Puede que estés leyendo este artículo desde tu despacho y preferirías estar teletrabajando. O quizás empieces estas líneas desde casa, aunque te gustaría estar en la oficina para una mayor concentración. Cabe la posibilidad de que, como empresario, pienses en cómo combinar estas dos modalidades o que tu compañía tenga ahora mismo en su hoja de ruta una modificación de la jornada laboral. También podrías estar cavilando sobre cómo la automatización y la digitalización están afectando a tu puesto de trabajo y de qué manera puedes adaptarte a estos procesos. O a lo mejor estás a punto de jubilarte e imaginas en cómo será el mundo laboral de tus hijos o nietos.
Telefónica probará la jornada de cuatro días con un grupo reducido de trabajadores
Dudas, temas y retos que desafían el futuro del trabajo, una previsión siempre incierta que ha sumado aún más variables con la pandemia, que ha alterado por completo nuestras vidas y cuyos efectos se dejarán notar incluso después de la vacunación. Así lo evidencia la reciente intención de Telefónica, una de las grandes compañías españolas, por implantar una semana laboral de cuatro días -con rebaja de sueldo- y priorizar el teletrabajo en ciertos proyectos; algo impensable hasta hace unos meses.
Para muchas de las cuestiones aún no hay una respuesta clara, sino un conjunto de previsiones en direcciones más o menos parejas, pero en lo que coinciden los expertos laborales es que el futuro tendrá un carácter híbrido, tal y como indica a Reason.Why Javier Blasco, Director de The Adecco Group Institute. “El futuro del trabajo será mucho menos ortodoxo de lo que es ahora, tanto en tiempo como en lugares. Cambiará la forma de organización, no solo con los intereses de la producción, que exigen ciertas modificaciones, desde el punto de vista de la agilidad, pero también habrá que adaptarse a las demandas de las personas”, asegura sobre un entorno cambiante, más digital y con procesos que se automatizarán, pero donde la creatividad será capital, precisamente para diferenciar el impacto del trabajo humano frente al de las máquinas.
Una concepción similar es la que imagina Albert Cañigueral, Conector de la red Ouishare para España y América Latina, quien habla de un futuro laboral de “centauros, mitad hombre, mitad máquina, donde se combinará la fuerza o la capacidad de cálculo de los ordenadores con el poder de la improvisación de los seres humanos, en una versión más renacentista del mundo laboral”. Cañigueral ha protagonizado junto a Javier Creus, Fundador de Ideas for Change y Pentagrowth, la charla de los Días C que ha organizado el c d c bajo el título “El trabajo que nos espera”.
La desigual experiencia del teletrabajo, una modalidad que permanecerá
Cualquiera de las tendencias del futuro laboral se manifestarán de modo desigual según la profesión, como ha sucedido con la mayoría de los cambios desde la revolución industrial, pero existen pautas que permiten hacer previsiones que el tiempo se encargará de certificar o dejar en el cajón de los vaticinios, no sin antes atravesar un estado de tira y afloja entre las partes implicadas, un proceso que se explica bien con la gran tendencia de los últimos meses: el teletrabajo. Lo que hasta entonces era una realidad extraña para la mayoría de los ciudadanos, ahora ven en ella una solución con la que querrían continuar.
Según el informe "Teletrabajo y trabajo en movilidad en España y la UE", publicado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), un 11,2% de los españoles activos (2,14 millones) teletrabajaron más de la mitad de su semana laboral durante el primer trimestre de 2021, lo que supone un asentamiento del trabajo en remoto por encima de una solución temporal al confinamiento o las restricciones de movilidad, aunque sigue siendo una opción solo en determinadas profesiones, puesto que sigue resultando la alternativa minoritaria en el conjunto de la masa laboral española.
"El teletrabajo ocasional se desarrollará más allá de la crisis sanitaria"
“La pandemia ha supuesto un impulso del teletrabajo en España, sobre todo durante el confinamiento, aunque su adopción disminuyó tras este periodo, principalmente cuando se relajaron las medidas de contención, pero el teletrabajo ocasional no ha parado de crecer en el último año, por lo que se espera que se desarrolle más allá de la crisis sanitaria”, concluye el citado informe del ONTSI, donde se recoge que la cifra de teletrabajadores españoles es similar a la media de la Unión Europea, aunque inferior a otros países donde esta tendencia tiene más tradición, como es el caso de Finlandia (25% de su población activa teletrabaja), Luxemburgo (23%), Irlanda (21%) o Austria (18%).
