“just setting up my twttr”.
Es, literalmente, el primer tuit escrito por Jack Dorsey en 2006 en la red social que cofundó ese mismo año; un mensaje que forma parte de la historia de Twitter, y de Internet por tanto, con un valor sociológico y documental que ahora tiene también un cálculo monetario: exactamente 2.915.853,47 dólares. Es el importe que se ha pagado en una subasta en la que se ha vendido como NFT, siglas en inglés para Token No Fungible.
Se habla mucho de ellos recientemente pero, ¿qué son los NFT?
Se trata de activos que han experimentado un auge reciente y que, de modo muy resumido, sirven para monetizar recursos digitales de todo tipo: memes, canciones, GIFs, noticias digitales, vídeos... Y esto se consigue mediante el uso de la tecnología blockchain, con la que se demuestra su autenticidad, unicidad y propiedad por medio de un código numérico.
A partir de esta sucinta definición se plantea un sinfín de cuestiones que buscan dar respuesta a compras como la de Sina Estavi, CEO de Bridge Oracle -empresa dedicada a las criptomonedas- que ha defendido en su cuenta de Twitter la millonaria inversion en el tuit primigenio de Jack Dorsey. La recaudación irá para la ONG GiveDirectly, que opera en África.
“Solo cuando pasen los años, la gente se dará cuenta del verdadero valor de este tuit como sucedió en su día con la Mona Lisa”, ha explicado Estavi.
La comparación no es casual.Y es que La Gioconda de Leonardo da Vinci es el ejemplo más habitual utilizado para explicar la diferencia entre lo fungible y no fungible. Tampoco es fortuito que haya sido precisamente un empresario relacionado con las criptomonedas el que haya ejecutado esta compra, puesto que estas divisas están íntimamente relacionadas con los NFT.
¿Qué son los NFT y para qué sirven?
Las búsquedas de “qué son los NFT” se han disparado en las últimas semanas, a pesar de que los token no fungibles existen desde 2012. Pero el momento mainstream que viven se debe a las cifras millonarias que están moviendo recientemente.
A la venta del primer tuit de Jack Dorsey hay que sumar otros ejemplos, como el NFT "Everydays: The First 5.000 Days", del artista Beeple. Un collage de 5.000 fotos vendido por 69,3 millones de dólares en una subasta de Christie's y, hasta la fecha, la transacción más cara de NFT. Uno de sus fotogramas encabeza este artículo.
Los NFT no son algo nuevo, pero hay profesionales que han aprovechado la tendencia para explicar su evolución y motivaciones. Es el caso de Miguel Castillo, Associate Account Strategist de Google, que ha elaborado un hilo en Twitter sintetizando las dudas que plantea este activo digital, tanto para compradores como creadores.
Lo primero que hay que entender es la propia definición de “token no fungible”, que integra el término “token”, un activo cuyo valor proviene de aquello que representa, y “no fungible”, que no puede ser reemplazado por un activo similar del mismo valor porque tiene características que lo hacen único.
Aquí entra La Mona Lisa, el ejemplo habitual utilizado para definir un activo físico no fungible frente a un activo físico fungible como puede ser una moneda o un billete, que sí se pueden reemplazar o intercambiar por otros elementos semejantes. En el ámbito digital existe esta misma dicotomía: por ejemplo, por un lado están las criptomonedas, que se pueden intercambiar por otras iguales y con las que se puede comerciar, y por otro están los NFT, tokens digitales únicos que no se puede duplicar, que contienen información de su propietario y cuya unicidad está registrada a través de contratos inteligentes.
Y este último punto, el de los contratos inteligentes, es el que valida a un NFT y, por lo tanto, lo convierte en una pieza única.
Por ejemplo, en este artículo aparece insertado el primer tuit de Jack Dorsey y cualquiera puede retuitearlo e incluirlo en su timeline. Pero el NFT de Sina Estavi tiene un contrato inteligente detrás que prueba su exclusividad, como lo hacen la firma y el certificado de autenticidad de una obra de arte, que puede ser reproducida o copiada imitando el valor simbólico, pero nunca el concepto de autoría y creación original de La Gioconda que se exhibe en el Museo del Louvre desde 1797.
