A lo largo de los últimos años se han observado varios fenómenos que han sacudido las nociones tradicionales en el terreno laboral. Movimientos “gran renuncia”, el “quiet quiting”, los “bare mínimum mondays” o “lazy girl jobs” evidencian un cambio cultural respecto al trabajo que antepone el bienestar emocional y la salud mental al concepto clásico de éxito profesional. A ellos se suma ahora, en plena oleada de recortes de plantillas entre las grandes compañías tecnológicas, la tendencia creciente de grabar y compartir los despidos en redes sociales.
En las plataformas digitales, especialmente TikTok, se han multiplicado los vídeos de profesionales que se muestran a sí mismos sentados en sus escritorios remotos mirando a apesadumbrados a sus ordenadores y escuchando las malas noticias que alguien al otro lado de la pantalla tiene que transmitirles. Se comparten bajo el hashtag #layoffs o #techleyoffs -en el caso de que se trate de una compañía tecnológica- y acumulan miles de visualizaciones.
Las etiquetas mencionadas recogen más de 20.400 y 7.000 publicaciones, respectivamente, y en ellas se pueden encontrar vídeos se puede observar a llorando mientras hablan con los responsables de recursos humanos de sus organizaciones o siguen con sus tareas diarias sabiendo que a lo largo de la mañana participarán en una reunión que resultará en su despido. Es más, este tipo de publicaciones están creciendo bajo el concepto "Get Laid Off With Me", es decir, “Sé despedido conmigo”.
Entre la denuncia y la catarsis
La tendencia se ubica en la corriente impulsada por la generación Z de compartir todos los aspectos del día a día de las personas, desde meras rutinas de maquillaje a compartir los detalles de experiencias más profundas, como un rechazo romántico. La búsqueda de esta supuesta naturalidad denota que, al menos para los profesionales más jóvenes, los límites entre lo personal y lo profesional se ha roto por completo.
Algunos lo hacen por despecho y frustración después de ver alterados sus planes profesionales y para denunciar el trato recibido en la situación. Otros buscan arrojar algo de luz sobre el proceso y desestigmatizarlo. Mientras que otros aseguran que lo hacen como algo catártico, como una vía para compartir su experiencia personal y, en cierta forma, tener más control sobre una situación que se les escapa.
La reacción común de los espectadores es la de mostrar su apoyo a los protagonistas de los vídeos y destacar la falta de humanidad de las grandes corporaciones. Lo cierto es que, en muchos casos, quienes despiden a estos profesionales son personas con las que nunca han interactuado. Así lo evidencia lo vivido por Brittany Pietsch, anterior empleada de CloudFare, quien trató de encontrar respuestas a las razones de su despido, pero se topó con referencias vagas a las métricas de desempeño.
Exposición del employer branding
Dicho vídeo se hizo viral, tanto que Matthew Prince, CEO de la compañía, se pronunció en X -antes Twitter- para dar explicaciones. “Me resulta doloroso ver el vídeo. Los gerentes siempre deben estar involucrados. Recursos humanos debería participar, pero no debería dejársele todo el trabajo”; comentó. “Es importante destacar que el hecho de que despidamos a alguien no significa que sea un mal empleado. No significa que no será realmente genial en otro lugar”. Y añadió: “El error fue no ser más amables y humanos como lo hicimos”.
La compartición de estos videos genera potenciales crisis reputacionales para las empresas, muchas de las cuales alardean de su marca empleadora y de los beneficios que ofrecen a los empleados, pero que, como muestran las publicaciones, fallan a la hora de gestionar un proceso básico en la relación con el empleado.
En cambio, no sucede lo mismo para los empleados. Muchos de ellos aseguran que tras publicar los vídeos de sus despidos han sido contactados por responsables de selección con ofertas de empleo y han recibido otras propuestas profesionales, y que sus perfiles en redes sociales han recibido mucha notoriedad en consecuencia.
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Además, la grabación de estas reuniones puede tener ramificaciones legales. Tal y como informe Huffington Post, en la mayoría de estados de Estados Unidos no hace falta el consentimiento de la otra parte para realizar una grabación, pero en once de ellos si es necesario contar con la aprobación de todos los implicados. Por lo tanto, la compañía podría tomar acciones legales sobre los empleados despedidos.
En España, pese a que ha registrado menos publicaciones en vídeo que el mercado estadounidense, no es ajena a la tendencia. LinkedIn, por su carácter profesional, es la red social de referencia para compartir este tipo de situaciones. Cada vez resulta más habitual encontrarse publicaciones que detallan lo experimentado y sentido por los profesionales al ser despedidos.
La transparencia
Todo ello evidencia una menor preocupación por proteger un estándar de profesionalidad potencialmente obsoleto y una pérdida de temor a las posibles consecuencias. También una reivindicación del bienestar persona y de la búsqueda de entornos laborales más sanos y justos.
La tendencia refleja un cambio cultura hacia una mayor transparencia en los entornos laborales y el deseo, generalizado especialmente entre las nuevas generaciones, de compartir todo tipo de experiencias personales, ya sean positivas o negativas, en el mundo digital. Pero también crea conversación en torno a una cuestión que tradicionalmente ha sido un tabú: el impacto emocional de las decisiones corporativas en las personas.