Os reconozco que la primera vez que escuché la palabra metaverso pensé que era un término para acuñar una figura literaria relacionada con la poesía, algo más allá del verso. Seguramente a muchos os habrá ocurrido lo mismo. 
Después aprendí a través de Álex Grijelmo que nuestra conciencia lingüística no iba tan descaminada. En realidad, deberíamos estar hablando del metauniverso.

Un año después, aquí estoy, inaugurando esta serie en Reason.Why que hemos titulado "Gameplay" para explicar en primera persona nuestras incursiones y experiencias en el metaverso y otros entornos virtuales. Cuando Bel, nuestra Directora de Contenidos (y freak declarada del metaverso) me propuso arrancar la serie con un día de reuniones virtuales pensé que había perdido la cabeza. Pero me dejé guiar, y aquí os cuento mi experiencia.

¿Es posible tener reuniones productivas en el metaverso? 

Para llevar a cabo el experimento, el primer paso fue elegir una plataforma. Nosotros elegimos Workrooms, una aplicación nativa de Meta para las Oculus Quest. Así que emparejamos las Oculus de Darwin & Verne y nos creamos un usuario para Workrooms. Yo creé un avatar propio; elegí una cara normal, con el pelo gris, las cejas, nariz y labios lo más parecidos a los míos, y un cuerpo con unos kilos menos (demasiada tentación).

El segundo paso fue hacer una agenda de trabajo con interlocutores que tuvieran Oculus. Te puedes reunir con gente sin Oculus en Workrooms pero ellos aparecerán en una pantalla dentro de la sala, al estilo Zoom, y no como un avatar con quien interactuar. La experiencia es radicalmente diferente. Al final conseguimos confirmar tres reuniones: con BMG Iberia, Mazinn y Guud.tv.

La noche anterior estuve practicando en casa para familiarizarme con el entorno y la usabilidad y evitar que mi avatar hiciera el ridículo tropezándose con todo en la sala, como suelo hacer yo en la realidad. Ahí vi que Workrooms es bastante divertido. Es como estar en un videojuego de primera persona, pero tenía intriga por ver cómo sería la interacción de trabajo con otros interlocutores.

Si no habéis probado las Oculus pero sí otras gafas de VR (yo tenía las Samsung Gear 360), os va a sorprender lo bien lograda que está la psicomotricidad en general, y en particular la psicomotricidad fina de las manos.

Y llegó la primera reunión

Compartimos el enlace de la sala, y ahí entró Jacobo Álvarez, Manager de Sincros de BMG Iberia, con su avatar. Se sentó frente a mí y comenzamos a hablar. En una situación así inevitablemente el foco de la reunión pasa a ser el entorno, la realidad virtual. Nos sentíamos como en un juego más que en una reunión de trabajo. Jugamos a cambiarnos de sitio, a levantarnos, a dibujar en la pizarra… Parecíamos dos chiquillos estrenando un videojuego.

En esa primera reunión me impresionó el sonido espacial de las Oculus. Cuando Jacobo se sentaba a mi izquierda y hablaba, el sonido me llegaba exactamente desde ahí, y yo giraba la cabeza hacia él instintivamente. Funciona a un nivel más sutil pero el sonido me pareció un elemento decisivo para que la experiencia inmersiva funcione bien.
Pasados los primeros veinte minutos de emoción casi infantil pasamos a hablar de cosas de trabajo. Hablamos sobre cómo colaborar con BMG y sus artistas en proyectos de branded content, de su catálogo local, de proyectos que teníamos en mente. Esa parte la reunión fue casi normal. Llega un momento en el que te abstraes de que estás hablando con un avatar en 3D sentado delante de ti en un entorno virtual con unas gafas que te tapan la cara.

Después vino la reunión con Adrián Ballesteros, de Mazinn. Por nuestra parte se conectó desde su casa Óscar Cordero, Director de Tecnología e Innovación, con sus Oculus. El comienzo fue parecido. Es inevitable el efecto sorpresa y esa reacción casi lúdica que experimenta quien entra por primera vez en una reunión virtual. Después pasamos a hablar de los Spoilers Z y de las próximas presentaciones a clientes sobre las tendencias para las marcas definidas por la Crew (la Comunidad Z de Mazinn). También probamos a sincronizar la pantalla del ordenador, y funciona. Te aparece como una pantalla delante de ti, y controlas el ordenador desde tu avatar. Y además puedes proyectar tu ordenador en la pantalla grande de la sala virtual, como si fuera una presentación real. Es casi mágico.

Y llegó la última reunión. Por parte de Guud.tv entraron Marcos Pérez, con su avatar (muy currado, con sus gafas y todo), y Edgar de León, que entró a través de desktop y apareció en una pantalla virtual sobre la mesa. A mi lado, Bel, con un avatar fabuloso, luciendo un jersey de mil colores. En esta reunión Marcos nos presentó la herramienta Guud OnAir, para la gestión de contenido en tiempo real, proyectando en una pantalla enorme que había en la sala virtual. Funcionó bastante bien.

¿Conclusiones? 

Disfrutamos como niños, aunque sinceramente las reuniones fueron poco productivas, porque pasas más tiempo “jugando al videojuego” que trabajando. Seguramente una vez superado el efecto novedad para los asistentes las reuniones serán más productivas, pero siempre habrá un elemento de “cacharreo” con hardware y software que ralentiza el trabajo. 

¿Las ventajas? 
Una vez que naturalizas la tecnología la experiencia es mucho más inmersiva que una reunión por Zoom, porque te metes de lleno en la sala, sin distracciones, e interactúas con la gente. Y además, es mucho más divertido y memorable que cualquier otra reunión que haya tenido en mi vida.

Al final, va a ser verdad que hay algo de poesía en esto del metaverso.

*Nota del autor: durante la redacción de este artículo he tenido que pedirle a mi Word que aprenda la palabra metaverso.