La noticia de que el circuito estadounidense PGA, joya del golf profesional, se fusionaba con el europeo DP Tour y con el LIV Golf, un rival advenedizo financiado con fondos de Arabia Saudí, no sólo ha resonado en los campos de golf de todo el mundo, sino que ha reforzado un controvertido fenómeno conocido como sportswashing, en referencia a la práctica de utilizar el deporte para lavar la reputación de un país, y que ya se había puesto de manifiesto con la candidatura al patrocinio del Mundial Femenino de Fútbol, pese al historial del país en desigualdad de género.
Y es que Arabia Saudí, un país acusado durante décadas de una serie de abusos contra los derechos humanos, está invirtiendo su riqueza petrolífera en una serie de deportes. El golf y el fútbol son los objetivos inmediatos, pero los saudíes ambicionan estampar su marca también en el críquet e incuso la Fórmula 1.
Buscaría distraer al mundo de las acusaciones de abuso de derechos al asumir el papel de patrocinador
Todo ello ha despertado comentarios relativos a si se trata simplemente de una forma legítima, e incluso lógica, de que una nación rica utilice su dinero para hacerse un hueco en los lucrativos deportes mundiales, o es una forma de que el reino intente mejorar su reputación, distrayendo al mundo de las acusaciones de abuso de derechos al asumir el papel de patrocinador entre algunos de los atletas más queridos del mundo o de los eventos deportivos más populares.
La nación del Golfo Pérsico de Qatar fue acusada de “lavado deportivo” cuando presentó su candidatura y fue sede de la Copa Mundial de Fútbol en 2022; el argumento es que el reino del desierto había utilizado el evento para mejorar, o "lavar", su pobre historial de derechos humanos. Ahora, el lavado deportivo está de vuelta porque Arabia Saudí, un país que ha sido acusado durante décadas de una serie de abusos contra los derechos humanos, inyecta sus riquezas petroleras en una variedad de deportes.
Así, el día antes de que se anunciara el mencionado acuerdo de golf, los saudíes protagonizaron otro hecho deportivo de relevancia mundial: la estrella del fútbol francés Karim Benzema se unirá al club Al Ittihad tras más de una década en el Real Madrid, en un acuerdo por valor de 400 millones de euros.
Benzema ganó el Balón de Oro 2021-22 al mejor jugador de fútbol del mundo, y su fichaje por la nueva Saudi Pro League se produce después de que Cristiano Ronaldo, considerado uno de los mejores jugadores de la historia, dejara el Manchester United por otro club saudí, el Al Nassr en una operación también cifrada en los 400 millones de euros.
Incluso se había hablado de que Lionel Messi se mudaría a Arabia Saudí una vez que expire su contrato con el Paris Saint-Germain este verano, mientras que todos los indicios sugieren que los saudíes planean usar su riqueza para afianzarse en otro deporte popular: el crícket.
Informaciones recogidas en los medios el pasado mes de abril sugerían que Arabia Saudí estaba en conversaciones para lanzar lo que probablemente será el torneo Twenty20 más rico del mundo, en el que los partidos se juegan (según los estándares del crícket) en 3 horas rápidas.
En este sentido, el Presidente de la Federación de Crícket de Arabia Saudita, el Príncipe Saud bin Mishal Al-Saud, describió su objetivo de hacer de Arabia Saudita un "destino mundial de crícket" en declaraciones a Arab News: “Habría ligas en todos los niveles, no solo una liga”.
Otros rumores apuntan a un movimiento saudita para hacerse cargo de las carreras de Fórmula 1, otro gigante deportivo y con el que el país ya tiene una conexión cercana en el Gran Premio de Jeddah.
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Una maniobra turística
No obstante, a medida que Arabia Saudita aumenta sus inversiones en el deporte, el país sostiene que no lo hace para mejorar su reputación. En declaraciones al programa "60 Minutos" de la CBS a principios de este año, el Ministro de Deportes saudí, el príncipe Abdulaziz bin Turki Al Saud, descartaba la sugerencia de que la prisa saudí por “comprar” atletas súper estrellas y construir ligas poderosas fuera algo más que una forma de atraer visitantes a su país.
“No estoy de acuerdo con el término de lavado deportivo. Se trata de unir a la gente en Arabia Saudita, venir a ver nuestro país por lo que es, y luego tomar una decisión”.
Las inversiones están siendo encabezadas por el príncipe heredero Mohammed Bin Salman
Pero las inversiones están siendo encabezadas por el príncipe heredero Mohammed Bin Salman quien, según la inteligencia estadounidense, ordenó el asesinato en 2018 del periodista saudita Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Estambul. Bin Salman preside el fondo soberano de riqueza del país, que está detrás de varias de las inversiones deportivas del reino.
Así, organizaciones como Human Rights Watch han argumentado que Arabia Saudí está tratando de blanquear su reputación invirtiendo en deportes, y en el sector del entretenimiento en general.
“Los ciudadanos y residentes saudíes deben disfrutar de entretenimiento y eventos deportivos de primer nivel, pero también deben disfrutar de derechos básicos como la libertad de expresión y la reunión pacífica”, dijo Michael Page, Subdirector para Medio Oriente de Human Rights Watch tras el asesinato de Jamal Khashoggi.