El coronavirus está teniendo un impacto drástico en el comportamiento y los hábitos de los consumidores a nivel global. Las medidas tomadas por las instituciones para frenar el avance de la pandemia han cambiado totalmente el día a día de los usuarios. La preocupación es hoy la emoción que guía las decisiones de compra.
Los datos de GlobalWebIndex, obtenidos de un estudio realizado en Estados Unidos y Reino Unido, señalan que el 90% de los consumidores están preocupados por el virus. Sin embargo, la cifras varían en función del grupo de edad, pues el 96% de la Generación Z se declara preocupada frente al 90% de los baby boomers. Estos números se disparan para aquellos que se muestran muy o extremadamente preocupados, es decir, el 60% de los millennials frente al 40% de boomers.
Cambios en el comportamiento
La preocupación se manifiesta en acciones concretas y directas. El 80% de los participantes en el estudio han modificado al menos un hábito de su día a día debido al coronavirus. Lavarse las manos es la medida principal, pues se lleva a cabo en 6 de cada 10 casos. Además:
- 4 de cada 10 personas están leyendo los periódicos con mayor frecuencia
- 3 de cada 10 están evitando tocar superficies comunes como pomos de puertas o botones de ascensor
- 2 de cada 10 están alterando sus rutinas para evitar horas punta y aglomeraciones
Una vez más, en este aspecto se producen diferencias generacionales. El 90% de la Generación Z está haciendo cambios en su día a día, frente al 75% de los baby boomers.
Las creencias en torno al coronavirus
La velocidad de propagación del virus, la ausencia de una vacuna y la posibilidad de que familiares o amigos enfermen son las principales preocupaciones de los consumidores británicos y estadounidenses ahora mismo. Tan solo el 20% se muestra preocupado por el impacto que el coronavirus tendrá en sus finanzas personales, cifra que desciende hasta el 10% para la Generación Z.
El nivel de preocupación está ligado al grado de conocimiento que se tiene de la enfermedad. Los baby boomers saben mejor cómo evitar el riesgo de infección y creen menos en los mitos urbanos generados en torno al COVID-19. En este sentido, el 60% de la Generación Z es más dada a creerse los mitos y falsas creencias alrededor del virus.
Este aspecto también encuentra diferencias entre los países estudiados, ya que 2 de cada 3 británicos piensan que la mayoría de la gente se recupera sin tratamiento especial, en comparación con el dato de 1 de cada 3 estadounidenses.
Las medidas necesarias para frenar el virus
Uno de los principales cambios que ha traído el coronavirus son las rutinas laborales, especialmente entre millennials. La forma de desplazarse y el teletrabajo son las principales modificaciones.
En cuanto a las empresas, las medidas tomadas para paliar la crisis pasan por el ofrecimiento de productos sanitarios, así como una limpieza de espacios más frecuente y comunicaciones con mayor periodicidad.
Mientras que el 10% de los consumidores aseguran que se está promoviendo el teletrabajo, el 15% señalan que no se ha producido ningún cambio, esto es, el negocio funciona de manera habitual.
En lo que respecta a las medidas percibidas como necesarias, más de la mitad de los usuarios consideran que las aerolíneas deberían reducir o cancelar los vuelos a destinos de alto riesgo, aunque la diferencia entre baby boomers y la Generación Z es de 20 puntos porcentuales.
El impacto económico del COVID-19
Para minimizar la expansión del virus, las consultas médicas virtuales se han popularizado. 6 de cada 10 usuarios consideran que son efectivas y valoran hacer uso de ellas. Sin embargo, el 15% de los participantes no comulgan con esta opción, cifra que se eleva hasta el 25% en el caso de los baby boomers.
La mitad de los consumidores de EEUU y Reino Unido consideran que la recesión económica es más que probable debido al coronavirus, tan solo 1 de cada 10 lo ve improbable. La Generación Z cree que la recesión es poco probable, al igual que los grupos con ingresos elevados.
Los datos demuestran el cambio en los hábitos de consumo de la sociedad ante la pandemia. Las marcas deben conocer cómo se están manifestando esos cambios y reaccionar en consecuencia a través de sus comunicaciones.