La creatividad aumenta durante un paseo

Friedrich Nietzsche lo dejó bien claro hace 125 años: “Todos los pensamientos realmente buenos surgen mientras se camina”.
Y su creencia fue apoyada por una gran cantidad de mentes brillantes como Rousseau, Dickens, Kant… Todos ellos eran caminantes asiduos y algunos incluso estaban obsesionados con sus paseos.

Tchaikovsky, por ejemplo, caminaba durante dos horas al día para potenciar y mantener su creatividad. Rousseau creía que sólo alcanzaría pensamientos que merecieran la pena si paseaba. De hecho, a Rousseau le agobiaba hasta la aflicción el hecho de quedarse sentado en una mesa de escritorio.

Dickens puede que fuera el más obsesivo de todos. Solía ofrecer un paseo a sus invitados antes de cenar. Paseo que se convertía en una larga caminata que dejaba a sus compañeros al borde del colapso. Durante sus rutas él dejaba volar su imaginación de forma salvaje, asegurando que llegaba a ver a algunos de sus personajes caminando a su lado.

El escritor decía que daba dos tipos de paseos:

  • Unos con un destino definido para cumplir un objetivo
  • Otros sin rumbo, sin un objetivo definido, como un vagabundo

Y es que es precisamente ese estado de “vagabundos” lo que hace a los caminantes ser capaces de abrir su mente durante un paseo y dejar fluir la creatividad. Ya hay estudios científicos que relacionan la creatividad con el caminar.

Según el Journal of Experimental Psychology de la Universidad de Stanford la creatividad es mayor cuando caminamos que cuando estamos sentados. En un estudio realizado a un grupo de estudiantes de esta universidad se observó que aquellos que hacían una serie de ejercicios de creatividad sobre una cinta de correr obtenían mejores resultados que los que los hacían sentados.

Y si el paseo se da al aire libre, el resultado es aún mejor. Los autores del estudio aseguran que “el exterior aporta grandes beneficios cognitivos. Caminar conlleva un beneficio muy concreto: la mejora de la creatividad”.