“La normalidad es una ilusión. Lo que es normal para una araña es el caos para una mosca”.- Morticia Addams.
Empezar un artículo en Reason Why con la frase de un personaje de “La familia Addams” puede resultar chocante. Sin embargo, nos sirve para reflexionar sobre qué es y qué no es “normal”. Hasta qué punto la normalidad es una construcción social que depende de un contexto y hasta qué punto el coronavirus ha venido para cambiarla y crear otra totalmente nueva.
Todo ello, por supuesto, a raíz del nuevo término mainstream usado no solo en España sino en todo el mundo: la nueva normalidad o el new normal.
¿Qué es lo normal?
“Cualidad o condición de normal”. Así define la Real Academia Española la palabra normalidad. Algo que necesariamente nos lleva a seguir buscando: ¿Qué es “normal”? Para esta entrada encontramos varios resultados. Entre ellos estos dos:
- Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural
- Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano
En “las normas fijadas de antemano” tenemos una de las claves sobre la construcción social de la normalidad. El socioconstructivismo apoya esta teoría al entender que todo conocimiento es construido a través de la interacción del individuo con la sociedad y su ambiente y, por tanto, la normalidad sería otra idea construida en el marco de esta interacción. De esta manera, no se podrá hablar de normalidad en general, sino de normalidad dentro de una sociedad y un contexto en concreto. Se puede decir, por tanto, que la normalidad es un constructo social que engloba los comportamientos, ideas y características que se adaptan a la vida en sociedad. Una suerte de autorregulación social.
El origen de la nueva normalidad
Aunque el origen del término “nueva normalidad”, o new normal en inglés, es difuso, existen varias teorías que lo sitúan en el ámbito de la economía y las finanzas como una referencia para describir las nuevas condiciones financieras surgidas tras la crisis de 2008 y las secuelas de la Gran Recesión. Desde entonces, el término se ha utilizado en variedad de contextos para referirse a algo que previamente era anómalo y que pasa a ser común.
Uno de los primeros usos de la expresión se remonta a un artículo publicado el 18 de mayo de 2008 en Bloomberg News por los periodistas estadounidenses Rich Miller y Matthew Benjamin titulado “Post-Subprime Economy Means Subpar Growth as New Normal in U.S.” (“La economía post-subprime hace que el crecimiento por debajo de la media sea la nueva normalidad en EE. UU.”).
A principios de 2009, el fondo de inversión estadounidense PIMCO reutilizó la misma expresión para advertir a economistas y políticos de los países desarrollados de que la vuelta a la situación previa a la crisis financiera de 2007-2008 sería más compleja e incierta de lo esperado. Un año después, en 2010, Mohamed A. El-Erian, uno de los directivos de PIMCO y gurú de los mercados, declaró en una charla que el uso del término “fue un intento de situar la discusión más allá de la noción de que la crisis era una mera herida superficial. Al contrario, la crisis ha calado hondo. Fue el resultado inevitable de un período extraordinario de varios años que se podría calificar de todo menos normal”. Era una manera de aceptar un cambio que sería duradero e interiorizar que nada volvería a ser como antes.
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Desde la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) recuerdan que la secuencia “nueva normalidad” ya aparece en textos en español desde hace décadas: en los años setenta se utilizó para aludir a la nueva normalidad democrática que empezaba a vivirse en España (“Ha habido momentos difíciles pero lo importante es la nueva normalidad democrática a la que hay que irse acostumbrando” le decía Federico Mayor Zaragoza a El País en 1977) y, más recientemente, se ha usado también en los medios de comunicación relacionada, entre otros, con:
- La política parlamentaria: “Parece que de ahora en adelante la nueva normalidad para la formación de Gobierno va a oscilar en torno a los 120 escaños”
- La meteorología y el cambio climático: “Tres temporales “históricos” en apenas nueve meses, ¿una nueva normalidad?”
