La inspiración. Ese gran quebradero de cabeza que muchas veces acaba en frustración y desesperación.
El bloqueo creativo que surge a la hora de desarrollar nuevas ideas es algo inherente al ser humano.
Sin embargo, vivimos en un mundo en el que la inspiración se puede encontrar por todas partes. Un libro, una página web, una revista, una fotografía o incluso una canción pueden ser buenos detonantes para despertar la creatividad en nuestro cerebro. Pero tanta inspiración puede acabar siendo contraproducente.
A lo largo de nuestra jornada laboral consumimos de forma directa e indirecta una gran cantidad de información que nos puede servir de inspiración. Pero al mismo tiempo la estamos creando con nuestro trabajo. Si el volumen de información que recibimos es superior al que estamos creando, el resultado se verá afectado y no será todo lo bueno que podría llegar a ser.
Así que, ¿cómo conseguir crear más inspiración de la que consumimos?
La escritora, blogger y presentadora Marie Forleo asegura que hay 2 formas para conseguirlo:
- Crear antes de consumir
Como dijo el gran Pablo Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.
No hablamos de sentarse y esperar a que venga. Hay que organizar el trabajo y las ideas. Agrupar la información y tener claro el objetivo en nuestra mente. Sólo en ese contexto llegará la inspiración.
- Recopilar ideas
O recopilar inspiración. La cantidad de fuentes que consultamos diariamente nos puede cegar a la hora de encontrar nuestra propia inspiración. Lo mejor para no perder los detalles verdaderamente importantes es crear una lista. Una lista con fuentes e ideas que nos inspiren o que creamos que nos pueden inspirar.
Porque a veces, o casi siempre, la inspiración no llega cuando estamos en nuestro sitio de trabajo. Sino en el metro, en la ducha o recién despertados.
Llegue cuando llegue, no podemos olvidarnos de apuntarlo. Así será mucho más fácil recordarlo en el momento en el que tengamos que ponernos a trabajar en ello.
"Si la inspiración no viene a mí, salgo a su encuentro a la mitad del camino".
Sigmund Freud