Aunque para desgranar estas cifras hay que poner en contexto la propia realidad socioeconómica de cada uno de los países. Según el informe de McKinsey “The future of work after Covid-19”, en las economías avanzadas, entre el 20% y el 25% de los trabajadores podrían desempeñar su foco en remoto entre 3 y 5 días sin que ello suponga una pérdida de la productividad, uno de los factores críticos a la hora de determinar la viabilidad o no de esta fórmula.
En su estudio, la consultora divide los resultados por países y sitúa a España como uno de los estados con menor potencial de teletrabajadores al concluir que solo el 18% de la población activa podría desempeñar su oficio desde casa la mayor parte del tiempo y un 63% de las plantillas podrían desarrollar su profesión desde su hogar menos de un día a la semana sin perder eficacia. En el lado contrario, Reino Unido, donde hasta el 26% de los trabajadores podrían desempeñar su labor desde casa entre 3 y 5 días, mientras que en China e India, economías mucho más manuales, el trabajo remoto se quedaría en porcentajes de apenas el 11 y el 6%.
En cualquier caso, en las decisiones relativas a esta cuestión está teniendo importancia capital la productividad. Precisamente, la Universidad de Chicago elaboró un estudio para analizar esta variable y lo hizo entrevistando a 10.000 empleados de empresas tecnológicas asiáticas entre abril de 2019 y agosto de 2020, para así poder comparar la evolución. La investigación, titulada "Work from Home & Productivity: evidence from personnel & analytics data on IT professionals", concluyó que la productividad de estos trabajadores había descendido un 20% a pesar de emplear más horas, porque no eran tan eficientes como lo serían en un lugar de trabajo estructurado y físico. Así, según el estudio, los trabajadores pasaban un 30% más de tiempo trabajando desde casa, lo que se traduciría en 12 horas más sobre una semana de 40 horas, pero su productividad caía porque pasaban más tiempo en reuniones con sus jefes para perfilar constantemente sus responsabilidades.
"El teletrabajo se ha desempeñado sin recursos, en algunos casos"
Sobre esta cuestión Javier Blasco (Adecco), puntualiza que la valoración del teletrabajo deberá hacerse “después de unos meses”, porque el proceso de cambio a remoto fue forzado y en muchos casos sin los medios necesarios. “El trabajo en remoto no es algo nuevo, surgió en los años 70 en los países nórdicos por cuestiones climatológicas y se ha ido generalizando durante la pandemia. Según la experiencia de cada uno, así serán los comentarios. Hay personas que han aprovechado la experiencia y otros que se han encontrado sin recursos en un entorno que no estaba preparado para ello y eso también genera frustración. Por eso, todas las partes implicadas tenemos deberes al respecto”, señala Blasco.
Una concepción que comparte Albert Cañigueral (Ouishare), quien opina que en los últimos meses se ha descubierto “que la oficina es un fetiche y pensábamos que ciertas cosas solo podían ocurrir en un espacio muy concreto, bajo unas condiciones muy marcadas, pero de un viernes a un lunes descubrimos que todo esto era falso”. Aunque Cañigueral se adhiere al concepto de Blasco y considera que se ha estado teletrabajando en condiciones inadecuadas, “conviviendo mal con otros miembros de la familia, por lo que no es la situación ideal ni demuestra lo que es el verdadero teletrabajo, que realmente significa ir a espacios de trabajo compartido o buscar otros”.
Esto evidencia que el teletrabajo no es simplemente la traslación de las labores de un escenario a otro, sino un sistema nuevo que requiere la adaptación de las compañías y de los propios trabajadores, con procesos bien definidos que otorguen la autonomía y la eficiencia que todas las partes esperan. Pero de nuevo, la valoración del teletrabajo como opción varía según la tarea a desempeñar, puesto que los académicos de la Universidad de Chicago concluyeron que los empleados con ocupaciones que denominaron como “menos cualificadas”, como hacer llamadas a clientes, podrían ser más adecuados para situaciones en remoto.
