Christian, Bayron y Helen son tres jóvenes hondureños. Esta frase corta y sencilla esconde un complejo contexto y signficado. Sin necesidad de alargarla, ya sabemos parte de la biografía de estos tres protagonistas, que han nacido y crecido en un país que enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad.
La desigualdad, la pobreza y los altos niveles de homicidios afectan a Honduras
Según datos de diferentes organismos internacionales recogidos por Banco Mundial, un 48% de los hondureños viven en la pobreza y el país tiene una de las tasas de desigualdad más altas de su continente. Además Honduras registra altos niveles de violencia con más de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes y está expuesto a eventos naturales adversos como los huracanes Iota y Eta, que asolaron el año pasado un estado en el que, por supuesto, también tuvo incidencia la pandemia del coronavirus.
Pero Christian, Bayron y Helen son tres jóvenes hondureños que, gracias a los proyectos desarrollados por la Fundación Verón -una ONG española que trabaja en el país desde 2015- lo han tenido un poco más fácil. Proyectos como la Escuela del Vidrio, un centro de formación al que acuden jóvenes y adolescentes del Progreso, municipio donde se ubica. Esta escuela es el core de una institución que, además, ofrece microcréditos al desarrollo, ha repartido víveres durante los últimos huracanes, tiene un programa de becas... Y así, más de quince campañas para las que buscan compañeros de viaje, tanto particulares como empresas.
Proyectos B2B personales que generan un impacto positivo
“Ofrecemos una propuesta de valor para que las empresas desplieguen su estrategia de RSC con nosotros. Queremos funcionar como una agencia que canaliza esfuerzos para objetivos de desarrollo”, nos cuenta a Reason Why Marta Ruiz, CEO de una fundación con varias vías activas ya de colaboración B2B que muestran el camino a seguir con los futuros socios. Es el caso del acuedro al que han llegado con Incapto Coffee, una firma que vende café, precisamente de Centroamérica. Y lo hace con un modelo disruptivo de suscripción ecológico, prescindiendo de las cápsulas metálicas.
Por cada paquete de Café de Honduras Marcala Magnolia que vende, entre 0,5 céntimos y 1 euro del importe van destinados a proyectos educativos y de inserción laboral desarrollados por la Fundación Verón. Una colaboración similar a la que trazaron con la cervecera artesanal Yria, que lanzó una edición aromatizada con café de Honduras de comercio justo.
Una forma de colaboración que plantea la ONG es a través de los redondeos solidarios que gestionan plataformas como la start-up española Worldcoo, presente en Correos, Sprinter, Condis, Covirán o Viena. Su funcionamiento es sencillo: cuando el cliente paga con tarjeta, en el datáfono aparece un mensaje que pregunta si desea redondear el importe final de la compra y donar los céntimos restantes a una causa solidaria.
"Otro ejemplo de asociación sería, por ejemplo, que una compañía como Leroy Merlin o Verdecora colaborase con nosotros en la iniciativa de huertos familiares que tenemos. Los profesionales que saben de jardinería podrían hacer una formación online a las personas que están en Honduras. A su vez, estas empresas podrían ofrecer el redondeo solidario, tanto en compras como a sus empleados. Sería un doble impacto, tanto para dentro como para fuera", explica la responsable de la entidad.
Más ideas sobre las que ya están trabajando en la Fundación Verón son un acuerdo con Poin Places, una start-up que funciona como un marketplace de eventos familiares. "La idea es que se canalicen a través de esta plataforma las donaciones y las ganas de ayudar. Que el propio marketplace sirva para generar donaciones directamente a Verón", cuenta Marta Ruiz sobre un proyecto que aún está por concretar pero que ejemplifica otra vía de colaboración B2B.
"Buscamos que las iniciativas tengan un impacto positivo en todas las direcciones"
“Buscamos que las iniciativas en las que colaboran las empresas tengan un impacto positivo para ellas, tanto internamente como hacia fuera, convirtiendo sus acciones en algo noticiable y permitiéndoles llegar a otro tipo de públicos”, señala Marta Ruiz, consciente de que la parte social se ha quedado en stand-by en muchas empresas por el contexto actual.
