Dedicada al rodaje de cine publicitario desde 2006, Lara Arellano es realizadora de la productora argentina Argentinacine y trabaja en el mercado español a través de Pueblo Films.
Seleccionada como miembro del Gran Jurado de la 34° edición de El Sol, Festival Iberoamericano de la Comunicación Publicitaria, la directora reconoce las distintas realidades que atraviesan los países iberoamericanos y destaca la importancia del festival como una instancia de encuentro en la que es posible poner en común distintas perspectivas mediante una dinámica que aporta horizontalidad.
Entusiasmada con los cambios que propone la transformación tecnológica y su impacto en la industria publicitaria y de la producción audiovisual, asegura que el gran desafío de los directores radica en resaltar el valor agregado que aportan al momento de contar una idea, sobre todo ahora que los medios de producción están al alcance de todos,
P. El Sol es el primer festival fuera de Argentina en el que participás como jurado, ¿cuáles son tus expectativas?
R. Desde hace décadas, El Sol es un festival que nos une como región, así que tengo altas expectativas de participar en él como jurado. El Sol siempre fue un lugar de referencia, por lo que tener la oportunidad de formar parte de su jurado me parece una oportunidad muy valiosa. Espero encontrarme con trabajos de alto nivel que logren ser representativos de lo que estamos produciendo hoy en la región.
P. ¿Qué criterios vas a tener en cuenta al momento de votar?
R. A nivel micro, creo que el aporte que puedo ofrecer es mi perspectiva como directora. Me interesa ver en profundidad los códigos a través de los cuales una gran idea se convierte, concretamente, en una gran pieza. Sin embargo, no solo voy a valorar la performance creativa, sino también la manera en que la idea logra una puesta concreta. Me parece interesante tener en cuenta el valor de producción, la articulación entre las ideas y cómo cobra vida una pieza. Desde lo macro, voy a buscar aquellos trabajos que logren construir concepto. No solo me interesa ver el lado efectista de la publicidad, sino también entender que una idea se vuelve grande cuando redefine el universo que la sostiene, cuando gana valor al volverse concepto.
P. ¿Qué aspectos destacarías de este tipo de experiencias?
R. Lo más enriquecedor es encontrarte con diversas perspectivas. En esta industria todos ocupamos un rol que ejercemos a lo largo de los años. Ese rol nos va fijando a un tipo de problemáticas, de vivencias, de miradas y, si bien todos formamos parte de la misma industria, las experiencias de cada uno son muy diferentes. Obviamente existen dinámicas de puesta en común, pero siempre en contextos donde los roles están bien definidos. El festival propone una dinámica de cierta horizontalidad entre esos roles. Digamos que la mesa cuadrada se transforma en una mesa redonda. Encontrarse con la perspectiva del otro al mirar un trabajo es algo maravilloso.
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R. Son tiempos muy emocionantes, porque podemos ser testigos de la profunda transformación que vive la industria. Lo que por momentos puede parecer un escenario apocalíptico, también puede ser visto como la irrupción de nuevos lenguajes, nuevas narrativas, nuevos medios y nuevas maneras de pensar la industria. Hasta no hace muchos años solo podíamos ver contenido audiovisual en un televisor o en el cine. Hoy, todos tenemos una pantalla en el bolsillo que nos acompaña a donde sea que vayamos y podemos interactuar con ella. Las imágenes no solo se ven sino que ahora también se tocan. Este cambio tan rotundo definitivamente debería expandir el terreno sobre el que nos movemos.
P. ¿Cuáles crees que han sido los principales cambios en producción audiovisual?
R. Obviamente el cambio más fuerte fue el traspaso de los formatos analógicos a los formatos digitales, algo que transformó rotundamente la producción audiovisual. Sin embargo, ahora estamos viviendo la transformación de las pantallas. La recepción de los contenidos audiovisuales parece haberse expandido sin límites. La televisión es un medio más entre una infinidad de ventanas en donde la gente ve lo que hacemos. Eso hace que las campañas se hayan expandido también. Ahora primero contás una historia y después vas desarrollando diferentes líneas para diferentes medios. Hoy encuadramos con la cámara en vertical, porque producimos para redes sociales. Pienso que el próximo paso será la concepción de la imagen como touch. Lo audioviusal no solo se ve y se escucha, sino que también se toca o se habita.
