Durante años Steve Jobs acudía a las oficinas de Apple vestido con pantalones vaqueros y una camiseta negra de cuello redondo. Consideraba que eliminar la necesidad de decidir sobre la ropa le otorgaba mayor espacio mental y, por tanto, más capacidad para la creatividad. Una filosofía que en el actual contexto de incertidumbre los miembros de la generación Z están reavivando y aplicando al entorno laboral.
Desde hace meses se puede observar en redes sociales una tendencia que gira en torno al concepto “uniforme corporativo de la generación Z”. Se nutre de vídeos de profesionales jóvenes que muestran los atuendos que visten para su trabajo de oficina o que reflexionan acerca del mismo. Se trata, en general, de un conjunto de prendas sencillas y de carácter atemporal, de colores apagados y repetidas a diario.
“Repetir atuendos es genial y bueno para la Madre Naturaleza. No tengo tiempo para la fatiga de decisiones y la destrucción que causa”, explicaba una usuaria mostrando sus atuendos para el mes de enero. Como puede apreciarse en su publicación, utilizaba pantalones sencillos, camisas o camisetas oscuras, y chaquetas estilo blazer.
Entre las razones de la selección de estas prendas y su repetición alude a un menor impacto ambiental y a la calma mental de no tener que elegir entre más opciones de ropa.
En este sentido, no se trata de un uniforme impuesto por sus empleadores, sino de una decisión que responde a varios factores. Algunos jóvenes apuntan que se trata de decisión deliberada en lo que respecta a la reducción del consumo de ropa y la preocupación por el medio ambiente. Otros explican que se trata de una cuestión de previsibilidad para mitigar la ansiedad, ya que tener un aspecto como la ropa bajo control puede ser reconfortante, tal y como informa The Guardian.
Además, los profesionales jóvenes podrían querer trasladar profesionalismo o, incluso, pasar desapercibidos en un ecosistema laboral incierto, marcado por los despidos de las grandes compañías tecnológicas, la desacelearación de la economía o la volatilidad de los mercados financieros, según recoge Fortune.
Los miembros de la generación Z podrían querer proyectar, a través de esta estrategia de vestimenta, una imagen de compromiso y seriedad, fiabilidad y eficiencia ante sus superiores.
Un informe de la firma de investigación Intelligent, publicado a finales del año pasado, apuntaba que la vestimenta estaba entre las razones argumentadas por los empleadores en su recelo a la hora de contratar profesionales de la Generación Z: 9 de cada 10 responsables de contratación aseguraban que los recién graduados deben recibir entrenamiento en lo que respecta a etiqueta; y el 19% creen que no visten de manera profesional.
Detrás de esta percepción se encuentran, de manera indirecta, las consecuencias de la pandemia. Y es que muchos profesionales de la generación Z accedieron al mercado laboral en un momento definido principalmente por el teletrabajo o el trabajo híbrido, es decir, modelos que les han permitido desarrollar su actividad desde casa, acudiendo en contadas ocasiones a la oficina y con una escasa socialización en contextos laborales.
Esto puede haber desembocado en que muchos se sientan confusos respecto a las convecciones tradicionales de vestimenta en el entorno de trabajo. Es por ello que confiar en un “uniforme” puede ayudarles a navegar un contexto que les resultaría nuevo o poco familiar. Y ahora, ante el mandato de las grandes empresas de volver a trabajar a la oficina de manera presencial, los profesionales más jóvenes estarían buscando formas de equilibrar las expectativas profesionales con su estilo personal.
La apuesta por el “uniforme” por parte de la generación Z parece estar más extendido grandes corporaciones y en sectores con alta rotación de personal, donde puede darse una mayor presión por la productividad y la eficiencia es mayor. Sin embargo, no se observaría tanto en startups o industrias más vinculadas a la creatividad, en las que la autoexpresión ocupa un lugar central.
No obstante, hay voces críticas apuntan que el concepto de “uniforme" informal ha existido siempre, y no se trata de algo nuevo. Tal y como han comentado algunos profesionales en LinkedIn, durante décadas los profesionales han adaptado su forma de vestir a la empresa en la que trabajaban y a sus políticas de etiqueta, y han optado por repetir atuendos con la intención de ganar tiempo en las rutinas matutinas.
Sea o no una tendencia atemporal, es posible que la percepción y las connotaciones del “uniforme de oficina" sí sean diferentes. Ahora se entiende como una respuesta a un contexto económico y empresarial y como síntoma de un estado anímico que parece generalizado y afecta a toda una generación.