Y es que el coronavirus ha frenado colaboraciones que la Fundación Verón tenía activas como el Club de Tecnología con Tetuan Valley, aceleradora española de start-ups. Sin embargo, el dinamismo de los acuerdos ha permitido construir proyectos alternativos como la Comunidad de Emprendedores, también en asociación con Tetuan Valley. "Una opción que sí pudimos replicar a distancia. Una especie de start-up school, pero a la hondureña, con un apoyo decidido al autoempleo y al emprendimiento en un país que ha visto crecer de modo acusado el desempleo", cuentan desde la ONG.
Otro avance en 2020 ha sido el acuerdo que la Fundación ha firmado con ESIC Marketing & Business School para que los alumnos y ex alumnos de la escuela se conviertan en voluntarios. El objetivo es que la comunidad de ESIC aporte sus conocimientos en apartados como el B2C, B2B, eventos digitales, prensa, SEM y analítica, claves en la búsqueda de alianzas con el sector privado.
Las colaboraciones con la Fundación Verón son flexibles para empresas y particulares
Los planes para las empresas colaboradoras son personalizados y flexibles, dos características que se aplican también en las donaciones particulares, que no están encasilladas en cuotas o pagos recurrentes. Cada persona elige la cantidad que quiere donar al mes y recibe una equivalencia de su contribución. La mejor forma de entender este método está en la campaña que Verón tiene activa para cubrir el coste anual del material escolar para 100 jóvenes hondureños, tasado en 3.000 euros.
Hasta el 30 de marzo, cualquiera puede donar la cantidad que considere para financiar esta causa. Si aporta 3 euros, cubrirá 1 mes de material para un estudiante. Si dobla la cantidad hasta los 6, tiene el añadido de una experiencia virtual para aprender una receta-fusión al estilo hondureño de la mano del cocinero Sergio Fernández.
Con 9 euros, a todo esto se le añade poder conocer a alguno de los beneficiarios de las ayudas, alumnos de la Escuela del Vidrio con la que comenzó la aventura de la Fundación Verón, que ha puesto en marcha más de 15 proyectos. Para generar confianza entre los colaboradores, la ONG tiene en su página web un desglose detallado de las cuentas con las que entender a qué va destinada cada partida y cómo se financian las diferentes iniciativas que emprenden.
Además, la Fundación Verón recuerda que las donaciones tienen una serie de ventajas fiscales. Los primeros 150 euros aportados desgravarán al 80%. A partir de esa cifra, al 35%. Y si un contribuyente lleva más de 3 años donando a esta ONG, la desgravación sube a un 40%.
La Escuela del Vidrio, el core de la Fundación Verón
Desde la Fundación Verón creen que la mejor llamada a la acción es contar las historias que hay detrás de sus proyectos. Las presentes, pero también las que han ido acumulando en un diario de a bordo que empezó antes de su nacimiento en 2015. Su fundador, Rafael Fernández-Maquieira, ya había desarrollado proyectos similares en países como Camboya y Paraguay, pero eligió Honduras tras visitar a unos amigos que tenían un comedor social. Allí conoció la Escuela del Vidrio, proyecto educativo de cooperación internacional que fue iniciado en 2009 y que acabó convirtiéndose en el core de la Fundación Verón.
Este centro está situado en la Aldea El Porvenir del Norte (Camalote), al norte de la ciudad de El Progreso, la quinta más poblada del país. La Escuela del Vidrio atiende a jóvenes de escasos recursos de áreas rurales, que de otro modo no tendrían acceso a una educación. Les ofrece tres años de formación profesional en Artesanía del Vidrio y en Cocina y Turismo. Al mismo tiempo, los alumnos consiguen completar el equivalente al Bachillerato y, tras su paso por el centro, tienen una capacitación formativa y laboral completa. Pero además evitan caer en las redes de las Maras, bandas criminales que tuvieron en el punto de mira a la Escuela.
