Por qué los CEOs deberían ir a clases de baile

Muchas de las habilidades que fomenta la danza repercuten en el ámbito empresarial. Y si hay un testimonio que lo certifique, ése es el del indio Arijit Sengupta.

El CEO de BeyondCare, la start-up de análisis de datos, ha seguido el ejemplo de Andrew Mason y ha visto reforzadas sus habilidades de mando gracias a la música. O mejor dicho, desde que se inició en el baile. 

Lo hizo cuando aún era un estudiante y desafió a los prejuicios que imponía la sociedad de Calcuta, que no veía con buenos ojos que el contacto físico entre hombres y mujeres. Y mucho menos que un titulado universitario se afanase en aprender un arte reservado a los menos capacitados.

Pero Sengupta perseveró y supo compaginar sus estudios en Computación y Economía con su pasión por el baile.

Años después, y convertido en un hombre de negocios, el directivo indio continúa viendo en el baile el motor de su éxito, y desde su oficina de San Francisco le rinde su particular tributo.

Con una pista de baile en su sala de reuniones, así gestiona Sengupta el día a día en su empresa. De hecho, cuando recibe una llamada reconoce que se desliza por el parqué “como un boxeador”.

Y tiene un repertorio propio según las exigencias del día:

  • Roar de Katy Perry, antes de hablar en público. Con ella desfoga toda su energía y educa el lenguaje corporal para poder causar una sensación positiva en sus interlocutores.
  • A pesar de que el rock incentiva el liderazgo, Sengupta apuesta por un clásico de Wagner, La Cabalgata de las valquirias, para desatar toda su motivación y contagiársela a su equipo. 
  • Bolero de Ravel ante llamadas no programadas. “Cuando una llamada inesperada entra en juego, hay que ser listo y reaccionar al instante”, recuerda Arijit Sengupta. Este baile “fue el más difícil de todos los que recuerdo”, quizá por eso elige esta sintonía para aquellas situaciones que no están bajo control. “Evoca al mismo tiempo la sensación de desafío y de éxito”.

Apasionado del baile y los negocios, casi a partes iguales, el directivo indio confiesa que la danza le ha enseñado dos lecciones que siempre aplica a su empresa:

  • Un bailarín de primera jamás pisa a su pareja, sino que crea las condiciones idóneas para que el movimiento preciso se dé con naturalidad. Y algo parecido hace con sus empleados. “Siempre he creído que era contraproducente decirle a mi equipo lo que debía hacer”. En su lugar, es preferible crear situaciones en las que lo correcto sea al mismo tiempo lo más natural para sus desarrolladores.
  • La segunda lección se la enseñó su mujer, una bailarina de origen ruso que conoció en Standford. “Lo que la hace maravillosa es que mientras bailamos, siempre está pendiente de todo. Si percibe que algo puede ir mal, enseguida toma las riendas y evita el colapso, como se aprecia en el vídeo.


Y esa fuerza es la que quiere inculcar a sus empleados. Ellos necesitan sentirse legitimados para asumir el control cuando sea necesario. Por eso, ha creado una norma que les permite gastar hasta 500 dólares en cualquier artículo de oficina que estimen necesario. “Si usan mal ese privilegio, serán desposeídos de su compra”, aclara Sengupta, aunque reconoce que nunca han tenido que hacerlo.

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