¿Cuál es uno de los principales problemas del e-commerce? Las opiniones falsas. Este tipo de comentarios sin fundamento no solo minan la confianza de los clientes, sino que cuestan dinero a la empresa porque evitan la compra de potenciales clientes.
Según una encuesta de Trusted Shops, el 3% de los usuarios confiesa haber escrito alguna opinión falsa, y un 10 % se plantea hacerlo en un futuro próximo.
¿Cómo son los que escriben opiniones falsas en las tiendas online? ¿Qué esperan conseguir con ello? Trusted Shops ha identificado cuatro tipos de personas que hacen este tipo de comentarios.
El trol
Le molestan incluso las cosas más pequeñas y su nivel de tolerancia está por debajo del nivel del mar. Por eso vive en una cueva y desde allí busca por internet pequeñas cosas que no encajan con su limitada visión del mundo: puede ser la información de un producto, meras opiniones o imágenes. Cuando se desata lo hace de forma digital y no tiene límites: insulta, ofende, provoca y acecha. Esa es su pasión.
El graciosete
¡El ingenio no entiende de límites! Gastar bromas es su lema vital. Para él todo en la vida es diversión, especialmente en internet. No puede resistir el impulso de dejar un comentario a un producto o un servicio que no tiene sentido pero que, desde su punto de vista, tiene gracia.
El egochulo
En internet se siente poderoso y fuerte, todo un aventurero. Ahí cualquiera puede dar su opinión y se le escucha. Cuando deja una valoración aumenta su ego hasta límites insospechados.En cuanto escribe un par de críticas falsas se mira en el espejo y se siente satisfecho. En la vida real no abre la boca, pero en internet, gracias a sus opiniones falsas, es toda una autoridad.
El rambo digital
Solo ante el peligro en la red. Dar a que algo no le gusta, los emojis y los insultos son las armas preferidas de los rambos digitales. Internet es su campo de batalla. Su estrategia: ¡el ataque! No hay nada a salvo, ninguna pequeña banalidad queda sin valorar o sin arrasar. Él mismo tiende hacia la violencia absoluta; en su universo no existen divisiones: él es juez y verdugo en uno. Cuando su emboscada digital termina, no queda títere con cabeza.
