La Unión Europea da luz verde al gusano de la harina como insecto comestible


  • La aprobación tiene lugar tras una evaluación positiva por parte de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria
  • Los expertos valoran los insectos como una fuente alternativa de proteínas favorable para una dieta más sostenible
La Unión Europea da luz verde al gusano de la harina como insecto comestible


El Comité Permanente de Vegetales, Animales, Alimentos y Piensos, compuesto por representantes de los distintos estados miembros de la Unión Europea y presidido por un representante de la Comisión Europea, ha aprobado por primera vez el consumo de un insecto como alimento. Se trata del gusano de la harina o larva de escarabajo oscuro ('Tenebrio molitor larva’), que podrá ser consumido como snack o empleado como ingrediente para elaborar otros alimentos.

Los expertos del Comité han dado luz verde a este nuevo alimento tras la evaluación científica positiva realizada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) el pasado mes de enero. De esta forma, el gusano de la harina obtiene la calificación de nuevo alimento (novel food, por su concepto en inglés), que designa aquellos alimento que no han sido consumidos por los humanos en grado significativo antes de 1997, cuando entró en vigor el primer reglamento sobre nuevos alimentos.

Según la EFSA el gusano de la harina no representa un riesgo de seguridad para la salud humana

Siguiendo el reglamento, los nuevos alimentos requieren una autorización antes de comercializarse en los territorios de la Unión Europea. Por tanto, la aprobación otorgada por el comité, con el sello por parte de EFSA de que el gusano de la harina no representa un riesgo de seguridad para la salud humana, supone uno de los pasos finales para este insecto llegue a los lineales de tiendas y supermercados.

Tal y como explican desde las autoridades, dependerá de los consumidores decidir si quieren comer insectos o no, y señalan que el uso de insectos como fuente alternativa de proteínas no es nuevo y que este tipo de animales se comen regularmente en muchas partes del mundo. Asimismo, recuerda algunas indicaciones establecidas desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que establece que los insectos son una fuente de alimentos muy nutritiva y saludable con un alto contenido de grasas, proteínas, vitaminas, fibras y minerales. Es más, consideran que se trata de un nuevo alimento que podría “facilitar el cambio hacia dietas saludables y sostenibles”.

No obstante, recuerdan las conclusiones de la evaluación de la EFSA, que indicaba que el consumo del gusano de la harina amarillo puede provocar reacciones alérgicas. Concretamente, advierten de los efectos que la ingesta de este insecto pueda provocar en personas con alergias preexistentes a los crustáceos o ácaros del polvo. Asimismo, destacan que los alérgenos de los alimentos, como el gluten, pueden terminar en el insecto que se consume. En este sentido, la autorización de este nuevo alimento establece en consecuencia requisitos de etiquetado específicos en cuanto a cuestiones alérgicas.

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Desde el Comité apuntan a que la autorización del gusano de la harina contribuirá a los objetivos de los programas “Farm to Fork” y “Green Deal”. Según la FAO, la idea de consumir insectos como alimento emerge como un tema relevante en el siglo XXI debido al creciente coste de la proteína animal, la inseguridad alimentaria, las presiones ambientales o el crecimiento poblacional. En este sentido, los insectos se presentarían como solución alternativa al ganado convencional, contribuyendo positivamente al medio ambiente y a los ecosistemas, y suponen una de las áreas claves de investigación del fondo Horizonte Europa.

Aunque el mercado de insectos como alimentos es todavía muy pequeño en la Unión Europea, la autorización recibida por el gusano de la harina aventura un rápido crecimiento. Los beneficios ambientales de la cría de insectos se basan en la alta eficiencia de conversión alimenticia de los insectos, menos emisiones de gases de efecto invernadero y menos uso de agua y tierras cultivables. Sin embargo, la cultura  y el denominado “efecto asco” serán las principales barreras a las que tendrá que enfrentarse este nuevo alimento.