Los hay que hacen selfies y que gracias a la realidad aumentada simulan pruebas de maquillaje. Pero el último grito es el espejo que adelgaza. Se trata de Skinny Mirror, un espejo que ya se comercializa en Estados Unidos y que, mediante ilusiones ópticas, distorsiona la percepción corporal de los clientes y estimula las ventas.
Su creación es obra de la empresaria Belinda Jasmine, que afirma que el cambio introducido es “muy sutil” y “sólo supone una ayuda extra”. Pero lo cierto es que funciona para ambas partes: reduce el contorno y activa el consumo.
Eso es, al menos, lo que concluye un estudio reciente llevado a cabo en una lencería de Suecia. A tenor de los datos, las clientas que contaban con este espejo en el probador se mostraron más satisfechas con su cuerpo.
Y, además, compraron más. Concretamente el 88% de los que se miraron en el Skinny Mirror hizo alguna compra, con respecto al 73% que usó un espejo convencional. Quizá por eso muchos establecimientos ya se disputan esta tecnología, que está detrás del 54% de las ventas totales, según el estudio.
Y con él, llegó la polémica
Para el sector minorista este espejo es la revolución que estaban esperando. Y están dipuestos a pagar entre 165 y 5.500 dólares que cuesta este novedoso sistema. De hecho, algunos ya han trasladado a Jasmine su deseo de retirar el logo para que el resultado parezca más creíble.
Sin embargo, los consumidores no están de acuerdo con la medida y no han tardado en tildar este producto de “engañoso”. Éste es el efecto que produce en el consumidor:
Belinda Jasmine, por su parte, se ha defendido y argumenta que su espejo “hace que la gente se sienta mejor consigo misma”.