El debate y las contradicciones del metaverso: cómo la nueva economía debe fortalecer el camino futuro de este mundo digital

  • Expertos de a16z crypto defienden que se deben reconstruir las relaciones entre sociedad, empresas e individuos
  • La descentralización y los códigos abiertos son las banderas de un desarrollo que también necesita ser protegido
metaverso

Nadie sabía muy bien lo que era -muchos siguen sin poder definirlo del todo hoy-, pero particulares, marcas o instituciones hablan ya del metaverso como un mundo alternativo, que en realidad puede ser una agrupación de mundos, totalmente digital y donde la sociedad vuelve a construirse. El concepto había surgido en los 90, en el seno de la literatura de ciencia ficción; sin embargo, su explosión llegó tras un movimiento corporativo: Facebook cambió su nombre por Meta en 2021. De repente, al público aquella idea se le hizo atractiva y el conjunto de la sociedad se interesó por esta realidad que, a su vez, no es tal. Un complejo mundo aún por descubrir que necesitará formación y nuevas reglas del juego.

Sobre estas consideraciones reflexionan tres autores en una pieza publicada en Future bajo el título “Siete ingredientes esenciales de un metaverso”.
Liz Harkavy, investigadora en a16z crypto y con pasado como ingeniera en Corsali, además de haber pasado por compañías como Facebook, Nasa Jet Propulsion Lab y Goldman Sachs. Eddy Lazzarin, responsable de ingeniería en a16z crypto, con pasado en Netflix o Facebook, dentro del proyecto para hacer evolucionar Messenger. Y Arianna Simpson, General Partner en a16z crypto, última estación de una carrera que incluye la fundación de Autonomous Partners, un fondo de inversión de activos digitales

La primera idea sobre la que trabajan los autores es la de saber si el metaverso es realmente una gran bola de nieve que rodará sin fin hasta caer por el precipicio del invierno por el que pasan muchas tendencias. Así como quieren poner dimensión a su evolución. “En muchos sentidos es solo otro nombre para la evolución de Internet”, apuntan, aunque distinguen, ya desde el principio de su disertación, dos visiones contrapuestas. Por un lado, la ida descentralizada y abierta con los derechos de propiedad y las fronteras; y por otro, la “demasiado familiar idea de un entorno centralizado y sujeto a los caprichos de las corporaciones”.

En el concepto más amplio del término, son los usuarios los que aportan valor

Y seguramente, como ocurre en la realidad más plausible, ambas ideas de metaverso se enfrentarán hasta el fin de los propios días del mundo paralelo. En el concepto más amplio del término, son los usuarios los que aportan valor; en el otro, son las propias reglas del capitalismo tradicional las que marcan el devenir. Por el momento, hay más trabajo en la segunda vía, porque han sido las grandes compañías, sobre todo tecnológicas, las que han ido abriendo camino y mostrando funcionalidades del metaverso, que pasan sobre todo por una diversificación de los servicios para generar nuevas vías de negocio.

Aunque los objetivos que persiguen las marcas no siguen el mismo patrón que en el mundo de los balances de cuenta. Hay asociaciones conceptuales que, por lo menos en esa primera fase, se desarrollan sobre campos como el arte o la experimentación, distantes del rendimiento inmediato y más próximos a un mundo nuevo.

Un buen ejemplo de ello es el de Gucci, que ha organizado showrooms en espacios del metaverso creados específicamente para el entorno virtual. Y lo ha hecho en asociación con Roblox, plataforma que está sacando mayor provecho en un corto plazo de los nuevos universos digitales, en gran parte porque ha sido capaz de desarrollar sus propios metaversos con miles de jugadores que intercambian algo más que partidas entre sí en mundos totalmente abiertos.

En el artículo de estos autores se recoge que, por su propia naturaleza, el metaverso tiene que ser descentralizado. “No puede estar operado por una sola entidad o un grupo reducido. Las plataformas son al principio amigables con usuarios y desarrolladores, para atraerlos, pero acaban volviéndose competitivas. A menudo estos intermediarios cometen abusos contra con los usuarios”, defienden los autores de un artículo que imagina un espacio sin fronteras, pero sin ser consciente de que un desarrollo fragmentado y descentralizado requiere un esfuerzo inversor mayor por parte de los implicados.

Descentralización y control de los intermediarios

A pesar de lo incipiente del término y su ejecución, los metaversos descentralizados llevan ventaja sobre el resto porque hay un trabajo militante detrás de estas ideas desde hace años. El caso más importante es el de Decentraland, una plataforma de realidad virtual con código abierto creada sobre la Blockchain de Ethereum. Fue creada en 2015 por Ari Meilich y Esteban Ordano y funciona bajo el modelo MMORPG (juego de rol multijugador en línea). Es uno de los metaversos más antiguos y ha colaborado con empresas como Samsung, Hyundai o el Open de Australia. En España ha sido promocionado por creadores de contenido como Willyrex, implicado asimismo en su propia línea de NFT.

En este metaverso descentralizado, los usuarios pueden comprar parcelas donde construyen edificaciones que después pueden vender. Esta ha sido quizás la vía que más interés ha generado en los particulares: Decentraland no es propiedad de la empresa desarrolladora de la plataforma, sino de los propios jugadores. Tiene el objetivo de crear una comunidad global que opere dentro del mundo virtual compartido.

De acuerdo a los comentarios de Liz Harkavy, Eddy Lazzarin y Arianna Simpson, la descentralización evita los obstáculos en la innovación y refugia el carácter innovador en una comunidad comprometida, capaz de autorregularse y protegerse de los abusos. Por el contrario, el informe sobre el metaverso reflexiona sobre una cuestión fundamental como es la propiedad temporal y definitiva en los mundos digitales.

