Los juguetes preferidos de los niños cambian constantemente. Un mes, la obsesión puede ser un tambor de madera. Al mes siguiente, sólo quieren jugar con un tren.
En este contexto, y con una industria del juguete valorada en 28.000 millones de dólares en Estados Unidos, la start-up Lalo -que fabrica muebles y juguetes infantiles- ha decidido prolongar la vida de sus productos.
Y es que la mayoría de los juguetes no se pueden reciclar dado que están hechos de plástico y, según algunos informes, casi el 80% terminan en vertederos, incineradoras y o en el mar. De hecho, los juguetes representan el 6% de los plásticos en los vertederos.
Cuando los juguetes ya no se puedan utilizar, se biodegradarán porque están hechos principalmente de madera
De ahí que esta empresa haya lanzado lo que denominan “programa Re-Play”, que permite a las familias devolver sus juguetes utilizando una etiqueta de envío gratuito, para que puedan pasárselos a otros niños de su zona que se beneficiarán de ellos. Y, en última instancia, cuando los juguetes ya no se puedan utilizar, se biodegradarán porque están hechos principalmente de madera.
Sus fundadores, Michael Wieder y Greg Davidson, lanzaron Lalo en el año 2019 con el objetivo de crear una empresa de productos para niños que se alineara con los valores de los padres millennials. Esto significó crear tronas y bañeras para bebés más atractivas que encajaran en una estética minimalista y moderna. Pero también vieron la oportunidad de crear productos que fueran más sostenibles. Por ejemplo, su trona viene con un kit para que pueda transformarse en una silla para niños pequeños que pueda usarse hasta que tengan más de cinco o seis años. "Siempre pensamos en crear productos con diseños modulares, para que puedan usarse en muchos contextos", explica Wieder.
Esa filosofía de empresa se ha llevado también al vertical de los juguetes, cuyo diseño está pensado para que sean apropiados en cada etapa de la infancia y la niñez, garantizando que los niños puedan jugar con ellos en contextos diferentes. Por ejemplo, un niño pequeño puede simplemente apilar un conjunto de bloques y los niños mayores pueden usarlos para construir un castillo más elaborado.
El objetivo también es el de reducir las emisiones del transporte apostando por la proximidad
No obstante, los niños acabarán cansándose de los juguetes igualmente. Por ello, los fundadores de Lalo querían encontrar la manera de mantenerlos en circulación más tiempo. Algunas familias regalan sus juguetes a otras o los donan a organizaciones benéficas, pero no todos tienen el tiempo para hacerlo. "Queríamos crear juguetes duraderos con los que pudieran jugar muchos niños", dice Wieder. "Queríamos facilitarles la búsqueda de nuevos hogares".
Así, cuando una familia quiere devolver los juguetes, el equipo de Lalo encuentra un centro de donación cerca de su zona y manda una etiqueta para que los juguetes puedan ser enviados allí. Porque el objetivo también es el de reducir las emisiones del transporte apostando por la proximidad.
"Como fabricantes de juguetes, dedicamos mucho tiempo a pensar en los niños y en su desarrollo", afirma Wieder. "Esto significa pensar en el planeta en el que vivirán los próximos años".
El ejemplo de Lalo es el de un actor relativamente pequeño en una industria del juguete dominada por gigantes como Mattel, Fisher Price o Lego. Pero este programa Re-Play bien puede servir de ejemplo a la industria en general si quiere crear un sistema circular que no acelere el cambio climático ni contamine el planeta.
Una excepción podría ser Lego, que anunció su programa Replay en 2019 por el que permitiría a las personas devolver cajas de ladrillos para limpiarlas y donarlas.