El logotipo es la carta de presentación de una marca y el diseño, el medio para transmitir de un vistazo la identidad corporativa.
Y es que el diseño puede “elevar las marcas” y hacer de algo bueno, “algo mejor”. Así lo cree Aaron Draplin, fundador de Draplin Design Co., capaz de crear varias versiones de un mismo logo en unos pocos minutos.
A la vista de sus producciones, el secreto no reside tanto en la técnica como en el boceto. Es decir, el sketch previo determina el resultado final. Por eso Draplin cuenta con un catálogo de formas manuscritas a las que recurre durante todo el proceso de creación.
Este inventario le permite crear logos distintos y muy versátiles a partir de una idea inicial. Para ello, Draplin ojea proyectos anteriores que pueden resultarle inspiradores y capta los detalles que podrían adecuarse a cada marca y a cada producto.
No es una cuestión de innovación, reconoce. Precisamente “me gustan los conceptos que funcionan sin límite de tiempo”.
A partir de ese primer esbozo, el artista introduce pequeñas modificaciones que resultan en diseños totalmente distintos. Así la modificación del color, de los ángulos y del tamaño le abre un abanico de posibilidades y de conceptos que puede aplicar a distintos clientes.
No obstante, el diseñador pone el acento en el contexto. A la hora de plasmar hay que tener muy en cuenta el espacio en que se inserta un logotipo. “El resultado no es el mismo en el pdf que en una tarjeta de visita, en un camión, en una camiseta…”.
Para evitar sorpresas, Draplin recomienda hacer una versión más pequeña del logo final para ver si el diseño se adapta, de forma natural, a otros soportes.