría en una de las marcas más importantes del sector del ciclismo. Su andadura empresarial nos deja carteles tan curiosos como este:

De bicicletas a neumáticos. Parece que al fundador de Nokia le gustaba relacionarse con sus vecinos de oficina. En 1865 fundó junto a su mujer una fábrica de pulpa de madera para producir papel. Unos años más tarde se juntó con la empresa vecina para pasarse a la fabricación de neumáticos y botas de goma. En 1922 volvieron a unirse a otra empresa y fue como empezó Nokia en el sector tecnológico. 

Más que sorprender, estos ejemplos dejan patente la necesidad de reinventarse con el tiempo. La flexibilidad es la característica esencial que comparten todas estas empresas y así es como han llegado a ser lo que son a día de hoy.