La historia de los préstamos en España

  • Los primeros bancos modernos nacieron en torno al siglo XV
  • Internet ha motivado la necesidad de acceder a dinero rápido
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Todos hemos oído hablar alguna vez de los préstamos bancarios. Incluso, muchos de nosotros hemos solicitado uno en alguna ocasión. Lo cierto es que a lo largo de la historia, y en especial en los últimos años, se ha producido una evolución de los préstamos personales. Lo curioso es que todos estos cambios y transformaciones en la manera de ponerse en práctica dichos créditos no han sido casuales, sino que han ido de la mano de la situación socio-económica de cada momento. Es el caso de los llamados créditos rápidos, que han aflorado como respuesta a la crisis económica de nuestro país, fruto de las nuevas necesidades y dificultades que los ciudadanos han empezado a tener.

¿Cuándo nacieron los préstamos?

Por lo general, el concepto de préstamo ha implicado siempre una persona o entidad que posee una cuantía y otra persona o entidad que necesita dicha cantidad y, por ello, deciden llegar un acuerdo por el que la primera le presta de manera temporal ese dinero esperando a que este sea devuelto en un plazo determinado.

En el siglo XV surgieron los primeros bancos modernos

Este trato se acompaña de una serie de requisitos y condiciones y es precisamente en estos aspectos en los que radica la diferencia entre los diferentes préstamos que hay y ha habido en el mercado.

No obstante, la aparición de este método de intercambio monetario no es reciente y su origen se remonta a muchos siglos atrás. En un inicio, su proliferación fue muy débil ya que se identificaba con la usura, concepto con el que la Iglesia Católica vinculaba esta práctica. Esta idea fue cambiando con el paso del tiempo y en torno al siglo XV surgieron los primeros bancos modernos. En estos espacios, así como en las llamadas juderías, se llevaban a cabo prácticas identificadas con lo que hoy llamamos préstamos bancarios. Si bien en épocas pasadas la adquisición de estos préstamos implicaba ceder una prenda u objeto importante, con el paso del tiempo los créditos pasaron a funcionar imponiendo su devolución futura, es decir, una devolución del mismo producto prestado.

Los préstamos bancarios en las últimas décadas

En las últimas décadas y, particularmente antes de que la crisis económica estallase en España, hablar de préstamos bancarios a través de entidades propiamente bancarias era muy frecuente. La compra de una vivienda, de un medio de transporte o el pago de una formación o estudios eran motivos habituales para solicitar un producto de este tipo. Por aquel entonces, las condiciones para poder recibir un préstamo variaban según la entidad y según las condiciones particulares de la persona interesada en solicitarlo. Sin embargo, poseer un aval o presentar una nómina han sido requisitos casi indispensables. Por otra parte, otro tipo de aspectos como el Euríbor (nombre que recibe el tipo de interés al que las entidades bancarias estaban dispuestas a prestar una cuantía entre ellas en el mercado inter-bancario a plazos diferentes) empezaron a ser tenidos en cuenta a la hora de acceder a este tipo de préstamos.

La época post-crisis y los préstamos rápidos

Con la llegada de la crisis económica a nuestro país, el poder adquisitivo de los españoles ha descendido considerablemente para muchos.

Los céditos rápidos han comenzado a substituir a los créditos tradicionales

Llegar a fin de mes se ha convertido en el caso de muchas familias en un reto y ahorrar casi una utopía. Ante esta situación, enfrentarse a situaciones inesperadas que implican ciertos gastos (por pequeños que sean) se ha convertido en un reto complicado. Es en este contexto en el que, ante la necesidad de solicitar dinero rápido, de manera inmediata, los créditos rápidos han comenzado a substituir a los créditos tradicionales. Si bien estos implicaban grandes sumas de dinero, los créditos rápidos comportan pequeñas cantidades, ya que en la mayor parte de los casos van destinadas a averías domésticas.

Las facilidades que presentan estos créditos se basan en la rapidez de su adquisición. La burocracia que implicaban los créditos tradicionales se elimina y estos productos nos ofrecen la cantidad de dinero que necesitemos en cuestión de horas (casi nunca más de 72 horas). Esto permite que familias que han sufrido un contratiempo (una lavadora que se ha estropeado, una tubería que se ha roto o un coche que se ha averiado) que imposibilita necesidades básicas del ámbito doméstico pueda disponer del dinero necesario rápidamente.

Internet ha facilitado el acceso al dinero rápdio

Esta rapidez viene en parte facilitada por la vía de tramitación: en la mayor parte de los casos Internet. De este modo, una persona que desee un crédito rápido puede gestionarlo en cualquier momento del día, cualquier día de la semana. Durante el procedimiento sólo tendrá que facilitar sus datos personales, una copia de su DNI o de su tarjeta de residencia y el número de la cuenta bancaria en la que desea que el dinero sea ingresado. En esta nueva modalidad de créditos, tener un aval o disponer de un trabajo no es conditio sine qua non.

De este modo, vemos cómo los créditos han ido adaptándose a las coyunturas socio-económica que han ido apareciendo a lo largo de la historia y reinventando sus puestas en práctica.

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