Es julio y estás en la oficina. Es posible que tu carga de trabajo se haya visto reducida, puesto que lo ha hecho también la actividad de tus clientes, partners o proveedores. Por el contrario, quizás te encuentres en la situación opuesta y tengas más trabajo del habitual al asumir el de tus compañeros, que ya se encuentran disfrutando de sus vacaciones, pero el calor, el cansancio o las ganas de acceder a tu merecido descanso te hagan ver tus tareas con hastío. Ambas situaciones, y otras similares, pueden estar provocándote aburrimiento, pero esto no es necesariamente malo.
Desde pequeños consideramos el aburrimiento como una experiencia desagradable que genera insatisfacción. A medida que crecemos se percibe como una pérdida de tiempo que nos roba productividad y nos provoca malestar, lo que a su vez nos hace ver que el tiempo pasa más lento y que las jornadas de trabajo sean interminables. Rara vez se entiende el aburrimiento como una oportunidad para hacer algo más interesante o que genere resultados.
Aplacar el aburrimiento con distracciones superfluas también puede generar insatisfacción
Actualmente, contrarrestar todas esas sensaciones es más sencillo que nunca gracias a los dispositivos móviles e internet, que nos abre todo un abanico de posibilidades de entretenimiento con noticias, memes, mensajes, publicaciones en redes sociales y vídeos de desconocidos. Sin embargo, se trata de un entretenimiento y de una dosis de dopamina pasajera que puede provocar las mismas sensaciones de insatisfacción que aburrirse de forma natural. Por eso, a veces, conviene darle una oportunidad al aburrimiento, porque según los neurocientíficos y los psicólogos, entraña beneficios.
Si bien es cierto que el aburrimiento en el trabajo puede desembocar en decisiones desacertadas por la distracción, en la pérdida de tiempo y la navegación infructuosa por internet, o en el agotamiento, tiene un lado positivo que, bien gestionado, puede resultar estimulante, generar nuevas ideas o despertar la innovación. Todo ello sucede porque, al igual que ocurre mientras dormimos, los momentos de desconexión permiten la recuperación de las neuronas y pausar el estrés de la actividad continuada en el cerebro.
Fruto de dicho descanso, los expertos señalan que el aburrimiento puede estimular la creatividad al liberar al cerebro de la constante realización de tareas. Asimismo, puede mejorar la socialización de los individuos, ya que la atención que el cerebro dedicaría a pensamientos y actividades se puede centrar en otras personas; y puede ayudar a formar recuerdos más estables y a mejorar el rendimiento mental.
La gestión del aburrimiento
No obstante, que el aburrimiento en el trabajo implique una serie de beneficios no significa que haya que buscarlo deliberadamente durante la jornada laboral; sino que resulta conveniente aprender a gestionar. En ese sentido, desde Harvard Business Review, aconsejan percibir el aburrimiento y evitar actuar de inmediato para aplacarlo. Cuando sienta la incomodidad del aburrimiento, evite actuar de inmediato. Ser consciente del aburrimiento abre un camino para aprovecharlo con fines positivos, pero no conviene tampoco tomar decisiones impulsivas como vía de la sensación de incomodidad que puede generar.
Es recomendable tratar de identificar el tipo de aburrimiento que se experimenta y sus posible causas
Vinculado a esto, es recomendable intentar descifrar qué tipo de aburrimiento se está experimentando. Diversas investigaciones apuntan que existen distintas clases que se manifiestan de formas diferentes en el cuerpo y en la mente, y descubrir de cuál se trata en cada momento ayudará a canalizarlo. Para ello, cabe cuestionarse si lo que genera el aburrimiento son las tareas, el contenido o la forma del trabajo, o si, en un nivel más profundo, son las perspectivas de futuro en la empresa.
Según un estudio de profesores de las universidades de Munich y Constanza, existe el “aburrimiento indiferente”, que se experimenta como una relajación o sensación de fatiga positiva; el “aburrimiento de calibrado”, que tiene lugar cuando no se está completamente comprometido con una tarea y deriva en divagación; o el “aburrimiento de búsqueda”, que incurre en la búsqueda activa de acciones alternativas y distracciones para aliviar la experiencia negativa.
Apuntan también que puede darse el “aburrimiento reactivo”, que surge ante la imposición de tareas repetitivas y tediosas y puede generar ansiedad, frustración y enojo; y por último el “aburrimiento apático”, asociado a sentimientos de desinterés, falta de motivación y desapego emocional hacia actividades o eventos que normalmente encontraría estimulantes o agradables. Este puede darse como resultado de estrés crónico, depresión y otros problemas de salud mental y generar sensaciones de estar atravesando un momento vital sin propósito o disfrute real.
En función del tipo de aburrimiento que se esté experimentando se podrán realizar acciones y tomar decisiones. A lo mejor es simplemente dejarse llevar por la relajación después de un periodo intenso de trabajo, o a lo mejor es reflexionar sobre cuestiones más profundas acerca de la situación laboral. Por último, desde la publicación invitan a tomar consciencia del aburrimiento y no evitarlo con distracciones sin sentido para dejar que surjan las oportunidades, bien de innovar, de creatividad o de autodescubrimiento.
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El aburrimiento en el trabajo puede resultar desagradable, especialmente porque puede suscitar emociones vinculadas a la culpa por la falta de productividad. No obstante, también puede convertirse en una herramienta útil para aprender a tomar decisiones y encontrar nuevas formas de relacionarse con el trabajo, la empresa y los compañeros. La creatividad, la resiliencia o la capacidad de adaptación pueden ser consecuencias positivas del aburrimiento y todas ellas son capacidades necesarias y relevantes tanto para el crecimiento personal como para el desarrollo profesional.