¿Sirve el propósito para atraer talento? ¿Es importante que el propósito de la empresa esté alineado con el de la persona? ¿Y viceversa? ¿Hay propósitos inadecuados o directamente repelentes? ¿Se puede medir el propósito? ¿Qué papel juega en todo esto el corazón?
Son algunas de las cuestiones que planteó el profesor y consultor Carlos Rey en su ponencia durante el Foro Líderes con Propósito, organizado por Vocento el pasado mes de octubre en Madrid, y de las que también habló con Reason.Why durante el transcurso de la jornada. Aparte de las actividades profesionales mencionadas, Rey es Fundador y Director de la Fundación DPMC dedicada, como puede leerse en su página web, a la transformación del mundo empresarial a través del propósito.
“El talento del futuro es talento con propósito. Es una cuestión de mercado. Las empresas con propósito venden el doble”
Su presentación en el Foro llevaba por título “Atraer el talento del futuro” y Rey empezó diciendo que eso es equivalente a atraer talento con propósito. “El talento del futuro es talento con propósito. Es una cuestión de mercado. Hay mucha investigación sobre esto. Las empresas con propósito venden el doble y el propósito puede generar identificación por parte de los empleados y estos, a su vez ,convertirse en promotores de la compañía". Y es que los empleados inspirados por el propósito son además, de acuerdo con los resultados de un estudio de Bain que mostró el ponente, más productivos que los satisfechos y que los comprometidos.
Según Carlos Rey, los argumentos tradicionales para atraer talento -dinero, plan de desarrollo, marca…- siguen siendo válidos, pero hay algo más. “Cuando se habla de atraer talento hay que hablar de la conexión que se produce entre el propósito de la empresa y el propósito de la persona. Es la empresa la que debe acercarse a ese propósito personal y lograr conectar los motivos de uno y otro. Esto genera un propósito empresarial que está construido a partir de los propósitos de las personas que la forman”.
Tres lenguajes
Conseguir esto requiere, según Rey, “tocar el alma de las personas para atraerlas", un proceso delicado delicado y difícil que ha de hacerse a base de comunicación y hablando tres lenguajes:
- El del conocimiento: “Las personas tienen que conocer el propósito de la empresa, igual que esta ha de conocer los propósitos personales”.
- El de las manos, “que es el lenguaje de la acción, de lo que se hace”
- El del corazón, “que da sentido a todo”.
El ponente subrayó que los tres han de operar en consonancia, que ha de haber coherencia entre lo que se piensa y lo que se dice, lo que se hace y lo que se siente. “Y ahí entra la imperfección también. Pero el corazón es lo que diferencia un propósito que realmente llega a la gente. El propósito no hay que repetirlo, se recuerda”.
Sobre las características del talento del futuro, Carlos Rey apuntó que, por un lado, están los ingredientes de siempre: autoconocimiento, habilidades, orientación a resultados… a los que ahora se suman otros diferentes como la autoconciencia, gestión de las emociones u orientación a la contribución. “Los primeros se refieren a lo que quiero conseguir”, dijo, “y los otros, a lo que quiero aportar, y esto es fundamental para la organizaciones con propósito”.
Autoconciencia, gestión de las emociones y orientación a la contribución están entre los atributos del nuevo talento
Carlos Rey añadió que, según lo aprendido en sus años de investigación sobre el propósito en el ámbito corporativo, la posibilidad de que una empresa consiga articular su propósito y eso atraiga el talento es menor al 30%. Para tratar de aumentar ese porcentaje, habló a continuación de propósitos que repelen y propósitos que atraen.
Entre los primeros están los caracterizados por el sentimentalismo, el racionalismo o el activismo. Son aquellos “en los que el corazón está desconectado de la cabeza y las manos, es simplemente algo que hace sentirse bien. Pero el propósito no son frases de Mr. Wonderful”. El racionalismo hace que un aparente no deje aflorar lo que se siente, mientras que el activismo, en el sentido de subordinar los valores a la eficacia de la acción, puede generar una ilusión que hace perder la perspectiva.
Los propósitos que atraen son los dotados de autenticidad, es decir, en los que hay conexión entre lo que se piensa y lo que se siente, coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace e integración en el día a día de la empresa. Para tener una idea sobre si el propósito de una empresa repele o trae, Carlos Rey recomienda hacer las siguientes preguntas: ¿El propósito de la empresa está alineado con mis valores personales? ¿El comportamiento de los directivos es coherente con el propósito? ¿El comportamiento de mis compañeros es coherente con el propósito?
Para terminar, el ponente habló de cómo vivir un propósito con plenitud, e hizo una recomendación que seguramente resulta tan adecuada, o más, para la vida que para la empresa: saber qué se quiere conseguir y qué se quiere aportar y, en todo caso, y de acuerdo con un consejo que en su día le diera personalmente la madre Teresa de Calcuta, “poner amor en todo lo que se hace”.