Aunque no es necesario irse a ejemplos tan ilustres para encontrar un equivalente físico al NFT. Los expertos en estos activos digitales ponen el caso del cromo de béisbol T206 Honus Wagner, datado de 1909 y considerado el Santo Grial de los coleccionistas de este deporte; una tarjeta única y verificada que fue vendida en 2016 por una cifra récord de 3,12 millones de dólares.
De nuevo, el argumento es la autenticidad acreditada, que en el caso de los NFT aplica mediante un contrato inteligente, representado como fragmentos de código. Visualmente es una identificación de la transacción, una cadena larga y única de letras y números que hace referencia a la transferencia del NFT y a la fecha de su acuñación.
Y todo esto se traduce en una única palabra: propiedad, que se certifica a través del cifrado con tecnología blockchain, la red digital descentralizada que permite registrar todo tipo de transacciones de forma segura y que es utilizada por criptomonedas como Bitcoin y Etherum, y en cuya plataforma se han expedido la mayoría de contratos NFT. Aunque no es exclusiva, porque existen otras redes de blockchain como Eos, Neo o Tron que también certifican estos token no fungibles.
La mayoría de las ventas de NFT se producen en marketplaces especializados
Tras la definición de este activo digital, hay dos perspectivas: la de los compradores y la de los creadores, que pueden encontrar inspiración mediante los ejemplos de NFT que se han llevado a cabo ya en diferentes industrias.
Pero antes, hay que resolver algunas cuestiones para cada colectivo. Y es que los clientes han de saber que las ventas más frecuentes se dan en marketplaces, dentro de los que hay enfoques generalistas como OpenSea, el más grande, y especialistas como Makersplace, centrado en el arte digital; o NBATopShot, donde se venden jugadas de la NBA. Y para almacenar los NFT necesitarán un wallet que sea compatible con el envío y recepción de criptoactivos.
Por su parte, los creadores han de saber que el proceso de generación de un NFT se denomina minting (acuñación) y para llevar a cabo el mismo existen diferentes plataformas como Mintable, donde la burocracia se reduce a completar un registro.
Así, con un wallet para comprar o el minting para vender, ya se puede entrar y operar en el negocio de los NFT.
El arte digital, principal negocio de los NFT
La principal aplicación de los NFT actualmente es el arte digital, en el que caben todo tipo de piezas que van desde un GIF animado hasta un collage, pasando por fragmentos de videoclips y básicamente cualquier elemento que esté compuesto de bits.
Los protagonistas de las primeras grandes transacciones con NFT fueron precisamente los animales favoritos de Internet: los gatos. Hay que remontarse a 2017, cuando Dapper Labs comenzó a vender unos gatos digitales únicos y coleccionables a los que llamó CryptoKitties y lo hizo a través de una plataforma que solo aceptaba pagos en la criptodivisa Ethereum.
Estos gatos virtuales vendidos con NFT llegaron a movilizar compras por valor de 4 millones de dólares en su primera semana de actividad, en la que representaron más de un 11% de las transacciones realizadas en Ethereum. El récord inicial lo marcó un gato llamado Genesis, vendido por unos 177.000 dólares en este marketplace felino que se dedicó durante meses a lanzar nuevos dibujos animados, certificados con NFT, que vendía como “genéticamente únicos”. No obstante, el furor por los CryptoKitties fue decayendo, por muchos elementos como plumas o alas de dragón que fueron adoptando los gatos para preservar la exclusividad de cada nueva creación.
Ha sido otro gato virtual el que ha protagonizado una de las grandes transacciones recientes en NFT. No es otro que un GIF de Nyan Cat, un meme de 2011 vendido por más de medio millón de dólares. Una cantidad que se ha pagado por un fragmento de felino volador que deja tras de sí un rastro de arcoiris mientras suena de fondo un insistente "Nyanyanyanyanyanyanya!".
