Uber fue vista por primera vez en España el año pasado, cuando desembarcó en Barcelona con la intención de revolucionar el sector del transporte público.
Pero la burbuja estalló 20 meses después, cuando la Asociación Madrileña del Taxi solicitó al poder judicial llevar a cabo medidas cautelares por interpretar los pasos de Uber como “competencia desleal” en lugar de como “economía colaborativa”.
Y ahora, la compañía americana regresa a España bajo una serie de condiciones y términos a cumplir.
Los nuevos términos de Uber
La aplicación móvil volverá a conectar usuarios y conductores, aunque esta vez sólo puede ofrecer la posibilidad de cobrar por el servicio a aquellos que dispongan de la licencia VTC (Vehículo de Turismo con Conductor). Es decir: a los individuos con autorización administrativa para transportar personas.
También elevará su nivel de exigencia con los chóferes y regulará los pagos, además de colaborar con la policía ofreciendo información diversa.
No obstante, las medidas logísticas no son las únicas en las que Uber ha puesto su atención.
En el campo de las relaciones institucionales también está haciendo esfuerzos, tratando de recomponer su vínculo con la Administración. Y un ejemplo de ello es la reunión que mantuvo con Pablo Rodríguez, Director General de Transportes de la Comunidad de Madrid, o con varios responsables del ministerio de Fomento. En todas ellas, da fe de sus buenas intenciones y de que los compromisos que ahora se forjan son reales.
Y es que tal y como afirma Carlos Lloret, responsable de Uber en España, “hemos cometido errores”. Sin embargo no culpa totalmente a su empresa de la situación acaecida, porque también asegura que “España quizás no está lo suficientemente madura para asumir que los particulares puedan ofrecer estos servicios”. Sentencia que emite citando el ejemplo de otros países y ciudades donde este modelo de transporte sí ha triunfado y no ha tenido tantos impedimentos.
El fin de la persecución
Con este regreso Uber vuelve a superar una piedra en el camino. Porque no es la primera vez que se enfrenta a las quejas de sus detractores: ha sido perseguida por taxistas de todo el mundo, por administraciones públicas y por asociaciones, entre otros.
Y ahora su objetivo es comunicar a todo el que pueda su intención de regular el servicio, además de informar de todas las medidas que tomará para ello.
Aunque, en palabras de Lloret, esta restricción “artificial” de las licencias acarrea más consecuencias negativas que positivas: “por un lado, quienes quieren trabajar como conductores no pueden aunque exista demanda”, y por el otro no alivia el tráfico porque “los trayectos son más caros, los tiempos de espera más largos y la disponibilidad de vehículos más limitada”.
Pero el futuro es imprevisible, tanto como el comportamiento de los usuarios, por lo que sólo el tiempo dejará constancia de cómo será el renacer de Uber en España.