Si piensas que los festivales de música, como las bicicletas, sólo son para el verano... te diré que no. Que en otoño, e incluso en invierno, hay cantidad de citas festivaleras que puedes aprovechar tanto si eres público objetivo de este tipo de eventos como si, en el papel de marca, buscas conectar tu producto con Millennials (y no tan Millennials) amantes de la música.
En este último caso, lo primero a tener en cuenta es saber que la comunidad festivalera (entre la que me incluyo) no sólo persigue a sus bandas favoritas allá donde vayan para escuchar su música. Para eso muchas veces basta con poner la radio o conectarse a Spotify, ¿no?
Cuando vamos a festivales, además de pagar una entrada, cogemos un Blablacar y reservamos un Airbnb pensando en vivir una experiencia completa en lo musical y turístico. Una experiencia de la que queremos guardar montones de recuerdos para luego compartir en redes sociales, por supuesto.
Conociendo al prototipo de festivalero
Hace unos días nos llegaba a la redacción un interesante estudio realizado por Beefeater este año en los festivales BBK de Bilbao y Mad Cool de Madrid.
Entre las curiosidades, me he encontrado con datos como que el 47% reconoce del público de este tipo de eventos asegura que podría ser infiel durante un festival, pero sólo un 8,5% manifesta que usaría aplicaciones para ligar como Tinder frente al método tradicional. Como asistente a festivales, puedo decir que he visto a "Adopta un Tío" repartir productos promocionales en el Dcode de Madrid. Sin embargo, lo recuerdo como algo anecdótico y, visto lo visto, parece que puede ser útil en sus estrategias de marketing. Ahí lo dejo.
Las marcas apuestan por lo indie
Ojo también a las marcas de belleza y cuidado personal porque según este mismo estudio, el 37% de los encuestados prefiere no ducharse en festivales. En su lugar opta por "recurrir a desodorantes para aguantar el ritmo". ¿Quién será el primero que monte un stand para repartir desodorantes? ¿Podrían incluso personalizarse con los nombres de las bandas del cartel? Más de un fan seguro que estaría dispuesto a pagar por ello.
Y hablando de estética, este fin de semana me he encontrado con una innovadora acción promocional de la ginebra Barber's gin en el festival Monkey Week de Sevilla. Una barbería montada en la calle para reunir a todos los barbudos del festival en torno a una marca. Es otra prueba más de que lo tradicional vende y vuelve a estar de moda y además sirve para posicionar a una marca en pleno festival. ¡Bravo!
Las mejores experiencias
Pero sin duda, las acciones que creo causan mayor impacto en este tipo de eventos son las que consiguen crear una experiencia. Algo que consiguió Red Bull con esta innovadora acción en el FIB de Benicasim: ofrecía la posibilidad de disfrutar del mejor concierto de tu vida ¡a 6 metros de altura! Lo han llamado “El cielo en la tierra”.
Como experiencia no tiene precio y además, nunca antes tuvo más sentido el claim: “Red Bull te da alas”....
Otros festivales trabajan el marketing de experiencias en el plano digital. Es el caso del Coachella de California que en su día lanzó una aplicación de realidad virtual para ofrecerle al público la posibilidad de ver experiencias creadas por otros asistentes antes, durante y después del festival. Todo a través de unas gafas de realidad virtual que regalaban con la entrada y que además permitían disfrutar de los mejores conciertos con panorámicas de 360 grados de todo el recinto.
Los patrocinios están en auge
Los festivales son un gran escaparate en el que las marcas pueden lucir sus mejores galas. Es habitual que los escenarios lleven el logo de marcas como Ron Matusalem, Heineken, Estrella Damm o Wiko.
Y lo que empieza a ser cada vez más común son los patrocinios incorporados a modo de "apellido" del festival. Es el caso del Resurrection Fest Estrella Galicia, que incorporó por primera vez este año la marca de su patrocinador oficial dentro de su nombre.
Estrella Galicia es de hecho una marca que está apostando fuerte por los festivales de música poniendo en marcha también acciones experienciales como las catas con Estrellas Michelin en festivales como el Sinsal de Vigo o el Posidonia en Formentera. Festivales que, por cierto, consiguen vender entradas sin desvelar ni un sólo grupo del cartel (eso se merece un sobresaliente en fidelización).
Otra marca también muy presente en los festivales de música nacionales es Jägermeister, una marca que se presenta a sí misma como “uno más del grupo en los festivales con ganas de convertir esos momentos especiales entre amigos en extraordinarios”. Además de dinamizar el ambiente organizando concursos y creando multitud de álbumes de fotos en las redes sociales, Jägermeister también es responsable, por ejemplo, de organizar conciertos en un barco.
Y entre las marcas más reivindicativas con las que me he encontrado recientemente está el ejemplo de Entradium, una plataforma de venta de entradas que reivindica su papel en la organización de festivales y combate la mala imagen de las tiqueteras con ironía.
El filón de los influencers
Por supuesto que los influencers también son carne de festival. Frescos en la memoria tenemos casos como el de TwypTubers, una acción branded content de la agencia Fluor Lifestyle para Twyp, la app de ING que permite realizar pagos entre amigos. Para promover la utilidad de la aplicación en este tipo de eventos en los que no se suele llevar demasiado dinero encima, se retaba a 4 youtubers a sobrevivir sin dinero en efectivo en los festivales. Una buena manera de meter un banco en un terreno, aparentemente, hostil.
Puede que también quieras leer: La ciencia de la influencia
Y para influencia la que puede conseguir una simple pulsera. Otro escaparate de lujo para las marcas y todo un tesoro para cualquier festivalero de pro tal y como acertaron a visionar los humoristas Rober Bodegas y Alberto Casado.
Estoy convencida de que los festivales son un buen punto de encuentro para marcas, Millennials y no tan Millennials. Sobre todo teniendo en cuenta que, movidos por la euforia del momento, el público de estos eventos no duda en pagar un poco más por una bebida o abonar el extra de la zona vip cuando eso les garantiza la posibilidad de vivir una experiencia más plena.
Sólo me queda decir que está en manos de las marcas aprovechar el momento o dejarlo pasar. ¡Se aceptan todo tipo de propuestas!