“Los trabajadores que tenían que desarrollar un importante trabajo cognitivo, como el que se utiliza en el desarrollo de nuevas aplicaciones o soluciones de software o hardware, se han visto más lastrados por la nueva situación”, se recoge en "Work from Home & Productivity", donde se ponen de manifiesto cuestiones como la fatiga por videollamadas, que los trabajadores identificaban como uno de los factores que más mella les habían hecho en sus rutinas de teletrabajo.
Sin embargo, este estudio supone una radiografía de un trabajador concreto que no tiene por qué ser necesariamente el paradigma del teletrabajador. Tanto es así que según otra investigación realizada por la plataforma de automatización Ivanti en mayo en Reino Unido, dolo el 12% de los consultados son partidarios de volver a trabajar a tiempo completo en la oficina y casi dos tercios (63%) de los encuestados aseguran que preferirían trabajar a distancia antes que recibir un ascenso, mientras que la mitad aceptarían un recorte salarial a cambio de poder teletrabajar.
En cuanto a los beneficios detectados por los participantes en el estudio, el 47% destacan el horario flexible, el 43% el menor estrés en los desplazamientos, el 40% el ahorro de costes y el 35% un mejor equilibrio entre la vida privada y el trabajo; mientras que, como contrapartidas, se apuntaron la menor actividad física (40%), la falta de interacción con los compañeros (39%) y el cansancio frente a la pantalla (31%). A pesar de estas inquietudes, más de la mitad de los encuestados reconocieron que su estado de ánimo mejoró al trabajar fuera de la oficina.
De hecho, el teletrabajo ha sido motivo de conflicto en algunas grandes empresas como Apple, que hace apenas unas semanas anunciaba internamente a sus trabajadores la obligación de volver a las oficinas de la empresa tres días a la semana. Parte de la plantilla se manifestó contraria a este regreso, alegando que esta modalidad les había permitido llegar a un nivel de conciliación familiar y personal muy alto. Tanto es así que pidieron a la empresa que haga encuestas internas antes de seguir con la decisión en firme.
Google ajustará el salario de los teletrabajadores que se muden de ciudad
A diferencia de Apple, Facebook mantendrá el empleo en remoto con condiciones flexibles que dependerán de la elección de sus empleados, que podrán solicitar trabajar a distancia a tiempo completo si lo desean. Por su parte, Google ajustará los sueldos a los que opten por teletrabajar y lo hará en función de si sus empleados en remoto se mudan a zonas con menor coste de vida, un éxodo desde las grandes ciudades a provincias más pequeñas que ha surgido con esta modalidad laboral. La compañía de Zuckerberg también ha abierto este debate como en el caso de Google, puesto que se espera que el 20% de sus empleados trabajen desde casa después de la reapertura de sus oficinas a finales de este año.
El experimento social de la semana laboral de cuatro días
Otra de las cuestiones que generan debate y que están dentro de los cambios laborales es la duración de la jornada, uno de los aspectos que aborda el proyecto de Agenda 2050 presentado en mayo por el Gobierno de Pedro Sánchez, donde se pretende pasar de las actuales 40 horas semanales hasta las 35, un tipo de jornada que ya existe en países como Francia, donde también existe un límite de 10 horas diarias o que los empleados no puedan trabajar durante más de 4 horas y media sin descanso. Aunque esto no supone una duración máxima, sino un estándar, porque en la práctica las jornadas son más extensas, tal y como recoge la OCDE.
Precisamente en el mercado germano, donde existe un potente sindicato como IG Metall, se hizo una prueba con una jornada laboral de 28 horas en 2018 para el sector del metal que no terminó por funcionar. En Alemania existen diferentes legislaciones según los territorios que integran el país, pero por norma general la jornada máxima es de 40 horas semanales e incluso existe la prohibición de recibir mails relacionados con el trabajo fuera del horario laboral. En la práctica, la efectividad de las compañías alemanas deja la jornada semanal en 34,3 horas, solo por detrás de los Países Bajos, donde no se pueden sobrepasar las 45 horas semanales (aunque la media des de 29,3) y Dinamarca, con una jornada de 37 horas (32,4 efectivas).
Además del número de horas, en España ha aparecido en la agenda pública la semana de cuatro días, una cuestión que puso sobre la mesa el partido Mas País y que una de las compañías españolas como Telefónica planea implantar en algunos casos concretos. “Por el momento se ha publicado una propuesta, pero el convenio en el que se incluiría no se ha firmado aún. En todo caso, será una prueba piloto para un reducido número de personas, sin vocación universal todavía”, explican a Reason.Why desde la compañía, aludiendo a los 20.000 trabajadores de Telefónica que podrían acogerse a una prueba piloto que durará tres meses.
