Periodista Víctor Arribas

Fake news, no news: la pureza periodística se ha roto

Fake news, no news

Diferenciar el grano de la paja.

Esa es la tarea que tiene el consumidor moderno de información, que utiliza los miles de canales de entrada de contenidos que existen, cuando pocos de ellos pasarían un control riguroso de calidad. Aleccionar al receptor de los riesgos que tiene estar bien informado es tarea de todos los medios serios, y recordemos que estar informado es tanto un derecho como un deber en las sociedades democráticas.

El peligro evidente es descartar la grasa sobrante, que es mucha y muy malintencionada

Nadie puede ya quedar al margen o estar ajeno a la realidad que le rodea, pero el peligro evidente es diseccionar los canales, analizar las verdades y descartar la grasa sobrante, que es mucha y muy malintencionada.

Se difunden noticias inexactas o directamente falsas, con o sin intención, y la mancha se extiende a lomos del corta y pega por redacciones donde ha sido relativamente fácil crear un medio digital, lugares donde la confirmación de los hechos y el contraste de los datos dirigiéndonos directamente a las fuentes brilla por su ausencia, se ha convertido en entelequia.

Recientemente un periódico español de gran prestigio engañaba a sus lectores titulando sobre un mensaje en Twitter del presidente de Estados Unidos. “¡Traición!”, afirmó nuestro medio amigo refiriéndose a un tuit que se preguntaba de forma clara: “¿Traición?”.

Exclamaciones en lugar de interrogaciones. Todo vale para desacreditar más aún al máximo mandatario mundial, una estrategia en la que tenemos victoria asegurada respecto a los lectores, pero una sonora derrota respecto a la veracidad.

También el fondo de aquel asunto merece la pena que se analice. El artículo anónimo publicado por The New York Times, atribuido a un alto cargo que desvela una red interna de oposición al presidente dentro de la propia Casa Blanca, ha sacudido los cimientos de la comunicación mundial.

La pureza periodística de conocer las fuentes se ha roto

La disyuntiva nos ha alcanzado a todos: ¿Publicarlo o no? ¿ Sólo había una salida? ¿Y si hubiera sido contra Obama durante su presidencia bonita, habría sido mayor el debate interno en  el NYT para lanzarlo a las rotativas? Preguntas que merecen una reflexión, porque son razonables.

La pureza periodística de conocer las fuentes de la información y que el receptor también las conozca se ha roto en un caso que es ejemplo de manual. El anónimo pretendía exactamente lo que consiguió: que se sacudieran los cimientos de la Casa Blanca y comiencen a realizarse especulaciones sobre un posible procedimiento de cese del Presidente, algo que el propio Gobierno norteamericano puede emprender según la Constitución de aquel país.

Las fake news están horadando el prestigio de los mass media

Es, podríamos decir, la apoteosis de las fake news, esa categoría tan de moda pero que tanto está horadando el prestigio de los mass media contemporáneos.

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Podrá decirse que en tiempos de consumo rápido de todo, tanto da filtrar las informaciones si estas obedecen a nuestro objetivo más allá del periodístico. Un objetivo que, en muchos de los casos, responde a estrategias políticas e ideológicas. Fake reality, fake truth.

Aprendamos a instruir a los espectadores sobre la responsabilidad de estar bien informados, y sobre la forma en la que se arrojan a la basura determinados mensajes y canales más empeñados en destruir que en construir comunicación.

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