P. ¿Cómo impactan estas tecnología al momento de producir una historia?
R. Todas estas nuevas tecnologías traen nuevos lenguajes, nuevas narrativas y, como te decía, hasta nuevas maneras de encuadrar. Sin embargo, la democratización tecnológica parece traer aparejada una especie de desvalorización del realizador. Da la sensación de que hoy, cualquiera, sin ningún tipo de especialización, puede filmar o fotografiar dignamente. Ese es nuestro desafío. Lo que podemos sumar y aportar está en otro lado. Nuestro trabajo ya no pasa por fotografiar bien a una chica bonita en movimiento. El valor de un realizador está en su manejo de las narrativas, en su trabajo de conceptualizar a través de una forma audiovisual concreta, en su manejo del tiempo, y de todas esas cuestiones que hacen que una idea caiga en su forma justa.
La democratización tecnológica parece traer aparejada una especie de desvalorización del realizador. Da la sensación de que cualquiera puede filmar o fotografiar dignamente.
P. Trabajás con una productora argentina y una española, ¿cómo encontrás la industria audiovisual en la región?
R. Creo que lo más interesante es que podamos pensar cómo, desde la región, podemos redefinir estas experiencias sobre las que hablábamos, siendo fieles a nuestro universo cultural y social. Pienso que las crisis económicas o sociales que vivimos y viven muchos de los países no ayudan, ya que solo nos hacen mirar con miedo algo que en el fondo es maravilloso. Argentina es un claro ejemplo de esto. Solemos recibir con miedo todo cambio, porque las crisis económicas nos hacen sentir que perdemos cada vez más. Como directora tuve la experiencia de filmar en varios países de la región y es difícil entenderla como un todo cuando hay realidades tan diferentes, tanto en lo económico, social o político.
P. ¿Qué desafíos enfrenta Argentina en ese sentido?
R. Al momento de producir, en Argentina pareciera que cada vez hay más límites de recursos. De todas formas, conservamos grandes niveles de producción. El principal desafío es hacernos cargo de la madurez que tenemos a la hora de producir. Darnos el lugar y el valor que tenemos. Lamentablemente, las crisis y esa poética del caos que usamos muchas veces, se convierten en algo realmente pesado. Todo argentino va a jactarse de sacar agua de las piedras, pero creo que ya es hora de empezar a armar otro tipo de metáforas sobre nosotros mismos. Siento que tenemos que madurar y permitirnos una industria responsable consigo misma y adquiera formas más sustentables. Quizás el desafío más grande es animarse a vivir estos tiempos de cambio sin tanta resistencia. Esta época tiene mucho que ofrecer a la hora de repensar los lenguajes y las formas, para dar lugar a expresiones que sean representativas y que nos unan culturalmente.
P. Hablando de expresiones culturales, ¿cómo creés que los movimientos sociales han modificado el rol de la mujer en la industria?
R. Las mujeres estamos siendo protagonistas de una transformación fabulosa. Las mujeres siempre participamos en la industria pero en roles bien definidos. Podías encontrar vestuaristas, maquilladoras, directoras de arte. Pero era raro, muy raro, cruzarse en un set con una directora o con una directora de fotografía. Hace diez años atrás, cuando comencé a filmar había muy pocos referentes femeninos. Había como un acuerdo tácito que decía esos lugares no eran para mujeres. Nos costaba muchísimo legitimarnos y quizás existía la sensación de que la prueba era triple solo por ser mujer. Por suerte, muchas saltamos la valla y empezamos a hacer y a ejercer aquello que parecía no habilitado. Parece increíble, pero hoy, el mundo es otro. Estamos viviendo una revolución en cuanto a las ideas de género, y ser protagonistas es fabuloso. No solo estamos construyendo miradas más plurales, sino que le estamos poniendo el cuerpo a esta transformación. ¿Queremos ver mujeres en roles líderes? Acá estamos.
P. ¿De dónde tomás tus referencias al momento de rodar?
R. El universo referencial que me gusta manejar rara vez es publicitario. Me gusta trabajar con referencias que vienen de experiencias como el teatro, el cine, el arte, el diseño, la literatura o inclusive la astrología. Si bien mirar lo que hacen otros directores en la industria es bueno, no creo que lo sea tanto al momento de tomarlos como referencia. Es terrible cuando el trabajo se vuelve autorreferencial. Me parece muy opaco ver como directores se copian de otros, al punto que se puede reconocer la referencia. De todas formas, tengo directores que me inspiran. Quizás el más fuerte es Augusto Giménez Zapiola. Su influencia no es solo teórica, sino que lo vi trabajar y aprendí muchísimo. Su trabajo con los actores y su manejo del tiempo me parecen únicos. Hacer que una publicidad corra con tiempos que vienen del teatro o del cine es una magia Zapiolesca de la cual me gusta aprender.