La implantación de la semana laboral de cuatro días conllevaría una bajada de sueldo, aunque con una bonificación por parte de la empresa de un 20%, según han informado fuentes sindicales, algo que ratifica la propia compañía, puesto que pese a faltar la rúbrica, existiría un principio de acuerdo con UGT y CCOO. La medida de conciliación se ha planteado en lo que se denominará “semana laboral flexible bonificada” y su objetivo está más enfocado hacia la conciliación.
Pero la pionera en la implantación de la semana de cuatro días en España ha sido Software Delsol, una empresa con sede en Mengíbar, un pueblo de Jaén, que adoptó el 1 de enero de 2020 este calendario laboral reducido, ajustando el cómputo de horas semanales trabajadas de 40 a 36 en invierno y 28 semanales en horario de verano, una medida que afecta a sus más de 180 trabajadores, 25 de los cuales se incorporaron precisamente para “mantener la calidad del servicio al cliente los cinco días de la semana”, según informa la compañía en el apartado de su página web en el que se recoge el anuncio de la semana de cuatro días.
“Llevamos más de un año con la implantación de esta medida y el balance, a día de hoy, es muy positivo. Hemos reducido el absentismo un 28% con respecto al año anterior y hemos aumentado nuestra facturación casi un 20%. En definitiva, hemos conseguido aumentar la productividad trabajando menos horas semanales”, cuenta a Reason.Why Ana Arroyo, Responsable del Departamento de Selección y Desarrollo de Personas de Software Delsol, quien además apunta que esta medida ha permitido mejorar la “conciliación familiar/personal y laboral, consiguiendo aumentar el compromiso de la plantilla y mejorar el clima laboral. En resumen, ha supuesto beneficios para la plantilla y por ende para la empresa”.
Dentro de los cambios de condiciones, otro de los temas de plena actualidad es el salario mínimo, que el grupo de expertos del ministerio de Trabajo pide elevar hasta 1.047 euros en un movimiento que genera contrariedad por cómo puede afectar a las contrataciones. “No todo el mundo necesita un trabajo, pero sí todo el mundo necesita un ingreso y el 40% de los ciudadanos lo obtienen por vía de servicios sociales o rentas por capital”, reflexionaba Javier Creus (Ideas for Change) en uno de los momentos de la charla organizada por el c de c en el que han participado jóvenes estudiantes y trabajadores de la industria creativa, que han cuestionado a los ponentes sobre temas como la renta básica universal.
"La renta universal puede dar la seguridad material para proyectos de emprendimiento"
Se trata de un modelo que en España se ha implantado por medio del ingreso mínimo vital. “Este recurso convierte a gente normal en esta especie tan rara que son los emprendedores. Es decir, al tener seguridad material y tener lo que cualquier negocio querría, que es un ingreso recurrente cada mes y previsible, la gente se lanza cada vez a hacer más cosas. Tendremos que estudiarlo, porque si no va a haber trabajo para todos, algo tendremos que inventar”, opina Creus.
En cualquier caso, tanto él como Cañigueral opinan que la versión fordista del trabajo, donde un empleado tenía una relación extensa con una compañía, de la que era cuasi propietario, ha terminado de modo definitivo, enterrando el concepto del trabajo para toda la vida. “Vamos hacia una versión híbrida que se expresa bien con las actuales plataformas de freelance, donde se busca una fuerza laboral externa que se suma a la interna que ya tienen las empresas, incapaces de retener materialmente todo el talento que necesitan en todo momento”, sentencia el Conector de Ouishare para España y América Latina.
Las profesiones y habilidades del futuro del trabajo
La transformación laboral también se producirá a nivel sectorial de modo desigual. La pandemia ha aumentado el valor de ciertas profesiones, un cambio de dimensión que perjudicará a otros gremios. Según el informe de McKinsey “The future of work after Covid-19”, los trabajadores que desempeñan labores menos cualificadas son los que más sufrirán y ganarán valor los conocimientos o habilidades frente a los títulos universitarios. El país que registrará una mayor transformación laboral será Estados Unidos, con un 28% más de empleos afectados que antes de la pandemia frente al 7% de España donde, según la consultora, sufrirán un descenso los puestos relacionados con la atención al cliente y ventas, la hostelería o los servicios de alimentación, mientras que se creará empleo en sectores como el sanitario, en las profesiones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y los creativos y profesionales artísticos.
