#1 El beneficio económico y el impacto social van separados, casi en paralelo #2 El único propósito de una compañía es ganar dinero #3 El propósito es buenismo aparente y greenwashing.
Son cosas que se siguen diciendo, pero no deberían ser así. Cosas que explicó y argumentó Álex Pallete, Fundador y Chief Strategy Officer de la consultora Picnic, al principio de su charla en el Foro Líderes con Propósito, organizado por Vocento. Como apuntó el profesional, estas afirmaciones no deberían darse por válidas, porque “vender y aportar valor no son actividades que vayan por separado, sino que se trata de vender aportando valor. Y si se entiende eso, se entiende que cuanto más se venda mejor le irá a la sociedad”.
El propósito es un buen negocio, inteligente y consciente
El propósito es un buen negocio, subrayó el conferenciante; un negocio inteligente y consciente, entre otras cuestiones, de que cuanto mejor le vaya a la sociedad, mejor le irá a la organización. “Por supuesto, no hay nada malo en crecer, pero no vale el crecimiento por el crecimiento. Se crece mejor cuando se es consciente de la capacidad de impacto que se tiene, cuando se crece haciende crecer".
Una de las grandes cuestiones en torno al propósito puede ser encontrarlo y, según Pallete, eso no se va conseguir “pensando en ti mismo, sino pensando en cómo vas ayudar a otros a superar sus barreras o a generar un impacto positivo”. El propósito de una compañía nace de las ganas de trascender y no ha de confundirse, según dijo el directivo de Picnic, ni con la visión -lo que se quiere ser- ni con la misión -lo que se hace-, que son conceptos temporales, alcanzables y circunscritos al sector en el que se opera. El propósito trasciende a eso, es atemporal, es un objetivo al que no se acaba de llegar.
Tres razones para la importancia
Otra pregunta en torno al propósito es la de por qué ahora se vuelve tan importante y Pallete la respondió con tres razones: la primera, que la sociedad es cada vez más exigente con las empresas; la segunda, que la empresas son cada vez más transparentes, lo quieran o no; y la última, que los líderes de las compañías son cada vez más conscientes del impacto de sus decisiones.
En referencia a la primera cuestión, Pallete aludió al hecho, documentado por diferentes estudios, de que la gente tiende actualmente a fiarse más de las empresas que de otro tipo de instituciones a la hora de resolver ciertos problemas de la sociedad.
Con respecto a la segunda, señaló que “la gente quiere y puede saber. Las empresas son cada vez más cajas de cristal, o eres transparente o te transparentan”. Por eso la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace erosiona la confianza y esta, por otro lado, se refuerza si la empresa -sin llegar al sincericidio- deja ver sus imperfecciones y su vulnerabilidad. Esta es fuente de confianza, tanto entre la gente que trabaja en la compañía, como para el resto de personas.
“Es tiempo de líderes valientes y visionarios”, dijo Pallete al comentar el tercer punto. En su opinión, se requieren líderes más humanistas, que buscan trascender y que centren su esfuerzo en proteger un legado y construir un futuro.
Dejar ver las vulnerabilidad y las imperfecciones genera confianza, tanto interna como externamente
El camino hacia el propósito es, según se deduce de las palabras de Pallete, un proceso de introspección. Hay que atreverse a iniciarlo, "a abrazar la complejidad y la humildad de conocerse mejor, de buscar la autenticidad. Saber la verdad es hacerse cargo de ella”.
Por otro lado, el término propósito se ha usado tanto, y muchas veces tan mal en los últimos tiempos, que se diría que ha ido perdiendo su valor, Para recuperar un enfoque adecuado de la cuestión, Pallete propone sustituirlo por la palabra sentido y plantearse con ella dos preguntas: qué sentido tiene que mi compañía exista y qué sentido tiene trabajar en ella. La primera apela al sentido de pertinencia y la segunda, al sentido de pertenencia.
Ambos son clave para una compañía y deben articularse en torno al cambio, algo que todas las empresas llevan en su germen, pues ninguna se crea para hacer exactamente lo mismo que se venía haciendo. La cuestión es redescubrir esa idea o impulso original de cambio, -“hacer un viaje al alma de la empresa”, o “descifrar el genoma corporativo”, según expresiones que usó Pallete- y después hacerlo contemporáneo.
Una brújula para el día a día
Ese sentido o propósito, un vez descubierto, “sirve para decidir mejor en el día a día, aporta foco y coherencia, todo el mundo en la compañía trabaja con la misma brújula, aunque no con el mismo mapa”. señaló el ponente. “Decidir mejor, incluso cuando ello implique renunciar a grandes oportunidades de negocio. El retorno del propósito está en el compromiso de la gente, en la reputación, en la diferenciación, y eso es muy potente”.
Álex Pallete comentó también que cuando una compañía tiene un propósito claro, se nota. “A lo mejor la gente que trabaja ahí no lo sabe expresar en una frase, pero se vive y se traduce en actos. Como dijo aquel, el que tiene magia no necesita trucos”.
Siguiendo con las preguntas en torno al concepto, Pallete aludió finalmente al la de "¿cómo saber si lo tengo, cómo saber si cuando hago un ejercicio de propósito es el mío realmente y no un canto al sol?". Y la respuesta que dio es, nuevamente, que eso se nota. Se nota en la ilusión, en la capacidad de impactar que el propósito auténtico genera, en que se trata de una verdad útil y accionable y en que, básicamente, tiene dos cualidades: “Me identifico y me moviliza”, dijo, “es a la vez espejo y trampolín” .