La liberalización del sector ha desatado la guerra de precios también en las gasolineras. La subida en el precio de los hidrocarburos ligada a una coyuntura de crisis económica ha hecho proliferar multitud de estaciones de servicio low cost en puntos estratégicos de nuestro país.
Bajo la premisa de carburante de calidad a bajo precio, marcas y cooperativas han desembarcado en España con el fin de multiplicar su rentabilidad y dejar fuera de juego a las estaciones tradicionales.
Y, por el momento, no les va mal. Su potente estrategia de pricing ya ha puesto en jaque a las grandes petroleras, que ven reducir sus ingresos y clientes, mientras se aferran al argumento de vender carburante de mayor calidad con aditivos más fiables.
Un razonamiento que los consumidores desoyen, alentados sobre todo por el ahorro que conllevan los hidrocarburos de marca blanca. Y es que un establecimiento de este tipo ofrece descuentos de hasta 20 y 30 céntimos por litro de carburante.
Unas diferencias que se acentúan todavía más en Madrid y su periferia. Así, el gasoil se vende a 1,18 euros y la gasolina 95 a 1,25 euros en la localidad de Valdemoro.
Las petroleras convencionales, por su parte, se ven abocadas a recortar sus precios si no quieren engrosar la lista de las 1.100 gasolineras que han echado el cierre en los últimos cinco años.
De hecho, de las 100 gasolineras con los precios de gasoil más bajos esta semana, sólo el 20% correspondía a surtidores de grandes petroleras.