- Las revueltas ocurridas en Chile en otoño del 2019: “Parece como si estuviera emergiendo una "nueva normalidad", esa en que ya se da por descontado que no podrá haber servicios básicos funcionando con normalidad, ni orden público garantizado”.
China también utilizó el término para referirse a la desaceleración económica que comenzó en 2012 y que llevó al Secretario General del Partido Comunista de China, Xi Jinping, a declarar en 2014 que China estaba entrando en una "nueva normalidad".
Y hoy la expresión se aplica para describir la realidad que viene después de la pandemia mundial del COVID-19 en la que tendremos que convivir con el virus. “El empujón definitivo al uso del término en España se lo dio su inclusión en un documento oficial del Gobierno: Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad”, asegura Javier Lascuráin Sánchez, Director General de Fundéu BBVA. Y, aunque parezca que se está usando hasta la saciedad, el lingüista Manuel Alcántara asegura que “estamos muy lejos de la intensidad del momento en que más se utilizó, que fue el año 2012”.
El coronavirus ha traído una nueva normalidad
El “Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad” aprobado por el Gobierno de España, contempla una desescalada gradual planteada en 4 fases cuyo objetivo final es llegar a esa "nueva normalidad" prevista para finales de junio, en la que se imponga un mayor distanciamiento social de la población, el uso de mascarillas y las limitaciones de aforo como nuevo mantra de nuestra vida social. Según el Gobierno, es la puesta en marcha del país después del parón por la emergencia sanitaria y en la que casi nada volverá a ser como antes. El propio Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo explicaba el pasado 25 de abril.
Otros líderes internacionales como el canadiense Justin Trudeau han hecho declaraciones del tipo: “Es probable que haya brotes más pequeños durante varios meses después de esto. Esta será la nueva normalidad, hasta que se desarrolle una vacuna". También el Ex Primer ministro italiano, Matteo Renzi, aseguró que, hasta que se encuentre la vacuna “tendremos que vivir con el COVID-19 durante mucho tiempo y construir un mundo en el que haya una nueva normalidad”. Lo mismo que el ministro de Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab: "El Gobierno está buscando encontrar una nueva normalidad".
Sin embargo, otros como el estadounidense Donald Trump rechazan la expresión. En la presentación de su plan “Opening Up America Again" rebatió a un periodista argumentando que su objetivo es devolver al país a la "normalidad" de la vida económica previa al COVID-19.
Los políticos saben perfectamente que algunas palabras desatan emociones profundas y las utilizan para dirigir y difundir dichas emociones a su antojo. - Carlos Otero
Carlos Otero, Profesor Asociado de E-Commerce y Lean Startup en ESIC e IESIDE, atribuye este uso político de la nueva normalidad al plano de las emociones: "Cuando oímos que la situación se va a normalizar tendemos a pensar en la homeostasis, en un equilibrio calmo y agradable, en el confort de un territorio bien conocido y predecible”.
“Cuando Pedro Sánchez invoca la nueva normalidad con tanta insistencia es porque sabe que generará involuntariamente en nosotros ese deseo de alcanzarla, de ir hacia ella, de no ponerle trabas a las directrices que él decida desplegar”, añade el profesor. Ante la previsible dureza de las consecuencias socioeconómicas del nuevo escenario, este experto considera que los políticos prefieren "cocernos a fuego lento, a imagen de la rana que no advierte que se está cociendo porque la temperatura sube paulatinamente en la olla”. Una estrategia política, interpreta, que les concede a sus autores un margen de tiempo para que la sociedad se acostumbre a la primera tanda de malas noticias antes de que llegue la siguiente entrega. "Soy partidario de considerar que mis interlocutores están a la altura de las circunstancias y por eso me sigue pareciendo paternalista dosificar las malas noticias", puntualiza el profesor. "La estrategia de dosificación se usa con los niños, porque a ciertas edades no tienen todas las herramientas emocionales".
