Tras los años de crisis en el sector y los cambios que las agencias han tenido que hacer para adaptarse al nuevo panorama, uno de los grandes retos que les quedan para encarar los próximos años es el de poner en valor sus servicios, su trabajo y quizás, y más importante, su ética. Para ello la mejor herramienta no es otra que la responsabilidad.
Si las agencias quieren ser tratadas como partners, deben ser responsables en cada uno de los proyectos que realicen y en cada una de las fases de las que estos se componen.
Esta actitud de responsabilidad comienza desde el mismo día en que las agencias se presentan al cliente; no vale impresionarle con los titulares para luego sacar, en el día a día, a los suplentes.
Que cada propuesta que se presente esté orientada a generar valor al cliente y a cumplir sus objetivos, no a colocar un Grand Prix en la estantería de la agencia. Propuestas que tengan sentido común, que sean rentables y que solucionen los problemas para los que se ha planificado esa estrategia.
Que cuando el cliente ponga su presupuesto en las manos de su agencia, no piense en si su margen será grande o pequeño, sino en estirarlo al máximo para que dicho presupuesto sea una inversión y no un gasto. Asegurando que se va a optimizar de la mejor manera, será la mejor opción para que el cliente no solo repita, sino que en el futuro el presupuesto pueda llegar a crecer.
Ser responsables con los timings prometidos; a nadie le gusta que le hagan esperar. Que cuando un proyecto no se vea viable o no se cuente con la capacidad para realizarse, se diga honestamente.
Sabiendo lo que cuesta hoy por hoy mantener un cliente, la mejor manera de hacerlo y ganarse el tan buscado título de partner no es otra que ser responsables y no solo aparentarlo. Tener con cada cliente el compromiso moral y profesional de no fallarle.
Y es que recuperar la confianza perdida por parte de muchos clientes en las agencias, solo se logrará transmitiéndoles unos valores como transparencia, integridad, cercanía, honestidad… pero sobre todo responsabilidad.