La Escuela del Vidrio cerró un tiempo "por extorsión" tras las amenazas de las Maras
“La mayoría de los jóvenes en esta situación son carne de Mara. Nosotros cortamos ese flujo. Fuimos extorsionados el año pasado. Fue una experiencia muy desagradable: dejaron una carta amenazante en la casa de la directora. Pasamos muchísimo miedo, pero no podíamos doblegarnos. Ellos te piden dinero para una supuesta protección de tus alumnos, pero nosotros nos negamos a que un céntimo de las donaciones pague a esas bandas. Así que pusimos un cartel de “Cerrado por Extorsión” para hacer pública la situación. Quisimos ser transparentes como en todo lo que hacemos. Vinieron los medios de comunicación, el Alcalde, la policía… La gente se puso de nuestra parte y seguimos adelante”, nos cuenta aún emocionada la CEO de la Fundación Veron, que ha conseguido darles un proyecto de vida alternativo a jóvenes como Christian, Bayron y Helen.
“Son chavales a los que la escuela pública expulsa. En cuanto sales del sistema por el problema que sea, ya no vuelves a entrar. Así que nuestro proyecto es también de inserción e inclusión”, defiende Marta Ruiz, quien resume la importancia del proyecto en la frase que pronunció Christian nada más graduarse: “Me pueden quitar los zapatos o el móvil pero jamás nadie me va a robar esto”. Hoy Christian es profesor de la Escuela del Vidrio tras haber estudiado Pedagogía.
Bayron es un chico de 16 años que durante la cuarentena se quedó en estado de semiabandono, después de que su padre se fuera con otra mujer y lo dejase con su madrastra. Una de tantas historias que se repiten en las biografías de los escolares. Pero la Fundación consiguió mantenerlo en el proyecto y evitó que las Maras lo reclutasen. "Conseguimos que estuviera en uno de los grupos burbuja que siguieron yendo presencialmente a la escuela. A las 7 de la mañana ya estaba como un clavo en la puerta de la escuela y era el último en irse", cuenta la responsable de la Fundación, que habla de todos los alumnos como si fueran sus hijos.
Helen fue víctima de violencia y abusos en el ámbito familiar y ha necesitado ayuda psicosocial. “Hoy es, como otras jóvenes de la Escuela del Vidrio, una mujer empoderada. Un paso adelante enorme en una sociedad muy machista”, comenta la responsable de una entidad que ha conseguido convencer a las familias sobre la utilidad del proyecto educativo: “Por fin han visto y entendido que la inserción laboral es del 100%, pero deben darles tiempo y la mayoría tienen una visión cortoplacista”.
El desafío de la educación online y los efectos de los huracanes
La Escuela del Vidrio es “una escuela de ricos para pobres”, según indica Marta Ruiz a Reason Why, porque la Fundación Verón tiene 100% becados a sus alumnos: les suministra material escolar, herramientas para la formación profesional, uniforme, les da de comer, tienen seguro médico… Y los alumnos responden con un comportamiento ejemplar: “No hay un papel tirado ni una raya en la mesa. Saben que es de ellos y que por tanto tienen que cuidarlo”.
"En la Escuela del Vidrio no hay un papel en el suelo ni una raya en las mesas"
Y todos los días limpian la escuela, en la que ni siquiera hay timbre para indicar los cambios entre clase, donde se respira disciplina y en la que los alumnos no miran de reojo al reloj para ver cuándo podrán salir despavoridos por la puerta. Al revés, prefieren estar cuantas más horas en el centro, mejor, por lo que la pandemia fue para esta comunidad el mayor examen. Por no poder acudir presencialmente al aula y por el reto que supuso para todos los implicados la educación a distancia.
El 41% de los alumnos cuentan únicamente con un móvil por hogar que tienen que compartir con el resto de miembros de su familia. No es un smartphone, sino un dispositivo más básico que en Honduras se conoce como “frijolito”. Este nombre se debe a que los primeros móviles que llegaron al país eran pequeños y negros, como algunos frijoles. No tienen conectividad y su función principal son las llamadas de voz.
