Es bastante necesario realizar un análisis detallado del consumidor para descubrir sus necesidades latentes y conocer a fondo su comportamiento de compra. Así, podremos darle lo que necesita y de la forma que desee para ganarnos su fidelidad.
La tecnología ha avanzado bastante también en este campo y cada vez es más fácil recoger este tipo de información y, además, con información mucho más profunda. El análisis facial es uno de estos avances que nos proporcionan gran cantidad de detalles de los consumidores pero, ¿hasta qué punto es legal este tipo de acciones?
Es increíble que estos maniquíes recojan el comportamiento del consumidor y que el comercio se vaya adaptando a él, pero más allá de la pura venta está el derecho de intimidad de las personas.
Se ha acabado el tiempo en el que el maniquí de cualquier escaparate era sólo una figura – ligeramente triste – que era observada por los viandantes como espejo de cómo les podría quedar el modelo de turno. Ahora el maniquí también mira y sabe lo que ve. Almax, una empresa italiana, comercializa desde el pasado mes de diciembre un maniquí inteligente, el EyeSee.
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El maniquí tiene una apariencia completamente normal, pero una cámara oculta en uno de sus ojos permite a la empresa saber información importante sobre los consumidores que entran en su tienda. El EyeSee sabe el rango de edad, la raza, el número de personas y el tiempo que invierten en estar en la tienda, lo que posibilita conocer estadísticas reales sobre el funcionamiento del local.
Para ello, el maniquí emplea un software de análisis facial (como por ejemplo el que emplean en una frontera para analizarnos) y consigue de paso información contextual sobre el momento en el que la cámara se cruza con esa persona. Cuando se presentó el producto, la compañía detrás del mismo (una empresa privada en colaboración con spinoff de la Universidad Politécnica de Milán) aseguró que el proceso respetaba completamente la privacidad de los observados.
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Entre los datos que esas empresas desconocidas han podido ya averiguar sobre sus compradores gracias a la observación están, por ejemplo, el hecho de que los hombres compran sobre todo en los primeros días de rebajas y gastan más que las mujeres en esas incursiones o que los compradores asiáticos entran sobre todo hacia las cuatro de la tarde, lo que les permitió situar vendedores que hablaban su lengua.