Pasada la emergencia sanitaria derivada del coronavirus, la incertidumbre no da tregua. La evolución de la pandemia, el precio de la energía, la inflación o el actual conflicto bélico son algunas de las cuestiones que ponen a prueba cada día nuestro estado de ánimo y, en consecuencia, aspectos como nuestra relación con los demás o nuestro desempeño en el trabajo. Un contexto que nos exige, entre otras cosas, una gestión inteligente de las emociones.
Una de las consecuencias de la pandemia es la priorización del bienestar emocional y la salud mental
Con el objetivo de aprender a administrar de forma saludable aspectos como la confianza, la inspiración, la superación, el autoestima o las habilidades sociales, expertos motivacionales han compartido claves de desarrollo personal como parte de un streaming conducido por Natalia Marin, Editor in Chief de Reason.Why. En él han participado la neurocoach y promotora de la felicidad organizacional Silvia Escribano; el cantante y actor Juan Manuel Montilla “El Langui”; y la experta en desarrollo personal y de equipos María Fernández.
Todos ellos coinciden en que una de las cuestiones que los vivido durante los dos últimos años ha puesto de manifiesto es la importancia de buscar la felicidad en nuestro interior, y no en factores externos. La sociedad ha comenzado a otorgar mayor relevancia al bienestar emocional y la salud mental, aspectos que han comenzado a permear no solo en la actitud personal, sino en prácticas empresariales e, incluso, en políticas públicas.
Aunque resulta una meta compleja, para Silvia Escribano, la gestión inteligente de las emociones, y en consecuencia, la felicidad, puede convertirse en un estilo de vida. “Es un estado de excelencia mental y tenemos el gran privilegio y la enorme responsabilidad de entrenarlo haciendo del cerebro un aliado”, comentó durante la sesión. La neurocoach asegura que es posible "entrenar" nuestras hormonas y neurotransmisores para hacernos sentir bien con acciones como el deporte, escuchar música o comer los alimentos que nos gustan.
El valor de la actitud positiva
La música, la comida, el sol y escucharse a sí misma de forma activa con los elementos que ayudan a María Fernández a conseguir una gestión adecuada de las emociones. Son, además, factores que forman parte de su rutina matinal, con la que disfruta de lo que denomina “tiempo contemplativo”, sin móvil y sin emails, y que le sirve para equilibrarse durante el día. No obstante, aseguró que “todas las energías son necesarias”. “Yo soy muy eufórica, pero también tengo una energía pausada, como la que tenemos todos. Desde ahí creamos, reflexionamos, entramos en contacto con los demás”.
Sin embargo, una energía que, según “El Langui”, no debería formar parte de nuestra actitud es la negativa. Asegura que la negatividad, provocada en muchas ocasiones por pequeñas cosas sin importancia real, contagia al círculo de trabajo, afecta al rendimiento individual y al de la empresa. “Es fundamental tener autoestima positiva, ser consciente de que toda esa negatividad, que la traemos o nos la proyectamos con detalles que creemos que son un mundo, nos contagia a nosotros mismos y en casa”, destacó el artista. “Debemos tener un compromiso de vida con la actitud positiva, con la empatía y el apoyo a los demás”.
No obstante, cuestiones como estas dependen en última instancia del concepto que uno tenga de sí mismo, tal y como expresaron los conferenciantes. Como personas más influyentes en nuestras propias vidas, la imagen que tenemos de nosotros mismos influye en nuestro estado de ánimo y condiciona nuestra actitud en el trabajo, la pareja o la amistad. En consecuencia, el hecho de sentirnos bien nos ayudará a proyectar positividad en las relaciones con los demás y nuestro entorno.
El problema, apuntaron los expertos, es que trabajar aspectos como la autocompasión o el autocuidado ha sido visto tradicionalmente como una acción egoísta. “En el momento en el que te haces cargo de tu poder y de tu energía, no puedes no emanar energía limpia. Nos relacionamos con los demás en la medida que nos relacionamos con nosotros mismos y también vemos a los demás a través de lo que vemos en nosotros", explicó María Fernández. Con todo señala que “hay una parte de luz y una parte de sombra” en todos los seres humanos y que “es bonito amarnos en nuestra imperfección”, siendo esto una de las claves para llevar lo que denomina “una vida grande”.
Gestionar la frustración
Uno de los principales aspectos de esa “vida grande” es el espíritu de superación y la consecución de objetivos, la cara de una moneda que en su cruz se encuentra con la frustración y la gestión de expectativas A través de la cultura y el deporte, la Asociación Socio-Cultural “A mí no me digas que no se puede”, promovida por “El Langui”, trata de enseñar y dar herramientas a los jóvenes en estas cuestiones para que aprendan a abordar emociones como la envidia o el fracaso, una materia que considera pendiente para la sociedad actual.
Desde su trayectoria personal persiguiendo su sueño en la industria musical, en la que alcanzó el éxito a los 21 años tras intentarlo desde los 13, el rapero comparte su experiencia con las nuevas generaciones. “Nuestro objetivo es que si hoy les meten 8-0 en un partido, que el día de mañana cuando tengan 30 años en el día a día no les metan 8-0, o si lo hacen, que sepan gestionar las emociones por las que van a pasar”, explicó. “No importa tanto que los objetivos se cumplan o no, sino lo que aprendes por el camino”.
Con todo, la gestión emocional ha cobrado peso en la educación, tanto en los colegios como en las familias, y en la capacitación de los profesionales. Una muestra de ello es, por ejemplo, la propuesta del Parlamento de Canarias para ampliar la asignatura de educación emocional y para la creatividad (emocrea) a los cursos de quinto y sexto de primaria y la educación secundaria. Silvia Escribano valora este tipo de iniciativas de forma positiva porque el trabajo de la inteligencia emocional deriva, entre otras cosas, en resiliencia, que es una de las habilidades más demandas actualmente por las organizaciones.
“Cuando estamos habituados a mirar la gratitud, generamos una mochila de recursos que se va llenado”
“Nos hemos dado cuenta que obstáculos en la vida vamos a tener siempre. Si no hemos tenido la oportunidad de entrenar estas habilidades de pequeños, hagámoslo ahora”, apuntó la neurocoach invitando a todo el mundo a no dejar escapar la oportunidad de trabajar este aspecto, independientemente de la edad. “Cuando estamos habituados a mirar la gratitud, trabajar con la esperanza y las emociones más luminosas, generamos una mochila de recursos que se va llenado y que nos ayuda en los momentos complicados”.
Al término de la sesión, María Fernández puso en valor la importancia de celebrar nuestros propios éxitos y de despegarnos del juicio de los demás de cara a plantar cara a esa frustración que entiende como “una ilusión óptica”. “Nuestros sueños hablan de nosotros, de la forma que queremos estar en el mundo. Guardar en un cajón nuestro objetivo, nuestro sueño, nuestra meta, es también esconder nuestra parte más poderosa”, comentó. “Cuando te desvinculas de la frustración, estás tan enfocado en tu objetivo que no valoras otra opción que no sea conseguirlo”.