En la edición de vídeo está la parte más complicada para sacar algo valioso de horas y horas de una grabación. Pero... ¿Qué pasaría si la cámara decidiera por ti qué es lo más interesante y qué es prescindible?
Pues esto, a grandes rasgos, es lo que hace la nueva Graava. Una nueva cámara de acción decidida a facilitar la manera en la que grabamos y procesamos vídeo.
Ha sido diseñada por el brasileño Bruno Gregory. Este ingeniero de software tuvo una curiosa experiencia después de tener un leve accidente con su bicicleta. La cámara GoPro que llevaba en su manillar posibilitó que la policía pudiera atrapar al conductor que había chocado con él y se había dado a la fuga.
Aquí le surgió la idea de crear una cámara capaz de registrar todos los momentos importantes sin perderse nada, pero saltándose lo superfluo.
"Después del accidente, empecé a pensar en la cámara que tenía. La mayoría del tiempo, no sacaba la cámara de casa. La usé dos veces en un año, por vacaciones o esquí. El mercado realmente necesita algo mejor que esto, algo más inteligente", explica.
Los pedidos de Graava ya se pueden realizar a un precio reducido de 249 dólares hasta el 1 de septiembre, fecha en la que comenzará a venderse por 399 dólares.
¿Cómo lo hace?
Para saber lo que debe quedarse en la grabación y lo que no, la cámara tiene varios sensores y un software propio que decide cuándo un momento es llamativo.
Para ello trabaja con un servicio online que edita lo grabado según el sonido, el movimiento (gracias a un acelerómetro), la localización (incorpora GPS) o incluso nuestro ritmo cardíaco, dado que puede conectarse con wearables.
Es una especie de time lapse, en el que la acción avanza rápido hasta que se pone a tiempo real en las partes más interesantes. Algo muy útil en deportes, pues no siempre se requiere todo en la grabación para mostrar lo más impactante.
La GoPro inteligente
La premisa de esta start-up está clara: la GoPro y demás cámaras de acción están bien... pero requieren que el usuario descargue el contenido y lo edite.
Graava simplifica el proceso y no requiere conexión a un ordenador. Se carga sobre una superficie de carga inalámbrica y sincroniza el vídeo en bruto en la nube, desde donde se realiza la edición automática de las mejores partes.