Precisamente, las profesiones del futuro han sido otro de los temas de conversación tratados por Albert Cañigueral y Javier Creus en su charla de los Días C, que han recordado algunas de las profesiones del futuro que se han incluido en el plan España 2050 redactado por el Gobierno y donde se destaca el alto impacto que tendrán las nuevas tecnologías en el futuro del trabajo, hasta el punto de que en el documento se avanza el metaverso como un entorno laboral cercano. Es decir, esos mundos digitales en los que la sociedad se desarrolla de modo paralelo, una concepción que inauguró a comienzos de los 2000 un videojuego como "Second Life" y que importantes compañías están desarrollando a día de hoy.
El caso más paradigmático es el de Sony, que ha invertido 1.000 millones de dólares en el universo digital paralelo que está creando Epic Games, donde se pretende generar una economía alternativa en la que las marcas puedan contratar a trabajadores. Y el caso más comentado en las últimas semanas, tratado en la charla del c de c, ha sido el de una oferta laboral para ser jardinero en Minecraft, una propuesta que está recogida de modo literal en el plan España 2050, junto a otras como “entrenadores de avatares o jugador profesional de eSports”. Y se basa en un ejemplo real de un proceso iniciado en Reino Unido para buscar un jardinero para el popular videojuego de construcción, con una remuneración de 60 euros/hora.
“Una parte de la evolución seguirá en el mismo camino que ya se había emprendido, como es el de la digitalización y la transformación tecnológica. Igualmente, factores como el envejecimiento de la población van a potenciar ciertos oficios. La investigación o la biotecnología serán campos con enorme desarrollo, más después de lo vivido, así como el sector farmacéutico o el e-commerce”, apunta Javier Blasco (Adecco), quien opina que “no desaparecerán trabajos, sino tareas”, por lo que considera de suma importancia la educación como método más eficaz de reciclaje profesional. “El que tenga formación tendrá hasta cinco veces más oportunidades para encontrar trabajo, pero para ello también será necesario un reseteo del modelo de formación, que no pase por tener una u otra ley, sino algo que va más allá de lo reglado y no lo reglado, de lo presencial y lo remoto, un entorno mixto que no deje fuera a nadie”, reflexiona Blasco.
En este apartado, Javier Creus, Fundador de Ideas for Change, refelxiona sobre las nuevas carreras y planes de estudio, que “están orientadas a aprender haciendo y a emprender en equipo. La realidad ya no es de lobos solitarios, sino que cada vez más nos orientamos a generar tribus que en su conjunto serán capaces de resolver más problemas”. Un sentido de grupo que comparte Albert Cañigueral (Ouishare), quien visualiza todos los retos laborales como compartidos, “porque la acción colectiva siempre ha sido una palanca de transformación para una mejora de las condiciones”.
En consecuencia, habilidades como el “trabajo en grupo” serán capitales en los procesos de selección, tal y como defiende el Director de The Adecco Group Institute, que pone énfasis en las soft skills. “La propia volatilidad del conocimiento pone de relieve este tipo de habilidades, como son la capacidad de comunicación, la resiliencia, la empatía o la habilidad relacional. Eso no se borra del currículum”, apunta Blasco en una descripción de las ideas recogidas en el informe elaborado por la institución que dirige, titulado el “Futuro del trabajo post-covid”, donde se estima que el despliegue de la tecnología requerirá más habilidades interpersonales, a medida que cambien los roles de los trabajadores.
Según la citada investigación, la habilidad que más valoran los trabajadores es el análisis de datos y científico, estimado por el 84% de los trabajadores y el 59% de los business leaders, mientras que la resiliencia será importante para el 72% de la masa laboral, por delante de la inteligencia emocional (69%) y la Inteligencia Artificial junto al machine learning (69%). Y aunque en un puesto inferior, la creatividad también aparece entre las habilidades más valoradas para el futuro de trabajo, tanto para el 56% de los trabajadores como para el 46% de los empresarios.
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