Las start-ups deberían ser cebras, no unicornios

  • Las compañías cebra son empresas rentables que buscan mejorar la sociedad, además del beneficio económico
  • El entorno actual no propicia el nacimiento y crecimiento de este tipo de empresas

El sistema actual de start-ups no está funcionando. A día de hoy se recompensa cantidad sobre calidad, consumo sobre creación, productividad a corto plazo en lugar de crecimiento sostenible, y beneficios para los accionistas en lugar de prosperidad compartida para toda la sociedad.

El beneficio de los accionistas no puede ser más importante que el bienestar colectivo

Es un problema urgente porque está en juego mucho más que dinero. Cuando se otorga más valor al tiempo que se está en un sitio web que a la verdad o calidad de los contenidos, la sociedad en conjunto sufre. Cuando el beneficio de unos accionistas es más importante que el bienestar colectivo, el propio concepto de democracia está bajo amenaza.

La realidad es que muchos modelos de negocio actual fomentan este comportamiento que puede llevar, a largo plazo, a resultados destructivos. Por eso, para cambiar esta situación, lo primero que hay que cambiar es el modelo de negocio. Ese es el punto de partida del que surge la cultura de una compañía, sus creencias, sus estrategias y la experiencia del usuario. Es lo que, al final, forma la sociedad en su conjunto.

Por ese motivo, desarrollar modelos de negocio alternativos se ha convertido en un reto moral clave. Estos modelos alternativos ofrecen un equilibro entre beneficio y propósito, abogan por la democracia y otorgan mayor valor al reparto de poder y recursos. Las empresas que construyan una sociedad más justa y responsable serán aquellas que escuchen, ayuden y curen la sociedad a la que sirven.

Hay que crear modelos de negocio alternativos que equilibren beneficio y propósito

Las instituciones más valiosas que tenemos como sociedad son aquellas en las que descansa la democracia: periodismo, educación, sistemas de salud, gobierno, y el sector de empresas sin ánimo de lucro. Y las compañías unicornio son premiadas precisamente por ser disruptivas con estos entes, por destruir la misma base sobre la que descansan.

Por ese motivo, debemos apoyar a las empresas que ofrezcan una renovación en lugar de destrucción. Y no podemos asumir que estas compañías se crearán por accidente, sino que intencionadamente debemos construir una infraestructura que favorezca su nacimiento.

Aquí llega la cebra

Este nuevo movimiento necesita un símbolo: la cebra.

¿Por qué la cebra?

  • Al contrario que los unicornios, las cebras son animales reales
  • Las compañías cebra son al mismo tiempo blancas y negras: son rentables y mejoran la sociedad. No sacrifican una cosa por la otra
  • Las cebras son animales sociales que viven en grupo y se protegen unos a otros. Lo que aporta cada individuo crea un resultado colectivo más fuerte.

El sistema capitalista está fallando a la sociedad, en parte, porque está fallando también a las empresas cebra: negocios rentables que solucionan problemas reales y que en el proceso reparan los sistemas sociales.

 

¿Por qué es tan difícil construir compañías cebra?

Muchos líderes e inversores opinan que las compañías cebra son un elemento clave para el éxito de la sociedad. Aún así, las cebras luchan por sobrevivir porque no existe un entorno que propicie su nacimiento y crecimiento.

Estos son los retos más comunes a los que se enfrentan las compañías cebra:

  1. El problema no es el producto, sino el proceso. La tecnología no es la panacea. Una aplicación no resolverá el problema de la mendicidad en las grandes ciudades o unirá a los divididos partidos políticos. El problema es que no estamos invirtiendo en el proceso y tiempo que lleva a las instituciones adoptar, desplegar y medir el éxito de la innovación.
  2. Las compañías cebra con frecuencia son fundadas por colectivos con baja representación. El 3% de las inversiones de capital de riesgo (la financiación de start-ups en fase de crecimiento con elevado potencial y riesgo) se destina a mujeres, y menos del 1% a afroamericanos. Aunque las mujeres fundan el 30% de los negocios, reciben únicamente el 5% de los préstamos para pymes y el 3% de capital de riesgo. Aún así, las mujeres afirman que su principal objetivo es el largo plazo: quieren construir empresas rentables y sostenibles.
  3. Falta confirmación. Busca fuera de Silicon Valley y encontrarás prometedoras empresas cebra. Pero los potenciales fundadores aún no han visto pruebas suficientes que confirmen que es más probable ser financieramente próspero si se siguen unas prácticas de negocio sostenibles. Como no tienen héroes a los que imitar, por defecto buscan el crecimiento a cualquier precio.
  4. Las compañías cebra están atascadas entre dos viejos paradigmas: empresas con o sin ánimo de lucro. No existen estructuras legales en las que las compañías que buscan ambas cosas, tanto beneficios como propósito, puedan crecer. Además estos modelos de negocio alternativos consumen el bien más valioso de un emprendedor: el tiempo. No es fácil encontrar inversores que estén no solo familiarizados, sino también cómodos, con modelos de negocio alternativos. Lo cual supone un callejón sin salida para muchos fundadores y filántropos.
  5. El concepto de Impact Investing no acepta riesgos. Impact Investing se refiere la inversión que se realiza en compañías, organizaciones y fondos con la intención de generar un impacto social que sea medible junto con un retorno financiero. Una gran parte del dinero del Impact Investing se destina a proyectos como tecnologías renovables, microfinanzas o salud global. Esto limita la innovación en otros sectores (como periodismo o educación) que también la necesitan.

Hemos visto que el modelo de negocio y los valores de una empresa pueden afectar negativamente a la misma (como el caso de #deleteuber). ¿Qué pasaría si lo contrario también es verdad? Quizás el dinero bien invertido nos lleve a unos beneficios más altos, y las empresas que representen algo sean, de hecho, más rentables.