Otro caso reseñable es el de la artista canadiense Grimes, que vendió una colección de piezas de arte de NFT por 6 millones de dólares en la que se incluyen imágenes fijas basadas en el avatar “WarNymph”, que creó para su álbum “Miss Anthropocene”, y animaciones que incluyen canciones inéditas y exclusivas de Grimes. Su pareja, Elon Musk, ironizó días después en su cuenta de Twitter sobre esta venta y los NFT en general, anunciando que vendería una canción sobre los NFT como un NFT. Un tuit del 15 de marzo al que respondió él mismo dos días después con el siguiente mensaje: “En realidad no me siento bien del todo vendiendo esto. Paso”.
Este pequeño hilo tuvo otras respuestas irónicas, como las de un usuario que afirmó que vendería como NFT una captura de pantalla del tuit de Elon Musk.
Este comentario evidencia el cuestionamiento en torno a la exclusividad de estas piezas, a pesar de los contratos digitales o los códigos alfanuméricos que puedan llevar adjuntos.
Frente a críticas de este tipo, los creadores de arte virtual con NFT responden que también se puede imprimir una foto de un cuadro famoso, pero eso nunca conseguirá traspasar la propiedad, porque el valor del arte es subjetivo. Se amparan en que si hay demanda, hay oferta, algo que refleja el crecimiento en el valor de las obras de arte digital.
"Everydays: The First 5.000 Days", de Beeple, es el NFT por el que más se ha pagado: 69 millones de dólares
Pero si hay un punto culminante en el valor de estos NFT es el que ha marcado "Everydays: The First 5.000 Days", un collage del artista digital Beeple, subastado por 69 millones de dólares en Christie's. Una obra de arte digital que consiste en una agrupación de 5.000 imágenes tomadas durante 5.000 días de forma ininterrumpida y que encabeza este artículo. "Beeple se sitúa así entre los tres artistas vivos más valiosos”, según la casa organizadora de la puja.
Es el perfecto caso de éxito del arte NFT, que no necesariamente tiene protagonistas bien valorados en el arte físico o en el panorama creativo en general. Y es que Beeple dio el primer golpe sobre la mesa de su carrera en 2020, cuando vendió su primera serie de NFT, compuesta por dos obras, por 66.666 dólares cada una. Días antes de "Everydays: The First 5.000 Days", un videoclip de 10 segundos de este artista alcanzó un precio de 6,6 millones de dólares en una transacción realizda por el coleccionista Pablo Rodríguez-Fraile.
Beeple no ganaba nada con su arte antes de los activos digitales, pero ya tenía una comunidad de seguidores importantes que se ha multiplicado en los últimos meses y que promociona activamente sus creaciones, que, como las de otros artistas digitales, carecían de valor hasta la llegada de los NFT.
Una oportunidad para los líderes de opinión
Precisamente las redes sociales actúan de termómetro en las valoraciones de los NFT y los líderes de opinión han visto en estos activos una atractiva forma de monetización. Referentes que no son estadistas, ni oradores, ni grandes mentes de nuestro tiempo, sino influencers y portavoces de su generación, como ocurre como el youtuber español Willyrrex. Él ha sido uno de los últimos en lanzarse a crear sus propios NFT haciéndolo público en su cuenta de Twitter, donde cuenta con 7,4 millones de seguidores, a los que hay que sumar 30 millones de suscriptores en YouTube y otras cifras de múltiples dígitos en cualquiera de sus cuentas en redes sociales.
Willyrrex ha contado que lleva semanas preparando sus propios NFT, e incluso ha enseñado varios de ellos a través de un vídeo que vuelve a ejemplificar el carácter de la exclusividad. Cualquiera podría copiarlo o hacer una captura de pantalla de los dibujos que venderá a precios que irán desde 1 hasta 2.000 euros, pero es el carácter único basado en el contrato digital de blockchain el que certificará su valor.
