Los últimos tres años han supuesto un revulsivo para el entorno laboral. Y no se trata únicamente del impulso experimentado en términos de digitalización a raíz de la pandemia, sino de la transformación cultural que ha tenido lugar como consecuencia. La flexibilidad es, actualmente, una de las prioridades de los trabajadores y está marcando la agenda de las estrategias de gestión de talento, de selección de personal y de cultura organizativa.
En este contexto la semana laboral de cuatro días se ha posicionado como la próxima gran frontera a conquistar, tras haber logrado la adopción casi generalizada del teletrabajo como vía para potenciar el bienestar de los empleados. Son numerosos los experimentos que han tenido lugar recientemente a nivel internacional, así como los estudios e investigaciones que reflejan su impacto positivo en la productividad.
El objetivo del modelo es aprovechar las horas de trabajo que realmente son productivas
Sin embargo, en paralelo, hay quienes abogan también por una jornada más corta, pero que mantenga la estructura de lunes a viernes, o cinco días a la semana. El objetivo de quienes defienden este modelo es eliminar las horas del día que realmente no resultan productivas. Y es que lo más habitual es que de una jornada laboral de ocho horas, es que alguna se pierda en una reunión demasiado larga, en una conversación con compañeros no relacionada con asuntos laborales o en alguna navegación ociosa por internet para conceder un descanso a la mente.
Según una encuesta realizada entre 1.000 trabajadores de oficina en Estados Unidos a principios de este año por la plataforma de búsqueda de empleo Zippia, durante una jornada laboral de 8 horas, el trabajador medio solo dedica 4 horas y 12 minutos a trabajar activamente.
Entre otros hallazgos, se apuntó que los empleados dedican una media de 1 hora y 5 minutos a leer webs de noticias durante la jornada laboral. Además, el 78% de los encuestados señalaron que no necesitaban 8 horas para completar su trabajo diario y que consideran que el 71% del tiempo dedicado a las reuniones es improductivo.
Mejoras en productividad y mayor compromiso
Es por ello que algunos profesionales y empresas defienden la adopción de jornadas laborales con menos horas, pero que verdaderamente concentren el trabajo. Según recoge The Global and Mail, en 2019 una pequeña empresa alemana llamada Digital Enabler implantó una jornada laboral de cinco horas en la que los empleados debían concentrarse plenamente en el trabajo. Tanto es así que restringió el uso de teléfonos móviles a los empleados y los disuadió de socializar en horas laborables. Su máximo responsable ha defendido el modelo señalando que en una economía de servicios como la actual, lo importante es la productividad, no las horas invertidas.
Suecia, por su parte, realizó un experimento para probar la jornada laboral de seis horas en un proyecto que duró dos años y concluyó en 2017. Según informó BBC en su momento, los resultados indicaron mejoras en la productividad, en la salud y bienestar de los empleados, disminución del estrés y mayor compromiso hacia la empresa.
Una de las principales ventajas de la jornada laboral es la de brindar flexibilidad a los empleados. Días de trabajo más cortos se adecúan mejor a las jornadas escolares o a las tareas de aquellos con personas a su cargo, lo que permitiría una mayor conciliación para los profesionales con hijos o responsables de cuidar a otras personas.
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Poniendo el foco en las empresas, una jornada laboral de cinco o seis horas es una solución para aquellas que necesitan estar disponibles los cinco días laborables de la semana. Además, ayudaría a encontrar al talento más adecuado para sus organizaciones, y no únicamente el que esté disponible.
Algunos inconvenientes
Con todo, el modelo también entraña algunos riesgos o inconvenientes. Entre ellos, que el mero hecho de trabajar menos horas implique que todos los empleados vayan a experimentar una mejora de su productividad. Además, supone un obstáculo para aquellas compañías multinacionales que requieren la conexión entre diferentes franjas horarias; y para aquellas cuya actividad implique servicios durante toda la jornada o 24 horas al día, requeriría de la contratación de más trabajadores, lo que podría repercutir en los gastos.
La adopción del modelo se enfrenta a una cultura en la que todavía impera el presentismo
El modelo, no obstante, se enfrenta a una cultura en la que el presentismo todavía tiene un fuerte peso. Y es que muchos líderes empresariales aún requieren físicamente a los empleados en las oficinas o conectados constantemente para evaluar su desempeño. Pero por otro lado, el momento actual numerosos líderes empresariales se muestran más abiertos a cuestionar los modelos tradicionales e implantar nuevas soluciones y herramientas que satisfagan a los empleados.
Porque, al final, la meta última tanto de la jornada laboral más corta o de la semana de cuatro días es la misma. La de brindar opciones y alternativas para potenciar el bienestar de los empleados, un objetivo que repercute directamente en los resultados de las compañías. Porque un trabajador contento y feliz estará agradecido y será más leal, se sentirá más motivado y estará más comprometido con el proyecto del negocio.