¿Cómo enseñan a contrastar las fuentes en la era de Internet?

“La primicia no la da quien publica antes un hecho sino el primero que lo cuenta bien”.- Gabriel García Márquez
 

El periodista y premio Nobel de Literatura, Gabriel García Marquez, defendía la verdad por encima de la rapidez como uno de los principios básicos del periodismo. “La primicia no la da quien publica antes un hecho, sino el primero que lo cuenta bien”.

García Márquez defendía la verdad por encima de la rapidez

Sin embargo los medios de comunicación, además de ser "el cuarto poder" y ofrecer un servicio básico a una sociedad que necesita estar bien informada para poder vivir en democracia, también son un negocio. Un negocio que busca rentabilidad, muchas veces a costa de ser los primeros en publicar la noticia. La exclusiva vende y tenerla obliga a los periodistas a trabajar rápido. Más si cabe en la era de la inmediatez en la que vivimos cuando la sociedad se entera antes de lo que ha pasado por Twitter que por los propios medios de comunicación

El caso es que esa rapidez ha derivado en un "periodismo replicante" que premia la celeridad antes que la verificación de la información. Algo está fallando cuando los medios publican fake news semana sí y semana también. ¿Dónde está el problema? ¿En los propios medios de comunicación? ¿En los nuevos periodistas de la era de Internet que son menos rigurosos que sus colegas del papel? ¿Se está enseñando a contrastar fuentes para combatir los bulos en las universidades de Periodismo?

Buscamos respuestas.

En este reportaje participan:

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Ernesto Villar, Doctor en Periodismo del Centro Universitario Villanueva

“Aunque cambien los canales y las herramientas, tenemos que seguir acudiendo a la fuente primaria de la información”.

 

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Xosé López, Profesor de Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela

“Es realista verificar la información antes de publicarla porque ese es uno de los elementos constitutivos del periodismo. De lo contrario, seremos replicantes o altavoces. No periodistas”.

 

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Javier Díez Romero, Periodista y Doctor en Comunicación de la Universidad Europea

“Tenemos que empezar a alertar sobre las fake news antes de llegar a la universidad. Es fundamental para garantizar una sociedad bien informada".

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Juan Pablo Bellido, Profesor del Campus Universitario EUSA, centro adscrito a la Universidad de Sevilla

“De entrada tenemos que ser cautos y  no dar crédito a una información de la que desconocemos su origen. La credibilidad es el único patrimonio que tiene un periodista”.

 

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Sergio Príncipe Hermoso, Profesor de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid

"En la era de Internet, el desafío consiste en no bajar la guardia respecto a los bulos a pesar de que todo fluya mucho más rápido. Hay que ser muy hábiles, por eso no vale cualquiera para ser periodista".

 

¿Qué dice la teoría del Periodismo?

La historia y teoría del Periodismo recoge ciertos protocolos que indican los pasos a seguir por un periodista para comprobar que una noticia es real y no inventada. ¿Cuáles son?

“Contrastar las fuentes, no fiarse sólo de una, sino al menos de dos, y sobre todo acudir a la fuente primaria que suele ser una persona o un informe físico”, explica Ernesto Villar, Doctor en Periodismo en el Centro Universitario Villanueva.

"Hay que acudir a la fuente primaria de información"

Le complementa su colega Xosé López, de la Universidad de Santiago de Compostela: “En las convenciones periodísticas siempre hablamos de verificar una noticia por varias fuentes. Eso se hacía ayer y se tiene que hacer hoy. Cuando tenemos una historia, sea más o menos sorprendente, hay que comprobarla y, una vez verificada, es cuando se elabora y difunde”.

