En plena tercera ola de contagios en el continente europeo, el sector de los eventos multitudinarios continúa mirando al futuro con perspectivas pesimistas. La situación sanitaria que atraviesa actualmente el Reino Unido ha llevado al Festival de Glastonbury a cancelar por segundo año consecutivo la celebración de esta cita señalada para los amantes de la música en directo.
Los organizadores son conscientes de que el virus seguirá estando presente a finales de junio, fecha en las que estaba previsto llevar a cabo el festival. La noticia se ha dado a conocer a través de la cuenta oficial de Twitter con un mensaje en el que se transmitía el sentimiento de pesar ante la decisión y la posibilidad de mantener el depósito abonado para las entradas adquiridas en octubre de 2019, con la intención de garantizar la posibilidad de reservar los tickets para la edición de 2022.
“Este será otro año de barbecho forzoso para nosotros”, señalaba el comunicado. “A pesar de nuestros esfuerzos por mover cielo y tierra, ha quedado claro que simplemente no podremos hacer que el festival se lleve a cabo este año. Lamentamos mucho decepcionaros a todos”. El mensaje también ha agradecido el apoyo por parte del público. “Estamos muy agradecidos por la fe y la confianza depositadas en nosotros por aquellos con depósitos, y estamos muy seguros de que podemos ofrecer algo realmente especial para todos en 2022. Os agradecemos vuestro increíble apoyo continuo y esperamos que vengan tiempos mejores”.
De esta forma, Glastonbury se encuentra de nuevo con la pesadilla que ya vivió el año pasado, cuando el festival iba a celebrar su 50 aniversario. Cada verano el evento recibía a más de 200.000 espectadores en sus verdes prados, pero por segundo año consecutivo debe enfrentarse a pérdidas millonarias que plantean un escenario muy pesimista para el circuito festivalero. Así lo ha expresado en redes sociales Sacha Lord, co-creador de Parklife Festival y el proyecto de restauración The Warehouse Project. “Del mismo modo que esto representa un varapalo para los consumidores y para el equipo que está detrás, así como los artistas, no puedo evitar pensar que se trata de otro contratiempo para los miles de autónomos que trabajan en esta industria”.
La incertidumbre continúa
Tras la decisión de Glastonbury, el sector se enfrenta a una posible ola de cancelaciones a nivel Europeo, una de las regiones con mayor incidencia del virus. El festival iba a contar con artistas estadounidenses de la talla de Taylor Swift, Kendrick Lamar o Diana Ross como principales cabezas de cartel, y tras la suspensión de una de las citas más destacadas de la temporada, es posible que estos se replanteen cruzar el charco para otros eventos. Además, el resto de eventos del periodo estival podrían transmitir una sensación de riesgo o temeridad si continúan adelante con sus ediciones tras la cancelación del principal referente del panorama, lo cual abre ahora una nueva etapa de replanteamiento de estrategias.
A todo ello, se suma la dificultad para garantizar la distancia de seguridad en los espacios para aquellos festivales que decidan seguir adelante con su agenda de este año. El sector se enfrenta a una alta probabilidad de tener que reducir sus aforos o establecer sistemas de turnos o modelos de división por sectores para asegurar que se cumplen con las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Una cuestión que también puede mermar la fidelidad de la audiencia a las fechas señaladas en los calendarios.
Más allá de la desconfianza que la actual coyuntura pueda generar entre el público, las organizaciones de los encuentros también se enfrentan al problema económico. Tras las pérdidas generadas en 2020, habrá que sumar las que se puedan producir este año. El pasado mes de abril, Jesús López Martínez, Director de Disorder Events, entidad organizadora del festival de música electrónica A Summer Story, ya calificó el impacto de “letal” e “incalculable” en este medio, pues no sabían ni cuándo ni cómo podrían volver a funcionar, ni tampoco conocían las condiciones bajo las cuales operarían.
Esto, sumado a la responsabilidad de asumir la celebración de los festivales, plantea profundos desafíos a la hora de que los promotores encuentren compañías aseguradoras dispuestas a cubrir este tipo de actividades con la amenaza de la pandemia todavía presente. Cuando comenzó la lluvia de aplazamientos en la primavera pasada, la ausencia del coronavirus entre las cláusulas de los seguros contratados en enero por las compañías organizadoras comprometía las arcas de estos negocios. "Nos hemos quedado indefensos, a pesar de haber cumplido con la normativa y responsabilidades en materia de seguridad y negocios", se lamentaba Roberto Recuero, Director de Gestión de Festivales en Sonde3 Producciones, compañía organizadora del SanSan Festival.
No obstante, en lo que respecta a nuestro país, los grandes festivales musicales parecen mantenerse fieles a sus planes para el verano, si bien es cierto que contemplar la estampa habitual de apretones frente al escenario del Primavera Sound o del BBK, se presenta como algo poco probable. La llama del optimismo en la industria de los eventos en el mercado español la mantienen viva, de momento, otros encuentros previstos para otros sectores ajenos al musical. En el terreno tecnológico, GSMA planea con cautela una edición presencial del Mobile World Congress en Barcelona del 28 de junio al 1 de julio, mientras continúa monitorizando la evolución de la pandemia. Por su parte, el Digital Enterprise Show mantiene la edición de este año del 18 al 20 de mayo en IFEMA.
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Y del mismo modo que la incertidumbre vuelve a rodear la celebración de los encuentros, las estrategias de marketing y comunicación de muchas marcas puede verse comprometida de nuevo. Muchas compañías recurren a los festivales musicales para estar más cerca del consumidor y conectar con sus audiencias en un terreno experiencial, alejado de la unidireccionalidad de otros medios y canales.
Cuando la edición de 2020 del festival Desalia fue aplazada a este año, Guadalupe González, Marketing Manager de Ron Barceló, nos comentaba que estar presentes en este tipo de eventos es la mejor manera que tiene la compañía de celebrar aquello que les identifica. "No es un lugar ni un cartel de artistas, tampoco es una fecha concreta en el calendario. Es una forma de entender la vida y una apuesta por la amistad, la música y la diversión”.
Ante la posibilidad de aforos más reducidos o el replanteamiento de los encuentros bajo la alternativa digital, muchas marcas podrían bien repensar su apoyo a estas iniciativas o verse obligadas a adaptar sus estrategias. Telepizza es una de las marcas que el año pasado se mostraba a favor de buscar nuevas vías de difusión y activaciones, así como formatos diferentes, en un ecosistema que exige la reinvención y encontrar nuevas fórmulas para llegar a más gente, de manera rentable y sostenible. “Debemos quitarnos de la cabeza los formatos convencionales de patrocinio, pues serán inviables en el nuevo escenario", nos explicaba Miguel Justribó, Chief Purpose Officer de Grupo Telepizza.
Aún contando con el apoyo de las marcas patrocinadoras, es posible que muchos eventos se vean obligados a seguir este año los pasos de Glastonbury. El sector de los festivales se encuentra de nuevo ante una compleja encrucijada: sobrevivir hasta 2022 viendo profundamente mermados sus recursos, adaptarse a las circunstancias tratando de solventar el reto de la seguridad y el aforo, o la peor de todas, desaparecer.