Willyrrex ha anunciado que pondrá inicialmente 5 NFT a la venta durante 24 horas, pero su acción ha generado críticas, a sabiendas de que el público al que se dirige es aún muy joven.
Este es el ejemplo de un perfil de creador muy digital que lanza sus activos propios, pero no es el único de los que convergen en el negocio de los NFT.
En el caso de la casi centenaria revista Time, se subastarán el 24 de marzo tres NFT de portadas inspiradas en la colección "Is ___ Dead?" que inició en 1986, las primeras en la historia de la revista que incluían solo tipografía.
Ya se pueden hacer pujas a través del marketplace Rarible para los tokens seleccionados, que combinan diferentes tipos de exclusividad. La primera portada es la del 8 de abril de 1966 con el titular “Is God Dead?". La segunda, publicada en 2017, lleva el texto “Is Truth Dead?”. Mientras que la última solo saldrá como NFT y es la portada de su nuevo número: “Is Fiat Dead?”. Esta acción está enmarcada en la apuesta de Time por los activos digitales, porque su editora también ha confirmado que incorporará las criptomonedas como método de pago de las suscripciones a Time.
Las marcas y los NFT asequibles
La subasta de los NFT de Time parte también del interés de una comunidad, en este caso de coleccionistas, que pueden acceder a una parte exclusiva de su historia con este activo digital.
El valor simbólico, que se entronca con el branding, es algo que también han querido explorar otras marcas como Pizza Hut, cuya filial en Canadá ha presentado la primera “non fungible pizza” de la historia, una colección de tokens exclusivos de 8 bits que representan porciones, por supuesto, vendidas “como altamente exclusivas”. Por tanto, todos los días a la hora de la comida, Pizza Hut venderá un trozo virtual de alguna de sus recetas.
Así, por ejemplo, los fans de la pizza con piña podrán comprar un NFT de 8 bits que contendrá una porción exclusiva. Y para ello no tendrán que desembolsar una gran cantidad de dinero, porque la lógica de las “non fungible pizza” va en el sentido contrario a las obras de arte digitales y quiere hacer accesibles los NFT a todo el público. Por eso cada trozo de pizza virtual tendrá el coste aproximado de un bocado real, o lo que es lo mismo: 0,0001 Ethereums, el equivalente a 0,14 euros. “Es una forma divertida de ofrecer nuestros productos favoritos a través de una plataforma emergente en la que nuestros clientes obtendrán pizzas que podrán admirar hasta la eternidad”, ha comentado Daniel Meynen, Director de Marketing de Pizza Hut Canadá.
Otra cadena de alimentación como Taco Bell también se ha unido a la tendencia de los NTF acuñando colecciones de tacos digitales que vende siguiendo la misma estrategia de precios bajos de Pizza Hut. Cada “taco-token” cuesta 0,001 ethereum (1,43 euros), pero ya se está generando un mercado paralelo de reventa de estos tokens, donde su valor se ha multiplicado en algunos casos hasta los 0,7 ethereum, o que es lo mismo: casi 1.000 euros por tokens como el “Swivel, Taco”, uno de los NFT más cotizados y que muestra el dibujo de un taco moviéndose rápidamente.
Menos apetitosos son los activos digitales que ha comercializado Charmin, marca de papel higiénico de P&G que ha lanzado sus propios NFT igualmente con un componente de branding. Los ha llamado NFTP, "non-fungible toliet paper", y no ha dejado escapar ningún detalle, hasta el punto de que los compradores reciben una pantalla física en caso de que deseen colgar su NFTP en el baño junto al resto de rollos de papel higiénico. Hasta el momento, la enseña ha recaudado 0,15 ethereum por token (215 euros), cuya recaudación íntegra ha donado a la ONG Direct Relief.
El fervor coleccionable de los NFT deportivos
Para entender el fenómeno NFT, aún incipiente, hay que entender a las comunidades sobre las que pivotan las marcas o industrias que se lanzan a su explotación. Y una en las que mejor convergen la idolatría, el fetichismo y la pasión es la industria del entretenimiento deportivo, una de las más activas a la hora de hacer propuestas para explotar estos activos digitales. Muestra de ello es la asociación entre la NFL y la NBA con el fabricante de cromos Panini para lanzar tarjetas NFT exclusivas de los jugadores más importantes de ambas competiciones.
