Olivier Debie había diseñado un logo para el Théâtre de Liège extrañamente parecido al que diseñó después el japonés Kenjiro Sano para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Por ese motivo, Debie denunció el logo a las autoridades belgas. E incluso llegó a crear una animación que publicó en su cuenta personal de Twitter para apoyar su versión y dar difusión a la “injusticia”.
Y ahora, ejerce su derecho a cambiar de opinión retirando la demanda que impuso al Comité Olímpico Internacional en agosto.
¿Por qué retira la denuncia?
Por motivos económicos. Textualmente, porque le podría salir “muy caro”: “ganar el juicio difícilmente cubriría los costes legales, y perder me podría salir muy caro”, razón por la que añade que prefiere gastar su “tiempo y energías en nuevos proyectos”.
No obstante, el revuelo que ha causado se deja sentir. Los organizadores de los Juegos Olímpicos tuvieron que lanzar un nuevo concurso para encontrar un logo sustituto, en el que eligieron a cuatro candidatos. El ganador será anunciado en primavera.
Pero la decisión de encontrar un nuevo logo no fue porque no creyesen en las palabras de Kenjiro Sano. Todo lo contrario: el comité organizador mantuvo que el logo de Sano no era una copia, pero según Toshio Muto, Director General del comité organizador de Tokio, “la decisión de un nuevo comienzo y crear otro logo parece ser la más apropiada”.
No obstante, añadió que al mismo tiempo “el tema se ha expandido sin profundizar en el conocimiento del público general”, algo que consideran que “es un problema”.
Ahora sólo falta esperar a primavera para saber cuál será el logo definitivo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Para el que no habrá plagios ni denuncias.