Ideas revolucionarias de CEOs que han hecho historia

Una carrera profesional no sigue una progresión lineal. Ya lo aventuró el fundador de LinkedIn, Reid Hoffman. “El éxito viene precedido de un momento crítico”, un chispazo, algo fugaz e impreciso que sacude todo el sistema de ideas.

Ese “big break”, o gran oportunidad, es el catalizador hacia el triunfo empresarial y lo que define el carácter de los grandes emprendedores de este siglo.

Richard Branson y Steve Jobs, por ejemplo, han sabido gestionar ese momento crítico y liderar imperios que han pasado a la historia con su particular ‘Think outside the box’. Dos negocios distintos, dos personalidades dispares y dos historias sin más nexo que la superación.

Richard Branson, o cómo un desconocido Mike Oldfield lo catapultó al éxito

A lo mejor por ser disléxico, el padre del imperio Virgin ya apuntaba maneras desde la infancia. Con 16 años Branson se introdujo en el mundo editorial y montó su propia revista, Student Magazine, aunque la idea revolucionaria no llegaría hasta seis años después.

Su carácter inquieto y extrovertido le llevó a abandonar la enseñanza muy pronto y a abrir su propio estudio de grabación con un desconocido Mike Oldfield como reclamo.

Y la idea funcionó. Aquel desconocido Oldfield se mantuvo 247 semanas en lo más alto de las listas de éxito británicas.

Sin duda Branson no podía imaginar que aquel proyecto derivaría en un sello discográfico de referencia mundial, pero siguió su instinto empresarial hasta crear algo que una a gente brillante y marque la diferencia en la vida de las personas”.

"Los errores que ves en los demás son un reflejo de ti mismo"

Lo consiguió y hoy, a sus 64 años, la figura de Branson se define entre el hombre, el mito y la leyenda. Una andadura que ha consolidado a base de autocrítica y trabajoDe hecho, cuando era joven y juzgaba lo que no le gustaba, su madre le decía: “Los errores que ves en los demás son un reflejo de ti mismo”. Y así fue cómo aprendió a ser tolerante y flexible. 

Él mismo confiesa que siempre ha aplicado esta enseñanza a los negocios “para ser un buen líder y poder sacar lo mejor de las personas”. Forma parte de su lista de consejos para alcanzar el éxito, entre las que se encuentra algo tan extravagante como tener un sofá en la cocina

Steve Jobs, el poder de la excelencia

Su convulsa historia personal y familiar no parece el preludio de una madurez marcada por el éxito. Pero quizá ese clima de conflicto e inestabilidad desde la infancia fue el responsable de su carácter irreverente y, en ocasiones, tormentoso.

Hijo de dos estudiantes universitarios que lo dieron en adopción, Jobs nunca concibió límites, nunca se rindió. Por eso con 21 años fundó Apple y seis años después se convirtió en el millonario más joven de su época, gracias a un método propio que no entiende de cánones ni prototipos.

"Hacedlo, pero hacedlo estupendo"

Él también abandonó sus estudios al no poder hacer frente a su elevado coste y sobrevivió a base de trabajos puntuales por los que recibía unos ingresos ínfimos. Sin embargo, su suerte cambió cuando coincidió con Steve Wozniak, que compartía su idea de crear un pequeño computador casero.

Y dicho y hecho. Un garaje fue el improvisado taller de estos dos genios de la informática. Aunque ya habían rozado el éxito en ocasiones anteriores, su “big break” llegó en 1984 de la mano del Apple Macintosh. La introducción del ratón supuso un gran adelanto en la industria informática. Y la ventaja diferencial de su marca.

No obstante, Jobs desterró de su vocabulario los términos “Marketing” y “Marca”, en un intento por no poner coto a la creatividad. Esta obsesión por la excelencia contribuyó a su mitificación. El cerebro de Apple murió en octubre de 2011 tras décadas dedicado a la innovación.