Desde el Campus Universitario EUSA, centro adscrito a la Universidad de Sevilla, Juan Pablo Bellido aconseja a sus alumnos “desconfiar siempre de cualquier noticia de la que desconozcamos su fuente de procedencia. Averiguar de dónde surge la información, quién aporta los datos relevantes de la noticia y, sobre todo, quién la procesa: si es o no un medio de comunicación de confianza o un periodista de reconocida solvencia. De lo contrario, es preferible ser cautos y, de entrada, no dar crédito a una información de la que desconocemos su origen". El también Periodista y Doctor en Comunicación de la Universidad Europea, Javier Díez Romero, también recomienda algo tan básico y fundamental que, por sorprendente que parezca, a veces se pasa por alto: “Lo primero que hay que hacer es pensar".

"Lo primero que hay que hacer es algo tan básico como pensar"

"Muchas veces leemos la noticia rápido y no nos paramos a pensar qué está contando, ni comprobamos la fuente o quién publica. Si tenemos alguna duda hay que ver si alguien más la está sacando, eso nos dará algunas pistas de si es real o no”. Este profesor añade también que no debemos quedarnos simplemente con el titular, sino que profundizar en el contenido de la noticia puede dar pistas sobre si la noticia es real o no. Además sugiere que cada profesional de la comunicación tenga su propia lista de referencia de medios, periodistas y fuentes fiables.

Insiste en la misma idea Sergio Príncipe Hermoso, Profesor de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid. Lo básico y fundamental según su punto de vista es contrastar los datos y las fuentes de origen. La dificultad está en hacerlo rápido: “Por eso no vale cualquiera, pues hay que ser muy hábil. El desafío consiste en no bajar la guardia con respecto a los bulos aunque todo fluya cada vez más rápido”.

¿Cómo se trabaja realmente en un medio de comunicación?

La velocidad a la que todo discurre en el siglo de las nuevas tecnologías, en el que ya se habla de la tecnología blockchain aplicada al modelo de negocio del periodismo, ha cambiado las reglas del juego también en periodismo. ¿Es realista el protocolo de contrastar la información con varias fuentes distintas teniendo en cuenta la velocidad y la presión con la que se trabaja en los medios? Se lo preguntamos a los profesores.

“El reto en periodismo es publicar la noticia antes que nadie y publicarla bien”, afirma Ernesto Villar, del Centro Universitario Villanueva, que reconoce que hace unos años el trabajo de contrastar la información era más sencillo por una cuestión de números “había menos fuentes”. Sin embargo ahora, con las redes sociales, la cosa se complica. 

"Si no verificamos las fuentes, seremos altavoces, pero no periodistas"

Aunque tampoco se vuelve imposible: “Es realista verificar la información antes de publicarla porque ése es uno de los elementos constitutivos del periodismo. De lo contrario, seremos replicantes o altavoces, pero no periodistas”. Quien habla es Xosé López, Profesor de Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela, que sugiere usar nuevas herramientas para este nuevo escenario: “La estrategia de herramientas automatizadas y semiautomatizadas de verificación, o fact fact checking, es de vital importancia. Es un campo en el que hay que avanzar porque puede ayudar al periodista a verificar la información con rapidez”.

Juan Pablo Bellido, Profesor del Campus Universitario EUSA aclara que no siempre es obligatorio contrastar cada información con 3 fuentes distintas: “Si la información no dejar lugar a dudas y es verificada por un organismo oficial (uno sólo) o por una fuente de reconocida solvencia, pienso que el deber de contrastar está cubierto. Al igual que si contamos con material gráfico o documental que respalde la noticia”. Sin embargo, cuando estemos ante un caso controvertido o que admita distintas interpretaciones “es fundamental que la información que ofrezca el periodista esté debidamente contrastada. En ello va su credibilidad que, a fin de cuentas, es el único patrimonio que tenemos. Las prisas no pueden nunca determinar nuestro trabajo”.

"Las prisas no pueden determinar nuestro trabajo nunca"

Al hilo, Juan Pablo Bellido recupera una cita del periodista y premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez: “La primicia no la da quien publica antes un hecho sino el primero que lo cuenta bien”.

