Un equipo de psicólogos de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, dirigido por Brett Pelham, publicó un artículo en la revista Attitudes and Social Cognition sobre la relación entre los nombres de las personas y la elección de su carrera profesional.
Concluyeron que los nombres y apellidos de las personas pueden tener un impacto en los puestos de trabajo que terminan ocupando, gracias a un fenómeno llamado “egoísmo implícito”.
La idea fundamental de este fenómeno es que “la gente prefiere a personas, lugares y cosas que asocian inconscientemente consigo mismos”.
“Las asociaciones positivas automáticas que realiza la gente con su propio yo, pueden afectar a sus sentimientos hacia cualquier cosa que asocien consigo mismos”, explican.
Por ejemplo:
Investigaciones sobre el efecto de la propiedad muestran que darle a alguien un bolígrafo o un llavero lleva a esa persona a evaluar el objeto más favorablemente.
Si instantáneamente se adquieren sentimientos positivos acerca de los objetos en cuanto pasan a pertenecernos, es lógico que se desarrollen afectos profundos y perdurables sobre todo lo que está asociado crónicamente con el yo.
Este “efecto de propiedad” puede aplicarse también a los nombres, incluso a las iniciales de dichos nombres.
Teniendo en cuenta la teoría anterior, comenzaron el experimento acerca de las carreras profesionales:
Primero investigaron entre los dentistas y abogados acerca de la relación con sus propios nombres.
Realizaron búsquedas en los 8 estados más poblados de EEUU (California, Florida, Illinois, Michigan, Nueva York, Pensilvania y Texas) sobre los nombres de los dentistas y abogados en los directorios de las páginas web oficiales de la Asociación Dental Americana y la American Bar Association.
Identificaron en los registros del censo de 1990 los 4 nombres más comunes de hombres y de mujeres, que compartieran un mínimo de las 3 primeras letras de sus nombres con las letras de cada una de estas dos ocupaciones.
Generaron de esta forma 16 nombres: Denise, Dena, Denice, Denna, Laura, Lauren, Laurie, y Laverne, son los femeninos; Dennis, Denis, Denny, Denver, Lawrence, Larry, Lanza, y Laurence, son los masculinos.
Estos hallazgos confirmaron la teoría del egoísmo implícito:
Para terminar de convencerse…
Tomaron muestras de los 50 estados de Estados Unidos, evaluando si los dentistas eran más propensos que el promedio de población americana a llamarse Dennis, Denis, Denise o Dena.
Compararon el número de dentistas con cada uno de estos 4 nombres con el número de dentistas que tenían los dos nombres americanos que eran más similares en frecuencia a estos 4 nombres.
Es decir, en el censo de 1990 aparecen los nombres de Jerry, Dennis y Walker seguidos en la lista de nombres masculinos más frecuentes, en los puestos 39, 40 y 41.
Los nombres de Jerry y Walker tienen juntos una frecuencia media del 0,416% en el campo de la odontología, mientras que Dennis tiene por sí sólo una frecuencia del 0,415%. Esto demostraría que las personas llamadas Dennis tienen una mayor tendencia a convertirse en dentistas que aquellos llamados Jerry o Walter.