La empresa americana Quiksilver podría estar en vías de solucionar el mayor problema financiero que ha tenido hasta la fecha. Y si así fuera, la única forma de salvarse es encontrar un comprador que le saque de caer en bancarrota.
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Y es que Quiksilver actualmente tiene un precio de 0,45$ por acción en el Nasdaq, lo que supone una pérdida de más de tres cuartos de su valor a lo largo de 2015. Por eso Pierre Agnes, actual presidente de la multinacional que sustituyó al fundador Bob McKinght hace menos de un año, podría estar reuniéndose con potenciales compradores.
¿Y qué pasaría si no llegasen a encontrar un adquisidor? Pues que Wall Street expulsaría a Quiksilver del mercado de valores, porque la Bolsa de Nueva York ya le ha advertido que eso pasaría si no vuelve a cotizar por encima del dólar por título durante 30 días seguidos en los próximos seis meses. Un logro que se considera improbable, puesto que hay un 78% de posibilidades de que caiga.
En el caso de no conseguir comprador, la compañía puede acogerse al capítulo 11 de la Ley de Quiebras estadounidense, y así reorganizarse para, por ejemplo, romper contratos de alquiler.
No obstante, desde Reason Why nos encontramos en conversaciones con Quiksilver para confirmar estos datos. Actualizaremos la información a medida que la compañía nos la vaya proporcionando.
Actualización 09/09/2015
La declaración de bancarrota de Quiksilver podría producirse en cualquier momento, puesto que la compañía ha declarado que la presentaría a partir del martes por la tarde.
Y a pesar de que llegue a hacerse realidad, no se puede decir que Quiksilver haya escatimado en esfuerzos para evitar esta situación. De hecho, ha estado trabajando con FTI Consulting Inc. en una reestructuración, y está trabajando con Peter J. Solomon Co. como su banquero y consejero de inversión.
También tiene previsto continuar trabajando en el cierre de tiendas después de la declaración de quiebra, aunque esto no afectaría a las operaciones en Europa y Asia-Pacífico. Actualmente Quiksilver cuenta con 700 locales, cuyas ventas se producen en mayor medida fuera de EEUU.
El salvador de Quiksilver: Oaktree Capital Management
Informaciones recientes afirman que quien pudiera tomar el control de Quiksilver es la firma de inversión Oaktree Capital Management, quien proporcionaría 175 millones de dólares a modo de préstamo. Esto formaría parte de una reestructuración contemplada en el capítulo 11 de la Ley de Quiebras estadounidense, que permite la reorganización de las empresas con el fin de minimizar los impactos de la bancarrota. Entre las acciones que permite la Ley de Quiebras se encuentra, por ejemplo, el abandono de arrendamientos costosos.
Aunque no es la primera vez que Oaktree pone su mirada en la industria del surf. La firma, junto con Centerbridge Partners, es el mayor patrocinador de la marca australiana Billabong International Ltd, en la que tiene más de 100 millones de dólares bajo gestión.
Así, el rescate de Oaktree a Quiksilver, en caso de producirse, en parte compensaría los 309 millones de dólares de pérdidas que registró el año pasado, que representan una caída del 13% en ventas.
La benevolencia de la Ley de Quiebras estadounidense
Cabe mencionar que la declaración de bancarrota no tiene por qué implicar una hecatombe empresarial. O al menos no en EEUU.
De hecho, empresarios como Donald Trump han sobrevivido y hecho prosperar sus negocios gracias a la Ley de Quiebras. Y es que ninguna otra gran empresa se ha acogido al Capítulo 11 más veces que los casinos de Trump en las tres últimas décadas.
Según afirma, “he utilizado las leyes de capítulos para hacer un gran trabajo para mi empresa, para mí, para mis empleados, para mi familia”.
Además, añade que los negocios de éxito se declaran en quiebra todo el tiempo. Quizá sea la razón de que compañías como General Motors, Lehman Brothers y gran parte de las aerolíneas estadounidenses se hayan declarado en este estado en los últimos 30 años.
¿Por qué?
Porque bajo el amparo de esta ley, las empresas pueden seguir operando mientras se deshacen de las deudas que han contraído con bancos, empleados y proveedores.
Por ello, en el historial de Trump existen reorganizaciones tales como la de Taj Mahal en 1991, en la que el magnate tuvo que vender la mitad de sus acciones, un yate de 282 pies y su aerolínea Trump Shuttle; la de Trump Castel Associates en 1992; o la de Trump Entertainment Resorts en 2009, producida después de que la empresa incumplió un pago de bonos por 53.1 millones de dólares.
Ésta última implicó el fin de Trump en Atlantic City, aunque según declaraciones del empresario, “tuve buen juicio, y he recibido mucho crédito en las páginas financieras, hace siete años dejé Atlantic City antes de que se hundiera por completo”.
En cuanto al estado de la bancarrota de Quiksilver, en Reason Why seguimos al tanto para confirmar y desvelar los movimientos de la empresa a lo largo del día de hoy.