Haciendo autocrítica, Javier Díez Romero, Periodista y Doctor en Comunicación de la Universidad Europea, reconoce que parte de la culpa de esa obsesión por ser los primeros en publicar algo es de los propios periodistas y también de los medios. Por eso, invita a todo el sector de la prensa a hacer una reflexión: “¿Merece la pena esa rapidez ante el riesgo de equivocarnos en la noticia? Yo creo que no. La rapidez no debe tapar el objetivo de publicar información real y veraz. Es difícil, yo lo entiendo, porque todos buscamos ser los primeros, pero puedes haber sido el primero 100 veces y como la 101 te equivoques y lances fake news, eso ya te marca para siempre".

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Sergio Príncipe tampoco concede que la celeridad justifique no contrastar la información. Ahora bien, aclara: “Yo no incidiría solo en las fuentes, sino que revisaría cómo se ha redactado la noticia, los datos que aporta y las fuentes secundarias que ofrece”. Añade que “muchas veces se puede tener la pista de que una noticia no es real cuando las cifras que dan son estratosféricas y no tienen base. En ocasiones, el problema está en cómo se ha interpretado una noticia”.

"También hay que revisar cómo se ha redactado la noticia y las fuentes secundarias que ofrece"

Y para explicarlo nos pone el ejemplo de lo que ocurrió hace un mes con la noticia de que la Unión Europea planeaba prohibir el kebab. “Ya de por sí, una prohibición así a las claras y tan tajante por parte de las Instituciones Comunitarias sin haber activado un protocolo sanitario previo no tiene sentido. La cuestión es que la noticia real a la que se aludía es que la UE iba a prohibir el uso en la preparación de ciertos alimentos de fosfatos y otros aditivos”. Un ejemplo perfecto para poner en valor la importancia que tiene tomarse una pausa y usar el sentido común antes de difundir ciertos datos.

Las redes sociales han hecho más daño

Aunque las redes sociales han hecho mucho daño, siempre ha habido fake news en la historia del periodismo. “Los bulos siempre han existido” asegura Xosé López. “Lo que pasa es que con un sistema de comunicación en red como el de hoy y con la multiplicación de canales y altavoces, estos bulos tienen mucho más impacto y consecuencias”. Para ponernos al día, nos recomienda releer el estudio de Marc Bloch sobre los bulos a lo largo de la historia.

Para Ernesto Villar el problema no está en la tecnología en sí misma, sino en el “mal uso” que hacemos de ella. “Históricamente lo hemos llamado intoxicaciones. Te pasaba incluso con las fuentes de confianza, que te estaban intoxicando en el sentido de llevar el enfoque a donde quisieran, para que diéramos la información al gusto de la fuente. Las intoxicaciones ahora tienen otros canales, sueltan un tuit y no necesitan pagar o convencer al periodista de que difunda esa información”. Un problema que se hace más grande, asegura, con la ayuda de los bots “que dan apariencia real al contenido” o con las cadenas de mensajes de WhatsApp “que ayudan a difundir algo de manera facilísima”.

"Algunos países intentan combatir las fake news con legislación, pero el cambio debe venir de los periodistas y la sociedad en general"

Juan Pablo Bellido acepta la idea de que las redes sociales han favorecido la propagación y la viralización de las fake news pero “en realidad las noticias falsas han existido desde siempre. Unas veces porque la realidad se ha ido deformando conforme ha ido pasando de una persona a otra y otras porque, al igual que ocurre ahora, los poderes fácticos se han preocupado de deslizar encuadres interesados o verdades a medias (cuando no falsedades rotundas) para tratar de influir en la opinión pública”.  Juan Pablo Bellido nos pone un ejemplo muy conocido en la historia del Periodismo: “los españoles tenemos muy presente el famoso hundimiento del Maine, que provocó la Guerra de Cuba en 1898 y que tuvo su origen en una noticia falsa”.