Hablando sobre la ponencia
La importancia del propósito de una empresa a la hora de entrar o no a trabajar en ella, la manera de conjugar el propósito personal con el corporativo y la imposibilidad de la perfección son algunos de los asuntos que abordó Carlos rey en la conversación que, sobre el tema de su ponencia, mantuvo con Reason.Why.
RW. ¿Qué hacemos para atraer talento que no ha encontrado todavía su propósito, que no se conoce lo suficiente como para eso? ¿Es posible ayudar a la gente a encontrar su propósito dentro de una compañía?
Es posible, pero hay que hacerlo bien, con delicadeza digamos así, porque el propósito vital de una persona no suele ser el propósito de una empresa. Practicamos mucho con empresas en este sentido. Puedes ayudar al empleado, pero hay que ser consciente de que el propósito de la compañía ocupará una parte pequeña dentro del propósito vital. Hay otras entidades, como la familia, la sociedad, la religión, las asociaciones… que dan mucho sentido de propósito. Las empresas deben entender el propósito desde esa perspectiva plural y, sobre todo, teniendo en cuenta que en el centro siempre debe estar la persona. Mucho cuidado con invitar a alguien a definir dentro de una empresa su propósito personal y vital, y que lo que busques realmente es que sea más productivo. Eso sería definir el propósito como lo harías de una máquina. Y eso no es. Por otra parte, ¿qué pasa si en ese proceso la persona encuentra su propósito y no es el de la empresa? Pues fantástico. ¿Y si entonces se va de la compañía? Maravilloso. Si no entiendes esto, es que que no has entendido de qué trata el propósito de la persona.
Carlos Rey se explayó un poco más sobre el tipo de conversación que se requiere para hablar de propósito:
“Hay una sobreexposición y contaminación de los conceptos de propósito y valores. Muchas empresas hablan demasiado sobre esto”
RW. ¿Qué le decimos a la gente para elegir la empresa? ¿No tendría sentido que el candidato entrevistara también a la empresa, y no solo la empresa al candidato?
Efectivamente. A mis alumnos les doy una metodología para analizar los valores de una empresa, compararlos con los suyos y ver cómo encajan. Pero a veces hacer esta comparación no es fácil porque hay una sobreexposición y contaminación de los conceptos de propósito y valores, y muchas empresas hablan demasiado sobre esto. Al tiempo, hay empresas que realmente tienen propósito y no se dan tanta cuenta, pues lo tienen totalmente integrado en la cultura; en ese caso, se tarda un poco más en percibirlo. La metodología que les propongo ayuda, pero hay que entender que no todo es blanco o negro, que hay grises, y que la perfección no existe.
Inexistencia de lo perfecto
"Foros como este son importantes, pero tenemos que evitar el riesgo de creer que los que estamos en ellos somos los buenos del propósito", dice Carlos Rey al hilo de su afirmación sobre la inexistencia de lo perfecto en este terreno. “Yo siempre digo en este tipo de ámbitos que somos aprendices. Hemos de reconocer la imperfección. Se trata de una cuestión de armonía entre lo que se piensa, lo que se siente y lo que se hace. Usando estas tres coordenadas se puede ver lo que es una organización. A los jóvenes les digo que busquen empresas auténticas, coherentes e íntegras, pero no perfectas, porque esas no existen. Y si las hay, serán aburridísimas. Ojo con querer dar imagen de perfección cuando trabajamos en estos temas”.
A lo largo de la conversación, Rey se refirió también al problema que supone para algunas compañías cultivar un propósito y, a la vez, lograr crecimiento:
RW. Has hablado de diferencias entre empleados satisfechos, comprometidos e inspirados por el propósito. ¿Son estos últimos los más valiosos?
No. Valiosos lo son todos, incluso los cabreados. Una persona no vale por lo que produce. Los inspirados son los más productivos, pero no por producir más valen más. Es una cuestión de dignidad humana, y esa es la mirada que se ha de tener. Hablábamos antes de las personas que no tienen propósito, pero yo no veo gente sin propósito, sino gente que no lo conoce todavía. Cuando lo conoces lo notas, está ahí, dentro de ellos, y hay que descubrirlo. Y cuando se descubre no es el final de la película, sino el principio.
“Yo no veo gente sin propósito, sino gente que no lo conoce todavía”
RW. El propósito puede ser para una empresa fuente de atracción de talento pero, desde el momento en que lo expone mucho, también puede generar rechazo.
Hablaba en la ponencia de los propósitos que repelen y entre los factores que influyen en ese sentido está el activismo, que es horrible y está pasando hoy en muchos aspectos: rellena, haz tic, consigue ratios…. El indicador se convierte en lo importante. Hacer, hacer, hacer… ¿qué sentido tiene esto? Y con el tema del propósito la pregunta es aún más pertinente. Uno llega a una empresa por su propósito y luego se encuentra con que esta se apunta a todas las modas consecutivamente y todo el mundo tiene que pasar por el aro. El sentimentalismo y el racionalismo son fáciles de identificar, pero con el activismo no pasa eso. ¿El activismo es bueno? En este sentido al que me refiero, el de poner las acciones por delante de los valores, no. El riesgo de pasar de un activismo bueno a este es muy alto.