Dejando aparte el tema de si la patente era de Apple o de Google, el bombazo que supuso la presentación de un robot-ayudante en el móvil demostró que la tecnología ya tiene la capacidad suficiente para que podamos interactuar con ella como si fuera una persona más. Darle órdenes al móvil con la voz es genial, pero llevar ese grado de interacción al mundo de internet, ya ni te cuento. Eso es la web 3.0.
Desde 2012 se desarrolla una enfoque distinto de las páginas web, al que también se ha denominado web semántica. A través de programas de software súper inteligentes, el objetivo es crear una conversación entre el usuario y la página para simplificar todo al máximo.
Por ejemplo, si cogemos el ejemplo de Google, con el nuevo sistema ya no tendremos que escribir en el buscador cosas como `casa rural afueras Madrid´. Podremos ir un paso más allá, y proponer a los motores de búsqueda de Google que nos sugieran algún sitio con encanto para pasar un fin de semana. Con un `¿dónde puedo dormir este fin de semana en la sierra?´, será suficiente para que el programa entienda lo que le queremos decir.
El objetivo es que la información alcance un grado de fluidez tal que el usuario esté constantemente interactuando con el site, recibiendo y entregando información directamente. El feedback que se puede recibir de esta manera es brutal, ya que los usuarios dejarán de buscar elementos simples como `coche barato´, para empezar a `querer un coche que consuma poco para conducir por ciudad´. Seguro que enfocar el marketing según estos resultados comienza a ser la estrategia para más de uno.
Visitar la página web de nuestras marcas favoritas dejará de ser una mera búsqueda de datos para convertirse en una conversación con esa marca. Seguro que la de Coca-Cola no transmite más que alegría y buen rollo. Una manera genial de fortalecer la identidad corporativa.
En cuanto al diseño, el tema de las resoluciones, los problemas tipográficos y demás han pasado a la historia. Da igual que tengamos un pantallón de cientos de millones de pulgadas, o una micropantalla de móvil. La página será lo suficientemente reactiva como para ajustarse a cada tipo de dispositivo, ofreciendo la mayor calidad posible dentro de las limitaciones que ofrecen las pulgadas disponibles.
La evolución que hemos experimentado desde la web 1.0 hasta ahora es bastante sorprendente, si la miramos desde un punto de vista global. Hemos pasado de entender la web como un mero suministrador de información a querer buscar experiencias y sensaciones. Nos creemos que cada ordenador está lleno de enanitos, que van a satisfacer todas las demandas que tengamos. Con la web 3.0 ese sueño cada vez está más cerca.