Javier Díez Romero coincide en que las noticias falsas han existido siempre. Basta con remontarnos “a la prensa amarillista o sensacionalista que se inventaba temas o los exageraba para vender más periódicos”. Lo que pasa ahora con las redes sociales es que todo se magnifica mucho más. “Ese es el problema y hay que luchar por combatir las fake news tal y como están haciendo países como el Reino Unido o Francia con iniciativas legislativas, pero la legislación a veces llega tarde. El cambio debe venir de los periodistas y la sociedad en general”.

La importancia de eliminar de raíz las fake news tiene un motivo de base esencial que señala Sergio Príncipe Hermoso: “En otras épocas con este tipo de informaciones se ejercía una estrategia de propaganda. Al final se trataba de configurar e influir en la opinión pública”.

Cambiar los planes de estudios

Parece que todo lo que se haga por combatir las fake news es poco. Quizás una buena idea sería también ir directamente al foco del problema: los planes de estudios de las facultades de Periodismo. ¿Es necesario incluir una asignatura especial sobre "cómo evitar bulos en la era de Internet"?

“En Villanueva ya lo hacemos” apunta el profesor Ernesto Villar. “En una de mis asignaturas incluso recurrimos a veces a los consejos de las propias redes sociales. Twitter y Facebook tienen herramientas muy útiles para periodistas”. En este sentido, aconseja fijarse en:

  • Que la cuenta sea oficial
  • Que tenga sello verificado
  • Que no tenga faltas de ortografía

“Hay veces que es complicado contrastar las fuentes, pero otras es muy sencillo y nos saltamos una serie de protocolos que parece mentira. En el offline no se nos ocurriría hablar con una fuente que no nos cuente quién es y que lleve una capucha, dudaríamos de su identidad, pero ahora como lo dice Twitter, parece que no nos preocupamos”. Además, Ernesto Villar nos recuerda que la famosa expresión popular de “lo ha dicho la radio” o “lo ha dicho la televisión”. “Eso iba a misa y ahora decimos que lo hemos visto en Facebook o que lo hemos leído en WhatsApp a pesar de las graves consecuencias que tiene no pararnos a comprobar la información un solo minuto”.

“Debemos insistir en la alfabetización digital. Formar a los periodistas para que sepan cómo combatir los bulos”

Xosé López también lo tiene claro: “Debemos insistir en la alfabetización digital. Formar a los periodistas dando mucha importancia a la explicación y aplicación de herramientas actuales de verificación de datos para asegurarnos de que saben cómo combatir los bulos”.

“Recomendable es que el profesorado insista más en la necesidad de desconfiar siempre de los hechos cuyo origen desconozcamos”, apunta Juan Pablo Bellido. Mientras  su colega de la Universidad Europea, Javier Díez Romero, asegura que “tenemos que empezar a alertar sobre las fake news antes de llegar a la universidad. Desde el colegio. Porque es fundamental para poder garantizar una sociedad bien informada que vive en democracia”. Con respecto a los planes de estudios en Periodismo, Javier Díez también es partidario de incluir el tema de las fake news como una asignatura propia y además señala la importancia de iniciativas como Maldito Bulo, en las que se pueda denunciar un contenido falso.

Desde la Universidad Complutense de Madrid, Sergio Príncipe insiste en la necesidad de alertar a los alumnos sobre las fake news mucho antes de que lleguen a las facultades de periodismo. “Los más jóvenes son los más vulnerables y no conviene olvidar que detrás de un emisor que difunde noticias falsas hay estrategias políticas e incluso militares”. Como prueba, Sergio Príncipe señala “el escándalo en Estados Unidos de las presuntas injerencias de Rusia en la campaña electoral que dio la victoria a Donald Trump. Y no hace falta irse muy lejos; en Europa, el ‘brexit’ o la situación de Cataluña son buena prueba de ello”.

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