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A pesar de su popularidad y recorrido histórico, el uso recurrente de la expresión “nueva normalidad” no justifica necesariamente su corrección desde el punto de vista lingüístico. De hecho hay quienes la consideran una construcción paradójica y contradictoria, un oxímoron o incluso un eufemismo.
El Director General de la Fundéu BBVA, Javier Lascuráin, aclara que no tiene por qué entenderse como un oxímoron: “Lo que era normal hace dos mil años no tiene por qué ser normal hoy, del mismo modo que lo que se considera normal en la actualidad no siempre parecerá normal dentro de dos mil años. Ni siquiera hace falta tener como referencia marcos temporales tan grandes: hoy son normales las videoconferencias y hace treinta años no había internet en las casas”.
Argumenta además que, dado que la normalidad no encierra de primeras la noción de novedoso, tampoco estamos ante un epíteto. "Simplemente, se está adjetivando un sustantivo para restringirlo. ¿De qué clase de normalidad hablamos? De una nueva”.
La expresión nueva normalidad no nos parece por sí misma censurable. - Javier Lascuráin
Desde la Fundéu insisten en que hablar de nueva normalidad parece hacer referencia a una situación en la que lo habitual u ordinario no es lo mismo que en la situación previa. "Es decir, una normalidad diferente a la que conocíamos. De modo que parece una expresión bien formada y su significado es transparente".
Manuel Alcántara, Lingüista y Co-Director del Máster en Humanidades Digitales de la UAM, sí concede que la nueva normalidad pueda verse como un oxímoron teniendo en cuenta que la "normalidad" es lo habitual y, por lo tanto, no puede ser novedosa. “Sin embargo, creo que funciona porque expresa precisamente eso: que las novedades de las que se habla no serán circunstanciales y pasajeras, sino que nos acompañarán un tiempo hasta convertirse en lo habitual”, añade. Este experto considera, por tanto, que el término lingüístico es correcto porque expresa de forma eficaz lo que se quiere comunicar.
La nueva normalidad es nueva porque implica muchos cambios y es normalidad porque nos habituaremos inevitablemente a ella.- Manuel Alcántara
Por su parte, Carlos Otero considera que el uso común ha hecho que las palabras “normal” y “normalidad” hayan adquirido “cierta laxitud semántica” con el paso del tiempo. En cambio, usadas en el contexto de la alocución nueva normalidad o new normal implican su significado más técnico: “Un nuevo equilibrio social y económico duradero”. Y añade: "Es un término que no me molesta porque es muy descriptivo si se explica correctamente. Lo que sí deberíamos desterrar es la prerrogativa de que el gobierno de turno nos trate como infantiles".
Aunque el debate está servido y hay quienes se plantean que en la adopción de la nueva normalidad hay cierta resignación y fracaso por renunciar a recuperar la normalidad anterior, igual que también hay otros que sienten pánico solo de pensar que se subestime el riesgo y se caiga en un exceso de confianza después de más de 50 días encerrados; lo incuestionable es que, bromas al margen,...
...después del coronavirus nada volverá a ser igual. "Según las simulaciones epidemiológicas del escenario post coronavirus, nos encaminamos hacia un nuevo y dramático plateau o meseta socioeconómica que se extiende por delante un tiempo indefinido y claramente extenso. No es algo eventual, no es un bache, no es una temporada. Es un cambio drástico de largo plazo. Y no nos va a gustar", remarca Carlos Otero.
Sin embargo, tal y como escribía el Worldwide Managing Director de McKinsey & Company, Ian Davis, en su artículo titulado "The new normal" y publicado en 2009: "El escenario posterior a la crisis será diferente, pero no menos rico en posibilidades para quienes estén preparados".
La llamemos o no "nueva normalidad", nos dirigimos a un mundo en el que un barril de petróleo cuesta menos que una suscripción a Netflix y en el que, por tanto, las oportunidades serán distintas.
¡Ahí nos vemos!