Todos los fabricantes de productos alimentarios tienen un objetivo compartido: vender.
Como ocurre con cualquier actividad comercial, la fuente de ingresos proviene de las ventas lo que obliga a poner en marcha estrategias que atraigan al consumidor y le insten a repetir.
Pero las técnicas para vender alimentos no son siempre las mismas; aunque todas tengan una meta común, el camino para llegar a ella puede ser muy distinto. Ahí radica la diferencia entre el marketing nutricional y el marketing de los alimentos; dos estrategias distintas para conducir al consumidor hacia un mismo lugar: la caja registradora.
Marketing de los alimentos
Hasta hace unos años, el marketing de los alimentos tenía como único objetivo inducir a la compra.
Los alimentos eran contemplados como meros instrumentos para saciar el apetito y ahí se centraban todos los esfuerzos, en presentar unos productos atractivos y, a ser posible, con buenos precios.
Pero de un tiempo a esta parte los intereses han cambiado. El consumidor se preocupa por su salud y presta mucha atención a lo que compra. No valen productos baratos con sabores atractivos, es importante el valor nutricional. Eso ha llevado a los especialistas a cambiar sus estrategias de ventas. Estamos ante el marketing nutricional, en el que entran en juego nuevos conceptos, como el respeto a la naturaleza, la ecología y la protección de la salud.
Argumentos de salud
En la actualidad, la sociedad reclama cada vez más argumentos sólidos. No bastan buenos eslóganes ni envases llamativos, es preciso convencer con mensajes auténticos, que transmitan confianza a todos los consumidores. En este sentido, han cobrado fuerza los términos bio, orgánico o ecológico. Son trending topic en materia de alimentación y están cada vez más presentes en las campañas publicitarias.
El interés por la nutrición natural se extiende también a los llamados superalimentos. Chía, quinoa, moringa, espirulina... son substancias de moda que llaman mucho la atención y que han incorporado los fabricantes para convencer al público más exigente. Se trata de vender salud y de ofrecer en cada momento lo que el consumidor está reclamando.
Y ¿cómo hacen los fabricantes para estar en sintonía con el consumidor? En este sentido, internet es la clave. Las nuevas tecnologías ayudan a establecer un contacto con el cliente directo y sin filtros, lo que permite extraer conclusiones y afinar en las propuestas. Cuestionarios de satisfacción, redes sociales, encuestas... todo sirve para establecer un feedback con el público y para crear productos comerciales que acierten de pleno con las demandas.
Imagen de marca
El marketing nutricional basado en argumentos de salud no solo persigue aumentar ventas, tiene también un efecto directo sobre la marca. Las empresas que apuestan por los ingredientes saludables salen siempre reforzadas en las campañas; el cliente asocia conceptos de manera automática y sabe que si adquiere una marca X estará comprando bienestar.
La imagen de marca se apoya en numerosas herramientas y una de las más importantes es el envoltorio. En los productos ecológicos o bio, el packaging es esencial; no sirven los plásticos o el porexpan, se imponen el cartón o los envases reciclables.