A esto hay que unirle que la mayoría de los alumnos tienen que pedir prestado el WiFi al vecino o han de desplazarse en busca de conexión. Para hacer frente a esta realidad, la Escuela del Vidrio repartió varios ordenadores. Como no había para todos, se nombraron alumnos responsables de zona que se encargaron de conectar a los compañeros que vivían en su comunidad.
Por si no fuera grande el reto, a finales del 2020 Honduras sufrió el devastador impacto de los huracanes Iota y Eta. La Fundación Verón no se quedó de brazos cruzados y recorrió las zonas afectadas con su Food Truck Solidario entregando víveres a los afectados.
Este vehículo empezó a funcionar en 2019 y fue un excelente campo de prácticas para los estudiantes de Cocina y Turismo de la Escuela del Vidrio. El proyecto fue creado con la colaboración de la Fundación Nacar, Educasa, Fundación KPMG y Elecnor. Así, el Food Truck pudo iniciar su camino yendo a centros infantiles y de mayores en situación de pobreza.
La Fundación Verón espera continuar en 2021 con estos y otros proyectos, para lo que buscan el apoyo de empresas que quieran colaborar con aportaciones económicas u ofreciendo otros recursos, tal y como hemos comentado. Tanto a distancia como en el terreno y que ayudarán a potenciar su RSC. Cualquier vía es útil para ayudar a mantener activas todas líneas que se han desarrollado durante estos años -además de las comentadas- y que a continuación describimos brevemente:
Educación
- Escuela de Madres y Padres: talleres de desarrollo profesional para que las familias hondureñas puedan generar ingresos y charlas sobre igualdad o convivencia en el hogar
- Becas universitarias: como la que permitió a un alumno estudiar Ingeniería Automotriz en España y cumplir así un sueño que tenía de niño, cuando correteaba por el taller mecánico de su padre
- Centro Técnico Loyola: una escuela hermana de formación profesional a la que la Fundación Verón ha dotado de materiales y equipos
- Voluntariado educativo: dependerá de la situación sanitaria y tiene como destinatarios a profesionales que quieren transmitir sus conocimientos a los alumnos de la Escuela del Vidrio
Inserción laboral
- Microcréditos al desarrollo: ayudas económicas para poner en marcha un negocio
- Comunidad de Emprendedores: iniciativa promovida junto a Tetuán Valley, aceleradora española de start-ups, para dotar de herramientas a los jóvenes y adultos en sus proyectos
- Club de Tecnología: iniciativa también promovida con Tetuán Valley para enseñar a los jóvenes a usar recursos digitales
- Lahat, Vidrio de Honduras: un programa de especialización y formación profesional dual para los alumnos de la Escuela del Vidrio, que trabajan enfocados en un cliente final y en alianza con empresas locales
- Mesa Territorial de Empleo: la Fundación Verón participa en diferentes plataformas para luchar por un trabajo digno en la Ciudad de El Progreso
- Proyecto Alumni de la Escuela del Vidrio: una iniciativa para crear comunidad y saber qué ha sido de todas las personas que han sido beneficiarias de los proyectos
Asistencia Comunitaria
- Huertos familiares: una alternativa alimentaria saludable con la que muchas familias aprenden sobre medioambiente y aprovechan recursos orgánicos
- Voluntariado de asistencia comunitaria: centrado en el apartado emocional
Comunicación e incidencia
- Voluntariado de Marketing con MasESIC: para que la comunidad de la escuela perticipe con sus conocimientos en la Fundación Verón
- Club de captadores: grupo que busca nuevos socios para la ONG
- Club de contenidos: grupo que genera piezas escritas y audiovisuales sobre la Fundación
Para colaboraciones y voluntariado, el contacto habilitado es [email protected], que gestiona la propia CEO de la entidad, Marta Ruiz, quien confía en un 2021 de personas y empresas dispuestas a "no mirar hacia otro lado", la frase que pronunció Rafael Fernández-Maquieira y que le llevó a crear la Fundación Verón para hacer que Christian, Bayron, Helen y muchos otros jóvenes tengan una formación y sueños que, volviendo al dictamen de Christian, ya nadie les podrá robar.
Más info.: Fundación Verón