Los videojuegos expresan mejor que ningún otro entorno los beneficios de una skin determinada o un objeto totalmente virtual que mejora las prestaciones del usuario. “Pero la gente se ha acostumbrado a alquilar los ítems, en vez de a poseerlos. El gestor de un videojuego puede decidir unilateralmente las reglas, privando de acceso a los participantes de elementos por los que han pagado. El mundo digital debería obedecer una misma lógica que el mundo físico. Cuando compras algo, lo posees”, defienden los expertos de a16z crypto.

Uno de los episodios más sonados ocurrió en junio de este mismo año, cuando la comunidad de Fall Guys, un juego abierto y online de plataformas, reclamó a Epic Games, desarrolladora del producto, la pérdida de miles de objetos que habían comprado para sus personajes. Un elenco que se perdió en una actualización y que mermó las mejoras que los usuarios más antiguos habían conseguido. Curiosamente Epic Games, creador de la saga de éxito Fortnite, es una de las compañías que más fuerte ha apostado por el metaverso, en concreto el suyo, para el que ha logrado el apoyo de Sony y de Lego.

“Así como los tribunales de justicia defienden los derechos de los usuarios en el mundo físico, también deberían extender sus competencias para hacer cumplir el criterio en los negocios en línea”, reclaman los firmantes del texto, quienes hacen hincapié en el valor de las identidades digitales individuales. Un mundo nuevo requiere nuevas formas de autenticación, donde cada particular reclama ser plenamente consciente de qué información comparte y cómo se almacena. El reto aquí es mayúsculo, porque los avatares suponen, en algunos casos, la plasmación física de las personas reales. O aspiran a ello, para evitar suspicacias y el anonimato perverso que a veces se emplea en las redes sociales.

Las identidades soberanas del mundo digital

A pesar de que no existe una regulación global o específica en este sentido, ya se han dado pasos para frenar las prácticas ilícitas y fraudulentas, sobre todo en cuanto se han empezado a trazar los tamaños de mercado de futuros. Según la consultora PwC, el volumen de los metaversos en 2030 será de 1.500 billones de dólares, por lo que el gran reto, sobre todo cuando se popularice, será el de crear procesos de identificación seguros y para ello se confía en el trabajo coordinado del gran número de players que participan en la edificación de los metaversos.

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La respuesta a esta incógnita se encuentra en la SSI: Auto-identidad soberana, un protocolo con el que los usuarios podrán generar y gestionar sus identidades. Esto implicará un control más estricto que, por supuesto, requerirá el uso de una cámara o un micrófono, además de una educación amplia sobre lo que un avatar supone. Expertos como Tecalis, desarrolladora de soluciones de verificación de identidad y firma electrónica, detectan los siguientes problemas y conflictos:

  • Los usuarios no representan su información visual de identidad en sus avatares
  • Existe la posibilidad de fraude de identidad suplantando a otros usuarios
  • En caso de cometerse delitos, debe haber una forma de identificar fácilmente al usuario que ha llevado a cabo tales acciones

“Debemos poder identificarnos sin depender de intermediarios como Meta o Google, eligiendo métodos y estándares abiertos que contribuyan a un concepto de identidad digital más rico, seguro y en constante evolución”, defienden Liz Harkavy, Eddy Lazzarin y Arianna Simpson. Otro aspecto importante que subrayan es el de la componibilidad. Es decir, que los usuarios puedan crear con el código de los desarrolladores sus propias experiencias y productos. “Algunas compañías ofrecen servicios integrados, como Stripe (pagos) o Twilio (comunicaciones), pero no permiten que los desarrolladores externos cambien o remezclen sus códigos. Si cualquiera pueda adaptar, reciclar o importar esta materia se crearán experiencias completamente nuevas”, reflexionan.

La cuestión de la inmersión social

Por tanto, entre los actores que impulsen el metaverso debe haber una decidida apuesta por el código abierto, como principio esencial. “La apertura conduce a un software más seguro, justo y equitativo”, se recoge en el artículo de los autores, donde se pone énfasis en la propiedad comunitaria como “pieza del rompecabezas que alinea a los participantes en la red, algo que no será posible sin el blockchain, los tokens o las criptomonedas”, en una clara alusión a cómo la nueva economía debe fortalecer el camino futuro del metaverso.

“Lo que se necesita no es tanto una inmersión digital como una inmersión social”

Finalmente, el conjunto de expertos crypto alerta sobre la implicación de las empresas de realidad virtual o aumentada. “Son necesarias, pero corren el riesgo de crear un entorno dominante donde se produzcan cuellos de botella que afectan al propio flujo libre de las experiencias de las personas en el metaverso. Lo que se necesita no es tanto una inmersión digital como una inmersión social, algo que se ha producido en plataformas como Discord, Twitter Spaces o Clubhouse”, concluyen.

En resumen, el metaverso amplía los horizontes del desarrollo del ser humano, aunque lo hace con los mismos debates instalados desde hace decenios en la sociedad. La apertura y la descentralización son los pilares ideales sobre los que debería descansar el edificio; sin embargo, los estándares abiertos requieren un alto nivel de implicación y un desarrollo a veces problemático. De la mezcla entre la voluntad, las normas y el beneficio de las partes deberían salir estas nuevas construcciones sociales. Una segunda oportunidad para algunos, una primera para los nativos digitales que vendrán y una ventana cerrada para los que no quieran aceptar su potencialidad.

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