Te gradúas y llegas al mercado laboral, que es un mundo completamente desconocido para ti. No sabes qué hacer, con quién hablar, ni cómo moverte. Y encima la mayor parte de los ‘consejos’ que te dan por ahí para arrancar, no sirven para mucho.
El pasado mes de mayo Michael Watkins comenzó en LinkedIn una discusión sobre los consejos que habría que darles a los profesionales que acaban de salir del horno.
Y, según él, se dijeron cosas muy interesantes.
¿Queréis saber cuáles son?
1. Lo que pasa en la Universidad, se queda en la Universidad
Todos los conocimientos que se adquieren durante la época de estudios no son más que una base para ir acumulando todo el aprendizaje en el futuro. Al contrario de lo que se cree, el graduado no sale de la facultad sabiendo realizar perfectamente su trabajo.
En cambio, tiene la base de sus pilares tan bien construida, que soportará todo lo que se le eche encima.
2. Ser alguien con quien los demás quieran trabajar
Nadie quiere trabajar con alguien que no es de fiar, que es egoísta o desagradable.
La actitud es una cosa pequeña pero que marca una gran diferencia. Tenemos que comportarnos de manera que la gente quiera tenernos cerca. Tener una actitud positiva, no romper nuestros compromisos y ayudar a los demás son sólo algunos de los trucos que se pueden llevar a cabo para conseguirlo.
3. No eres tan inteligente como tú te crees
La humildad tiene que ser uno de esos pilares de los que hablábamos antes. La arrogancia sólo hace que seamos un poquito más insoportables.
Incluso en el caso de que tengamos la respuesta correcta para todo, a veces merece la pena aflojar un poco la cuerda y dejar que los demás acierten por nosotros.
De esa manera no tardaremos mucho en ser personas queridas por los demás.
4. Sólo hay una oportunidad para causar un buena primera impresión
Desde el minuto cero todo el mundo que está a nuestro alrededor ya está elucubrando sobre nosotros. Sobre cómo vestimos, cómo comemos o la manera que tenemos de hablar. Todo cuenta.
Las personas, por regla general, tardamos sólo unos segundos en formarnos una idea de cómo es alguien, automáticamente después de conocerle. Y esas ideas son muy difíciles de modificar con posterioridad.
Merece la pena dar un par de vueltas a la impresión que queremos causar antes de presentarnos formalmente a alguien.
5. Cuanto más duro trabajes, más suerte tendrás
A la larga, la disciplina en el trabajo vale tanto o más que el propio talento. De hecho, tener un talento ‘descontrolado’ en nuestro puesto es casi tan inútil como quedarse en casa viendo la tele durante todo el día.
Cómo dijo Aristóteles, “somos lo que hacemos repetidamente”. La excelencia no es cuestión de un acto, sino de un hábito.
Priorizar objetivos y tareas es fundamental en un trabajo, sea cual sea éste. Si no tienes ya unos buenos hábitos para el día a día... puedes ir preparándote para la mediocridad.
6. Aprende a escuchar y aprenderás escuchando
Si tenemos dos oídos y una boca es porque debemos escuchar el doble de lo que hablamos. Y desgraciadamente, en la mayoría de los casos esto no sucede así.
El acto de escuchar de manera activa es la técnica de aprendizaje más poderosa que existe. Incluso si no estamos de acuerdo en lo que estamos escuchando, nuestra capacidad de comprensión conseguirá que podamos observar los diferentes puntos de vista.
Y eso también se puede considerar aprendizaje.
7. ¡Haz los deberes!
Los graduados están muy hartos de hacer sus tareas. Y con toda la razón del mundo. Pero, una vez más, la disciplina es fundamental para cualquier trabajo.
“La suerte favorece a la mente preparada”
8. No aprender los trucos del oficio. Aprender el oficio
No hay atajos para llegar a ser bueno en el trabajo. Si queremos llegar a ser excepcionales en algo, sólo tenemos que seguir dos pasos:
1. Encontrar nuestra vocación
2. Dejarnos los cuernos en ella
Los atajos, que los encontraremos, en realidad son falsos callejones sin salida. Lo único que conseguirán es que perdamos tiempo y esfuerzo para nada.
9. Abraza tus debilidades
Por supuesto, es totalmente lícito el que identifiquemos nuestros puntos fuertes y los utilicemos siempre que podamos. Pero, muchas veces, vamos a tener que trabajar en tareas que no son precisamente nuestra especialidad.
En esos momentos es en los que tenemos que saber reconocer nuestras debilidades y esforzarnos al máximo para hacerlo ‘lo menos mal’ posible.
10. Red de cerebros
“No eres lo que sabes, sino a quien conoces”. Esta frase no puede tener más razón. El networking, muy de moda últimamente, es completamente fundamental para crecer profesionalmente.
Pero aunque es muy importante conocer y ser conocidos, con eso tampoco basta.
Las relaciones, como todo, necesitan un mantenimiento. Cuanto más tiempo le dediquemos a cada una, más provecho podremos sacar de ella.