Las Fake News no se dan sólo en el mundo del periodismo, sino que ya se han convertido en un problema social. Y existen multitud de agentes alrededor de este fenómeno: los medios de comunicación, las redes sociales que funcionan como plataforma de difusión, o los propios lectores que son víctimas y propulsores de fake news al mismo tiempo.
Las iniciativas y propuestas para acabar con este problema proceden de todos estos protagonistas. Pero, ¿serán suficiente para acabar con las fake news?
Desde los medios de comunicación
El año pasado The New York Times lanzaba un mensaje defendiendo la verdad durante la ceremonia de los Oscar. Bajo el claim “La verdad duele” el periódico quería transmitir que en estos momentos la verdad es más importante que nunca.
También la BBC, grupo de radio y televisión pública británica, está luchando contra las fake news. Para ello han creado un plan para enseñar a los alumnos de secundaria a identificar las noticias verdaderas y desechar las falsas. Con esta iniciativa se ofrecerán hasta mil talleres presenciales impartidos por periodistas, así como módulos y programas online.
Desde las redes sociales e Internet
Hace tres años Facebook daba los primeros pasos permitiendo a los usuarios denunciar las noticias falsas en la red social. Pero esta medida no ha resultado ser suficiente, y hace unos días Mark Zuckerberg anunciaba que la red social clasificará los medios de comunicación según su fiabilidad. Con esta iniciativa Facebook adopta una posición más dura contra el contenido de baja calidad y fake news para evitar (o ralentizar al menos) su difusión. Para ello preguntarán a los usuarios qué fuentes de información consideran fiables y cuáles no, uniendo todas las respuestas para determinar el grado de fiabilidad de la prensa.
La rápida difusión de las fake news también ha hecho que nazcan portales como Maldita.es. Se definen como “un proyecto periodístico independiente cuyo fin es dotar a los lectores de herramientas para que no te la cuelen”. En su sección de “Maldito Bulo” se desmienten los bulos que con frecuencia circulan por redes sociales, echando una mano para distinguir entre lo que es verdad y lo que es mentira.
Detrás del proyecto están Julio Montes y Clara Jiménez Cruz, periodistas de laSexta que forman parte del equipo de “Debate Al Rojo Vivo” y “El Objetivo” de Ana Pastor. Y luchan contra las fake news a través de distintas cuentas en Twitter: @mhemeroteca, @malditobulo, @malditodato y @malditodeporte.
Desde el gobierno
En el último año las fake news han influido en numerosos procesos electorales y políticos alrededor del mundo. Desde la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos hasta el Brexit o la crisis catalana en España, más recientemente.
Por ese motivo era de esperar que sean los propios gobiernos quienes traten de atajar y solucionar el problema de fake news. A principios de 2017 Alemania anunciaba que multaría a Facebook por las noticias falsas. En su plan daban a la red social 24 horas para retirar los contenidos difamatorios o noticias falsas, así como los mensajes de odio.
Pero Alemania no ha sido el único país europeo que ha optado por legislar el problema de las fake news. Emmanuel Macron también se ha posicionado contra este fenómeno para “acabar con las mentiras inventadas para manchar” y “proteger la vida democrática”, anunciando la creación de de un proyecto de ley para luchar contra las noticias falsas durante los períodos electorales en Francia.
Y no era casualidad que esta medida se anunciara apenas un mes después del lanzamiento del canal de televisión pro-ruso “Rusia Today” en este país. El presidente ya acusó en el pasado a Rusia de haber difundido “propaganda engañosa” durante la campaña electoral de 2016 a favor de su rival Marine Le Pen.
En Italia el problema de las fake news también está a la orden del día, y por eso ya han lanzado un servicio online para acabar con ellas. A través de la página web de la policía los italianos pueden denunciar si creen que es una noticia falsa, y un grupo de expertos se encargará de identificar la fuente para establecer si la información es auténtica.
En este contexto cabe recordar que el próximo 4 de marzo se celebrarán elecciones generales en Italia, y la medida se pone en marcha por la preocupación de que este tipo de información pueda manipular a la opinión pública. El ministro del Interior Marco Minniti ha aclarado que la iniciativa no busca interferir con la campaña política, sino que “es una herramienta pública totalmente transparente que tiene como objetivo proteger a los ciudadanos de las fake news”.
Por último, Reino Unido también ha anunciado la creación de un organismo para combatir las noticias falsas. Esta unidad tendrá entre sus objetivos “combatir la desinformación procedente de los estados y otros actores” y disuadir a los que intentan utilizar las noticias falsas para influir en los acontecimientos del país.
¿Son suficientes estas medidas para acabar con las fake news?
Las fake news se han convertido en un problema real, y todas las medidas adoptadas tanto por redes sociales, como medios de comunicación o gobiernos públicos son una buena muestra de ello. Pero cabe preguntarse, ¿es suficiente?
The New York Times, que abandera la revolución a favor de la verdad en medios de comunicación, también ha tenido sus momentos de debilidad. El pasado verano sin ir más lejos tuvo que reconocer su error tras informar sobre una nueva tendencia que, en realidad, lleva en el mercado más de cinco años.
No es fake news. Pero es un ejemplo más de cómo hasta las instituciones con más renombre en el mundo periodístico han caído víctimas de la rapidez e inmediatez de la era de internet y cómo, probablemente, no cumplieran con una de las reglas más vitales de todo periodista: consultar varias fuentes.
Pero la propagación de fake news no solo proviene de la prensa o de internet. Recordemos a Colin Powell, ex secretario de Estado, hablando en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las “pruebas indiscutibles” de la presencia de armas de destrucción masiva en Irak.
Y es que nadie pone en entredicho que existe una necesidad de actuar ante la desinformación y propagación de este contenido. Pero ante la intervención de muchos gobiernos europeos cabe preguntarse, ¿tiene el estado derecho a decidir qué son noticias falsas? ¿Y es la vía legislativa el mejor método? Existe una tremenda complejidad a la hora de certificar una información sin restringir la pluralidad de opiniones.
Lo mismo sucede con el ranking de fiabilidad de Facebook. La red social está preguntando a los propios usuarios qué fuentes de información son más fiables para establecer un ranking. Pero si los usuarios saben reconocer las fake news, ¿para qué necesitan el ranking?
Aunque todas estas iniciativas son aplaudidas, aún no hemos encontrado la solución a las fake news. Pero desde aquí queremos lanzar nuestra propia propuesta, que sería: ¿y si mejoramos el nivel de educación (para que los ciudadanos puedan reconocer fake news por sí solos) al mismo tiempo que creamos un modelo económico que garantice la independencia de los medios?