Esta información ha sido incluida en el Informativo de Reason Why.
Nike ha logrado una repercusión mundial el pasado fin de semana con su experimento de bajar de las dos horas el tiempo en realizar una Maratón (42 kilómetros y 195 metros).
Aunque al final no ha podido ser, y el vigente campeón olímpico de esta modalidad, Eliud Kipchoge, se ha quedado a tan sólo 25 segundos de bajar de las dos horas, Nike sí ha conseguido el gran objetivo de marketing que perseguía con esta acción, bautizada como Breaking2: presentar las nuevas zapatillas Nike Zoom Vaporfly Elite.
La “excusa” de Nike para colarse en todas las portadas, todos los tuits y todas las retransmisiones era demostrar que, por primera vez en la historia, el hombre está más cerca que nunca de conseguir un hito que hasta ahora se veía como inalcanzable. Para asegurarse la publicity, Nike ha convocado en el circuito de Monza (Italia) a tres grandes atletas: el keniata Eliud Kipchoge, el etíope Lelisa Desisa y el eritreo Zersenay Tadese.
Todo en el circuito hacía referencia a Nike. Cualquier imagen, cualquier retransmisión, contaba con el logotipo de Nike como telón de fondo. Había banderines, vallas publicitarias, señales en el suelo y, por supuesto, el coche que marca el tiempo abriendo paso a los corredores.
El récord de la Maratón pasaba así a un segundo paso porque en Monza había un claro protagonista: el swoosh de Nike.
Y así, este fin de semana, una marca ha organizado un evento, calificado como “sarao” por los especialistas en atletismo, para, con la excusa de batir un récord, obtener una publicity sin precedentes y presentar al mundo las Nike Zoom Vaporfly Elite. Y aunque el objetivo deportivo se ha quedado a 25 segundos de conseguirse, el objetivo real de marketing Nike lo ha superado con creces.
Pero también con críticas, eso sí. Porque la carrera no ha estado homologada por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y no se ha disputado en circunstancias “reales” de carrera. De hecho, los tres atletas han tenido una serie de “ayudas”, muy criticadas por los especialistas, que nunca tendrían en una competición real: “liebres” que les guiaban durante toda la prueba; la inestimable colaboración de la tecnología en forma de zapatillas, para multiplicar los efectos beneficiosos sobre los atletas; y la propia presencia del coche que iba marcando el tiempo pero que realmente servía para que los corredores fueran a rebufo de éste.
Así, muchos han visto en la prueba de Nike toda una “parafernalia” montada exclusivamente para el lucimiento publicitario de la compañía. Desde la propia marca eran conscientes, tras haber hecho los estudios pertinentes, que muy difícilmente iban a conseguir el reto. El hecho de que la carrera no sería homologada por la IAAF debería haber sido un freno suficiente para abandonar el proyecto Breaking2. Sin embargo, Nike siguió adelante y, finalmente, su acción de marketing ha contado con un despliegue de inigualable envergadura.