El primer Hotel Vueling está situado en Gran Vía 550, en pleno Eixample de Barcelona. Y desde el segundo cero en el que uno entra allí vive una experiencia de Marketing Directo única. Aplaudimos la estrategia de Vueling: nos encanta el concepto del hotel y la imagen que la aerolínea se está construyendo de cara al consumidor.
Las referencias aéreas están presentes desde el mismo momento en el que se cruza la puerta de entrada y aparecen dos mostradores de facturación como los del aeropuerto, una pantalla que nos indica las próximas salidas de vuelos en tiempo real y unas cintas para depositar el equipaje. Con un recibimiento así bien podríamos pensar que estamos en un avión de Vueling o en una terminal de aeropuerto a punto de facturar.
Las recepcionistas podrían ser, por su aspecto, personal de Vueling y, efectivamente, nos invitan a viajar a 63 destinos diferentes, pero sin dejar el edificio. Y es que en el hotel de Vueling hay seis tipos de habitaciones distintas (algunas con terraza y tumbona para tomar el sol) pero todas ambientadas en un lugar diferente.
Los guiños al mundo de la aviación están por todas partes. Desde el restaurante Gourmet A320, que reproduce el interior de un avión, al Terminal, donde se sirven los desayunos que reproduce el Aeropuerto del Prat.
Como en los aviones, los espacios son algo reducidos (las habitaciones dobles tienen unos 15 m2) pero no agobiantes. Además, la red WiFi es gratuita en todo el hotel, algo que todavía se echa de menos en muchos otros alojamientos.
*Conclusión:
Vale que este tipo de hotel puede no gustar a los que tienen miedo a volar y quieren olvidarse de la experiencia una vez que se bajan del avión. PEEEEERO.... con una extensión de marca tan cuidada y con tantos guiños al sector en el que opera Vueling, seguro que son más los que van a probar el hotel de Vueling que los que huyen de él. Y una vez dado el paso, la fidelización del consumidor está un paso más cerca.