En el caso de NBA Top Shot se ha ido un paso más allá. Y es que esta plataforma se dedica a la venta de tokens de las mejores jugadas históricas de este deporte. ¿Cuándo pueden llegar a pagar los aficionados por llevar en su wallet de modo exclusivo los highlights de su ídolo? El límite lo marca ahora mismo Jesse Scharwz, un emprendedor estadounidense de 32 años que ha abonado más de 200.000 dólares por un mate de LeBron James que tiene un número de serie en el que se indica la cantidad de veces que se ha repetido esa jugada y el número que ocupa en la secuencia. “Mi familia piensa que estoy loco, pero no soy el tipo de persona que invierte en cosas tradicionales”, ha indicado el comprador.
Mientras que la estrategia de la Fórmula 1 con los NFT ha sido diferente y ha otorgado a los usuarios la capacidad de crear sus propias colecciones de tokens no fungibles, en las que se incluyen piezas de la carrocería de los monoplazas, así como partes de sus motores. Estos tokens se acuñan dentro de un videojuego impulsado por la propia Ethereum en colaboración con la F1 y que en un futuro podría incluir vehículos de otras competiciones de motor, como MotoGP o Fórmula E.
NFT y moda: la estrategia de diferenciación extrema
En una industria como la de los videojuegos, los NFT encajan a la perfección. Y es que la estrategia de diferenciación de los jugadores les lleva a comprar todo tipo de artículos customizados para que sus avatares sean únicos en un universo de millones de jugadores.
La personificación de este individualismo es TheGrefg, quien rompió el récord mundial de espectadores simultáneos en Twitch con la presentación de su propio skin, única e inalcanzable para cualquier otro jugador de Fortnite.
Esta indumentaria virtual no se vendió como un NFT, pero encierra su misma motivación y transfiere al mundo digital la exclusividad de la moda real. Algo que ya han sabido entender algunas marcas de moda que han elaborado colecciones exclusivas para Minecraft, el videojuego de construcción en mundo abierto donde la competición no está en derribar a un enemigo o conseguir más puntos, sino donde los jugadores más reputados son aquellos que logran hacer una casa que nadie más tiene o diseñan una skin por la que son reconocidos en este universo.
Son los mismos términos en los que se entiende la alianza entre Gucci y Los Sims, título para el que han creado algunas prendas exclusivas de una marca que ha querido apuntarse a la disrupción de la moda digital con todo el armamento. Y lo ha hecho con el lanzamiento de unos sneakers NFT que solo tienen versión virtual, pero lo ha hecho con un precio de apenas 12 dólares, marcando las fronteras con su calzado físico y lanzando un mensaje terrenal sobre unos zapatos que su propietario nunca podrá ponerse.
Pero el valor de estos sneakers NFT no está en su precio, sino en su carácter único, vinculado a propia psicología y el ego del dueño que las tenga, que será aún mayor en el caso del destinatario de una posible reventa. Y así hasta el infinito de la satisfacción personal en un modelo de activos digitales aún escaso pero que, con el aumento de la oferta y los volúmenes, podría incrementar su atractivo.
No obstante, aún quedan muchos GIFs y memes por vender para satisfacer lo que los anglosajones llaman flex, un término de jerga que significa “lucirse”, bien por lo que uno tiene o en lo que es mejor, o por lo que el resto no tienen. Una palabra relacionada con el poder, y a veces con la arrogancia, pero que es imprescindible para entender los usos y funciones de una industria de NFT que los críticos han dado en llamar como el “patio colegio donde los nuevos ricos exhiben sus cromos virtuales”. Así, esto se ha traducido en la bien tangible cifra de miles de millones de dólares, un cálculo dinámico en una industria incipiente que no para de crecer.