Vivimos en un mundo completamente visual en el que todos somos creadores y consumidores de imágenes. Cada selfie, cada pieza de contenido encuentra su lugar en el océano de Internet, cuya marea vuelve siempre a nosotros con la resaca de las olas. Una resaca que nos está empezando a impactar más de lo que creemos, llegando a afectar a nuestra salud mental.
De esto han hablado en Cannes Lions 2019 Mimi Gray, Head of Visual Content de M&C Saatchi, el fotógrafo de moda Rankin y Jude Kelly, Fundadora de WOW (Women of the World Festival), moderados por Matt Cooper, Fundador de Little Black Book.
La premisa de esta mesa de debate ha sido muy directa: ¿Y si hacemos dieta de imágenes en Internet? Porque somos lo que vemos y, en este momento, nos estamos envenenando visualmente.
“Vemos muchas imágenes desde que nos levantamos y abrimos Instagram, o leemos las noticias, hasta que salimos a la calle y nos impactan las campañas de publicidad. Aunque no nos demos cuenta, todo eso tiene un efecto en nosotros y nuestro estado de ánimo”, ha asegurado Mimi Gray.
De ahí que haya nacido el proyecto Visual Diet, una iniciativa que estudia cómo las imágenes y las redes sociales afectan a nuestra salud mental. Porque vivimos en la era del selfie perfecto, los estereotipos y la presión de las imágenes que nos deprimen. De ahí que se hayan obtenido datos como estos:
- El 91% de los jóvenes de 16-24 años usan Internet para entrar en redes sociales
- Las redes sociales se han calificado como algo más adictivo que el tabaco o el alcohol
- Las tasas de ansiedad y depresión entre los jóvenes han crecido un 70% en los últimos 25 años
- El uso de las redes sociales está relacionado con las tasas de ansiedad, depresión e insomnio
“Yo soy adicto al teléfono, todos lo somos”, ha asegurado Rankin, añadiendo que “el teléfono nos controla”. Y no solo eso, además las aplicaciones que usamos en nuestro día a día están diseñadas para ser adictivas.
“Estaría bien disfrutar de las aplicaciones que usamos, en lugar de dejar que nos controlen”, ha sugerido Rankin. Aplicaciones como las que permiten modificar el rostro del usuario, que son tan adictivas y trasladan al usuario a un mundo de perfección digital. Precisamente de esta realidad surgió “Selfie Harm”, un proyecto en el que Rankin fotografió a 15 adolescentes y filtró sus rostros para dejarlos “digitalmente perfectos”.
Piel perfecta, ojos grandes… Son los rasgos comunes que encontramos en los influencers de Internet y que muestran una vida que no es real.
Hay lugar para el optimismo
A pesar de que son muchos los que aseguran que Instagram les genera tristeza o frustración, hay lugar para el optimismo en todo este contexto. “Podemos elegir que apps usamos o a quién seguimos”, ha dicho Mimi.
Por ejemplo, la propia cuenta de Instagram de Visual Diet es un ejemplo de armonía que puede hacernos mucho bien. Y es que, tal y como ha comentado Jude Kelly, “el 84% de los usuarios se sienten mejor y aumenta su bienestar cuando están rodeados de contenido visual relevante en su entorno diario”.
“Si hemos aprendido a relacionarnos con el alcohol, a pesar de que pueda ser adictivo, tendremos que hacerlo con las redes sociales”, ha añadido Jude. “Como individuos, tenemos la responsabilidad de controlar todo esto”.
Por otro lado, tal y como ha sentenciado Rankin “es responsabilidad de las plataformas sociales darse cuenta de que han creado algo adictivo y poner soluciones. Porque hay aplicaciones y redes sociales que permiten desarrollar la creatividad, como TikTok, así que también tienen su parte buena”.
Más info.: Manual de buenas prácticas de Visual Diet