Los desafíos del reciclaje de ropa y el futuro de las prendas compostables

  • La combinación de materiales o los tintes químicos complican los procesos de reciclaje de las prendas
  • Algunas marcas apuestan por ingredientes naturales que degradan mediante proceso de compostaje
Los desafíos del reciclaje de ropa y el futuro de las prendas compostables

Reducir el impacto de la actividad productiva y comercial, así como impulsar la circularidad y la reutilización, se han convertido en auténticos mantras para la industria de la moda en los últimos años. Cada vez más marcas, muchas de ellas grandes multinacionales, como H&M o Inditex, están implementando medidas para incluir la sostenibilidad en sus estrategias: desde el consumo de energía en las plantas productivas hasta la búsqueda de nuevos y más respetuosos materiales. El reciclaje de prendas es la gran promesa del sector que, sin embargo, se enfrenta a profundos retos que van más allá de las marcas. 

Gran parte de la ropa producida y comercializada termina en vertederos o incineradores

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la industria de la moda representa aproximadamente el 8% de las emisiones globales de dióxido de carbono a nivel global. Y se estima que más del 80% de la ropa producida termina en vertederos o incineradores, resultado de un sistema complejo en el que el reciclaje total de las prendas es prácticamente imposible. 

Además del enorme volumen de ropa que se produce anualmente -un informe del Foro Económico Mundial de 2016 estimó que cada año se crean 150.000 millones de prendas nuevas-, la composición de los tejidos es uno de las principales barreras para un reciclaje plena de la ropa. Y es que, actualmente, muchas compañías elaboran sus colecciones con tejidos que combinan, entre otras cosas, algodón y poliéster. El primero, si natural, constituye un material biodegradable. El segundo, fabricado mediante diversos químicos, no es compostable. La dificultad de separar ambos materiales en procesos de reciclado, sumado a la existencia de tintes artificiales en las prendas, plantea profundos desafíos para una circularidad real de la moda. 

Es por ello que algunas marcas, como Stripe & Stare, están apostando por lanzar líneas de ropa biodegradable y que, según señalan, se pueden desechar en un contenedor de compost. Sus prendas, en su mayoría ropa interior femenina, está elaboradas con una fibra denominada Tencel Micro Modal, que según señala la marca es fabricada de forma sostenible en Austria a partir de árboles de madera de haya. En este sentido, tal y como explican, su línea B Edit se descompondría, como cualquier resto de comida. 

Sin embargo, no es suficiente con que la tela esté hecha simplemente de fibras naturales, como el algodón, la seda y la lana, para convertirla en abono o compost. Muchas marcas tratan su ropa con productos químicos con los que se busca que las prendas sean impermeables o resistentes a las manchas o las arrugas. En este sentido, algunas marcas prometen que sus prendas son compostables cuando realmente se trata de que su ropa usa algodón, lino o cáñamo, pero por ejemplo, sus costuras utilizan otros materiales. Esto sucede especialmente en las costuras, las cuales en su mayoría emplean hilos con poliéster. 

Iniciativas públicas y privadas de compostaje

No obstante, incluso si la prenda estuviera elaborada íntegramente con materiales naturales y compostables, descomponer o degradar la ropa continuaría siendo un desafío, ya que muchas plantas de compostaje de momento no aceptan materiales textiles. Entre las razones, destaca el hecho de que resulta complejo verificar el contenido de la tela y, a este respecto, evitan el riesgo de contaminación. La mayoría de las plantas están preparadas para alimentos. 

Esto implicaría, por tanto, sistemas gubernamentales para el procesamiento de restos textiles de cara a conseguir avances significativos, ya que actualmente el compostaje de las prendas dependería, bien del usuario -que tendría que estar dispuesto o en la posibilidad de contar con su propia pila de compostaje-, o de que las marcas garanticen la recolección y gestión de todas las prendas, una inversión dificil de asumir por las compañías a nivel particular. 

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No obstante, algunas marcas están trabajando en esta dirección. Según informa Fast Company, la marca Harvest & Mill está trabajando con la organización sin ánimo de lucro Fibershed para probar las condiciones de compostaje con instalaciones, tanto municipales como privadas en California, lo que les permitiría crear un programa de "recuperación" de compostaje.

Con todo, el reciclaje del algodón sigue siendo el principal campo de batalla de la circularidad en la industria de la moda. Así, la start-up Renewcell, cuyo producto insignia es Circulose, hecho con ropa de algodón reciclado, firmó a finales del año pasado acuerdos de compra de varios años con tres clasificadores textiles europeos diferentes para obtener toneladas de residuos textiles para su reciclaje en sus instalaciones de Sundsvall. 

Esta planta de producción se ubica en una antigua fábrica de papel y se estima que producirá 120.000 toneladas de Circulose al año, lo equivalente a más de 500 millones de camisetas, según la empresa. Además, se espera que sea la instalación de reciclaje químico para textiles más grande del mundo. “Estamos encantados de poder ofrecer a nuestros socios una alternativa rentable y circular al downcycling, la incineración o el vertido de productos textiles que no se pueden vender de segunda mano”, señaló Martin Stenfors, Director de Operaciones de Renewcell

Un cambio de mentalidad

Por su parte, la empresa finlandesa de moda y tecnología textil Infinited Fiber Company, fabricante de la fibra Infinna que utilizan marcas como Zara, Tommy Hilfiger o Patagonia, ha impulsado la construir de su primera fábrica del material a gran escala mediante la conversión de una antigua planta de producción de papel en la ciudad de Kemi. Según informó la compañía en junio, la inversión estimada es de 400 millones de euros y se espera que  genere alrededor de 270 puestos de trabajo en la zona. Los responsables proyectan una capacidad de producción anual de fibra de 30.000 toneladas métricas de Infinna, lo que equivale a la fibra necesaria para unos 100 millones de camisetas.

Se aboga por impuestos a empresas de moda rápida o incentivos a la fabricación de proximidad

Con todo, una importante sección de esta nueva industria de la moda aboga por reforzar el concepto, y producción, de durabilidad de las prendas para tratar de reducir también los procesos de reciclaje de las prendas. En este sentido, muchos valoran positivamente medidas como las planteadas por la Comisión Europea, y apoyan el establecimiento de impuestos más altos a las empresas de moda rápida altamente contaminantes, incentivos para las empresas que apuesten por la fabricación de proximidad o medidas enfocadas a responsabilizar a las empresas por el ciclo de vida completo de su ropa. 

Sin embargo, pese a las iniciativas políticas, los avances tecnológicos para favorecer la circularidad de la moda y los propósitos corporativos, el pricing y la mentalidad del consumidor es otra gran barrera a la que todavía hay que hacer frente. La realidad es que una camiseta negra de la citada marca Harvest & Mill cuesta 58 dólares, cuando una prenda similar de H&M puede no llegar a los 20 euros. Hacer ver a los usuarios las ventajas y beneficios de abonar esa diferencia sería la gran victoria del sector. 

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